Alcohol, alcoholismo, comunidad y salud




Cuba

El consumo de bebidas con contenido alcohólico se incluye entre los comportamientos habituales que se han incrementado mediante el desarrollo histórico de los distintos grupos humanos, y llega a ser consistente e integrado al estilo de vida de algunos de ellos. La población cubana en su mayoría y aún dentro de límites socialmente permitidos, tiene aceptación por el consumo de bebidas alcohólicas en sus distintas variantes y no escapa a la tendencia mundial de incrementar el consumo de éstas. No obstante, determinadas condiciones en las últimas décadas, como el mayor contacto con otras culturas, el desarrollo económico, la propaganda "ingenua" de algunos medios de difusión, los cambios en el estilo de vida y el uso del tiempo libre, entre otros múltiples factores, han facilitado en cierto grado la presencia de patrones de consumo alcohólico no recomendables que llevaron al alcohol a desempeñar una función fundamental en diversas celebraciones y la aparición de hábitos y actitudes cada vez más permisivas hacia las bebidas alcohólicas.

Algunas manifestaciones sociales ameritan una adecuada valoración, como la costumbre de ingerir alcohol en lugares públicos sin festividad popular (parques, aceras, ómnibus) la aceptación del tóxico entre adolescentes y jóvenes para cualquier actividad recreativa, la avidez por el consumo en algunos lugares de expendio que a su vez han ampliado su número y horarios de venta, la costumbre de algunas familias de iniciar a los niños en el consumo de bebidas alcohólicas como un factor de presunto aprendizaje necesario, el empleo de alcohol en actividades de estímulo y gratificación por éxitos laborales y patrones de consumo asociados con mayores cantidades en una ingesta con el conocido pretexto de "bajar la botella", cual meta facilitadora de la embriaguez.

Estos aspectos suelen asociarse con el incremento de algunos indicadores indirectos sobre las consecuencias nocivas sanitarias y sociales vinculadas con dicho consumo excesivo e irresponsable como accidentes de tránsito y laborales, conductas violentas domésticas y públicas, suicidio, hepatopatías crónicas y cirrosis hepáticas asociadas con el consumo de alcohol y la demanda de atención por dependencia alcohólica, que actualmente no resultan de una magnitud exagerada en el plano estadístico, pero su significación humana y social requieren un adecuado enfrentamiento, además que permiten hacer pronósticos de tendencia cuando tipificamos a la población de riesgo alcohólico, que sí se incrementa, incluyendo grupos de jóvenes y población femenina.

Siguiendo la política general al nivel internacional y regional, recientemente se aprobó en nuestro país un Programa Nacional para la Prevención y Control del Alcoholismo y otras Farmacodependencias, dirigido a reducir el consumo de alcohol y los problemas derivados de éste.

La defensa activa ante los problemas causados por el uso y el abuso de esta sustancia psicoactiva, resulta viable a partir de la promoción de estilos de vida saludables que llevan al individuo y los grupos sociales a ser responsablemente libres del no consumo o el consumo sin riesgos y que aquéllos con pérdida de la libertad ante el alcohol, encuentren alternativas de recuperación de la salud y de otras consecuencias adversas vinculadas con este consumo; al actuar sobre los determinantes, el riesgo y el daño, podemos combatir y controlar la más trascendente toxicomanía de nuestro tiempo.

Nuestro Programa se caracteriza por fomentar la autorresponsabilidad y la participación de la familia y la comunidad con sus instituciones, en un abordaje multidisciplinario e intersectorial, pues el problema del alcoholismo trasciende los límites convencionales del sector salud.

El equipo de atención primaria no se puede limitar a dispensarizar alcoholicodependientes para remitirlos a un centro de desintoxicación, sus potencialidades le permiten abordar todo tipo de comportamientos ante el consumo de alcohol que impliquen riesgo individual o colectivo; este equipo deviene aglutinador de todas las estrategias de intervención donde la comunidad es el principal campo de acción para el logro de nuestros objetivos, fomentar actitudes y estilos de vida favorables a la salud dentro de nuestras características socioculturales, identificar los grupos de riesgo y consumidores irresponsables con la participación de la propia comunidad y el desarrollo de una amplia red de apoyo social que contribuya al tratamiento, seguimiento y reinserción social del paciente alcohólico sin estigmatizaciones, prejuicios ni segregaciones, esto es un imperativo del momento.

El alcoholismo es responsable de un alto número de años de vida potencial perdidos y fuente de sufrimientos de muchas familias y colectivos.

Todos tenemos un importante "papel" para prevenir y controlar. Vale un llamado a la reflexión.

Dr. Juan E. Sandoval Ferrer Asistente de Psiquiatría, Máster en Psiquiatría Social Presidente de la Sección de Alcoholismo de la Sociedad Cubana de Psiquiatría.

Fuente: http://members.tripod.com/~sober_joe/alcuba.htm