El operativo inicia, la persecución tambien. Una cumbia sonoriza el interior del vehículo. La camioneta se menea, bailotea, i Estremece el grito del militar: "¡Quédense i ahí, cabrones!". La patrulla derrapa hasta detenerse. ¡Párense, putos! , ruge el teniente. El laberinto de casas de cartón y desechos oculta la presa. Su fuga dura un suspiro. Hay gemidos, brazos cruzados en la espalda, cabezas agachadas, torsos desnudos, golpes, voluntades bajo control...

El Ejército se apostó en este municipio, pero la sangre, los muertos, la inseguridad, no dan tregua. A los capos nadie los ve. Adictos y traficantes de poca monta engrosan la estadística militar. Diariamente, a Juárez lo estremece, lo desgarra, el terror de las ejecuciones, feminicidios, levantones, secuestros perpetrados por el nuevo enemigo que todo lo vigila, que todo lo inspecciona, que atropella, que mancilla, que humilla. Es la toma de los verdes. (Germán Canseco)