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Reino de las abuelas
15/11/2009
Lesoto es el Reino de las Montañas, pero ahora va camino de transformarse en el reino de las abuelas. Ellas han de cuidar de sus nietos, porque el VIH, con una incidencia de más del 23%, ha hecho estragos en toda una generación. Llegamos al Reino de las Montañas, ese desconocido islote en medio de una de las tasas más altas del mundo del sida, en torno al 23% de la población, Suazilandia y Botsua...

Lesoto es el Reino de las Montañas, pero ahora va camino de transformarse en el reino de las abuelas. Ellas han de cuidar de sus nietos, porque el VIH, con una incidencia de más del 23%, ha hecho estragos en toda una generación.

Llegamos al Reino de las Montañas, ese desconocido islote en medio de una de las tasas más altas del mundo del sida, en torno al 23% de la población, Suazilandia y Botsuana. El deterioro de la sociedad es tal que el Reino de las Montañas se está convirtiendoen el reino de las abuelas. Ellas son ahora la espina hacen cargo de sus nietos y nietas porque madres, la generación intermedia, han facellido por la enfermedad. Y ahí están ellas, dignas, con la la abuela de Maine, de siete años, que humilde cabana, en una comunidad de 20 niño posa para las fotos con su gorro de vaquera, sus botas de goma y su palo -en de sus habitantes son pastores, sólo hay un urbana, y viven todo el año envueltos en cayado en la mano-, parece un hombrecito mirada a su abuela, como diciéndole: tú abuela, que soy muy pequeño, que dentro me haré yo cargo de ti, y te cuidaré y te luna y las estrellas y lo que haga falta. Porqueel cielo queda más cercano en este pequeño país, que se de 1.000 metros de altura, y donde apenas dos ni electricidad ni teles ni radios en nin nidades que visitamos en una región del datos para proteger el anonimato del menor.

Reino de las MontaS uráfrica que sufre de infectados por el virus sólo por detrás de sociedad es tal, que en el reino de dorsal: las abuelas se muchos padres y fallecido por la enfern alta, como nos recibe en su familias. Cuando el lana, su cazadora Le|soto, buena parte 19% de población uña manta y con un que le devuelve la cuídame ahora, de cinco años ya defefideré, yte traeré la ue el cielo queda s;itúa todo él a más hay coches ni ruina de las comu- Difte (no damos más )

Abuela y niño son seropositivos, pero su bueno; reciben tratamiento de programa de colaboración de Unicef con el la se infectó cuando cuidaba de su hija, Reconoce que no sabía qué enfermedad adoptó ninguna precaución con la sangre poseen nada abuela y niño, viven de lo que familiares y ONG, y de algo que saca ños trabajos para otros y elaborando Lesoto: casas donde se fabrica cerveza carias, suele ondear una bandera en la cabaña).

tabú, y en las zonas rurales la gente moría y moría, pero nunca se decía de qué, no se tocaba el tema. Los enfermos quedaban estigmatizados. De hecho, aún hoy día, cuando preguntamos las razones de la muerte de las madres de los niños que visita mos, nos dicen: VIH. Pero cuando preguntamos la del padre, la respuesta siempre es una: no se sabe. Y son ellos los principales agentes de la infección. La falta de trabajo en Lesoto lleva a muchos hombres a las minas y obras de Suráfrica; desahogan frustraciones y cansancio en prostíbulos, sin tomar medidas; y al regresar a sus casas se llevan puesto el virus, que transmiten a sus esposas, que siguen pariendo y trayendo al mundo niños con VIH (la media de hijos por mujer en las zonas rurales es de seis).

Maine, el hombrecito, nunca ha ido al colegio. El equipo de Unicef que nos acompaña se propone cambiar eso. Le compramos zapatos, un uniforme, una pequeña mochila, libros y cuadernos, lápices y goma de borrar para que el próximo curso se apunte. La abuela está de acuerdo. Hasta ahora no lo había enviado porque le veía demasiado chiquitito y frágil. La cabana está rodeada de melocotoneros y albaricoqueros en flor. Es septiembre y comienza la primavera en Lesoto. La expresión de digna satisfacción de la abuela, su alegría cuando observa al niño quitarse las botas de goma que lleva día y noche para colocarse los zapatos, nos hace ver los melocotoneros y albaricoqueros aún más brillantes. Rosas, a pesar de tanta desgracia. Se agita fuerte el viento en las montañas y el polvo difumina el paisaje y los perfiles de las cabanas de adobe. Maine se ha puesto los zapatos con el pie cambiado; siempre lo hace, dice su abuela. Ríe y se los recoloca. Insiste el niño en estrenarlos para la sesión de fotos, entre maletas. Es así su casa, todo recogido en maletas, como si estuvieran en permanente mudanza, cuando lo cierto es que la vida de la mayoría de los habitantes de este tierno país transcurre entera en el mismo pueblo.

Presidiendo la estancia donde tomamos la foto, un gran reloj. Extraño en África, donde la luz y la oscuridad marcan el ritmo del día a día. La abuela nos explica por qué: para tomar puntualmente las dosis de la medicina frente al VIH. Sida. Lesoto.

"Cuiden unos de otros" Le pedimos a Maine un mensaje para los niños del rrjundo volvió a mirar y se escondió tras la falda y la manta nos respondió: "Que todo el mundo acepte a la gente.Nos miró, bajó la cabeza, nos cuadros de su abuela. Fue ella quien enferma, y que cuiden unos de otros".

Fuente: El País Semanal    
Categoría: TIPOS DE PRODUCTO    





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