
Síndrome de piernas inquietas menor calidad de vida
11/10/2009
Redacción Vértigo
Redacción Vértigo
Si por las noches sufre de ardor, dolor, quemazón o tirantez en las piernas que lo obligan a moverlas constantemente, darse palmadas, cambiar de posición y, por ende, tiene problemas para dormir y descansar, es posible que padezca el llamado síndrome de piernas inquietas (SPi), un trastorno neurológico del movimiento que afecta a 5% de la población en México (en mayor medida mujeres). Entre los factores que generan la aparición del síndrome de tipo secundario se encuentran: enfermedad renal, diabetes mellitus, embarazo, algunos tipos de artritis, depresión, deficiencia de hierro o anemia, diálisis inadecuada, neuropatías y el consumo excesivo de alcohol, cafeína y tabaco.
Vértigo Redacción
Si por las noches sufre de ardor, dolor, quemazón o tirantez en las piernas que lo obligan a moverlas constantemente, darse palmadas, cambiar de posición y, por ende, tiene problemas para dormir y descansar, es posible que padezca el llamado síndrome de piernas inquietas (SPi), un trastorno neurológico del movimiento que afecta a 5% de la población en México (en mayor medida mujeres).
Muchas personas con este trastorno ven afectadas sus relaciones personales, escolares y de trabajo, así como sus actividades diarias, que se ven disminuidas debido a cansancio y fatiga.
Es común que se les dificulte concentrarse, tienen la memoria deteriorada, o fallan en el cumplimiento de sus tareas diarias. Este tipo de pacientes no pueden permanecer quietos frente a la computadora ni asistir al teatro o a espectáculos, ya que por la tarde y noche se manifiesta el síndrome de piernas inquietas.
Elisa Otero Cerdeira, neuróloga y especialista en Trastornos del Movimiento del Hospital Español, explica que "casi siempre el paciente llega al consultorio por problemas de sueño y lo primero que indica es que no puede dormir. La mayoría de las veces no relaciona su situación con el movimiento de las piernas, sólo está consciente de que no puede descansar adecuadamente".
Esta patología, agrega, en ocasiones es difícil de diagnosticar porque los pacientes tardan en llegar con los neurólogos, ya que los médicos generales desconocen este trastorno y lo llegan a confundir como un padecimiento reumático, o bien no saben derivar al paciente directamente con el especialista, que en este caso es el neurólogo.
Otero Cerdeira menciona que "esta enfermedad no es nueva, pues desde 1700 ya había sido descrita, pero a partir de los sesenta empezó a estudiarse más a fondo. Sin embargo, el origen es desconocido, puede ser primario o secundario, prevalece en edades medias, es decir mayores de 50 años, aunque también puede afectar a los menores de 20 años".
Existen dos tipos de síndrome: el primario y el secundario. Este último asociado con algún otro padecimiento subyacente, como la enfermedad renal terminal, el embarazo o la deficiencia de hierro, por lo general cesa cuando se resuelve la enfermedad o la condición base.
Durante el embarazo, particularmente en los últimos meses, hasta 20% de las mujeres llegan a desarrollar el síndrome, así como en presencia de menstruaciones abundantes. Después del parto, a menudo los síntomas desaparecen. No obstante, existe una relación entre el número de embarazos y las posibilidades de desarrollar el síndrome de piernas inquietas en forma crónica.
Origen desconocido
En el SPI primario aún no se ha confirmado la etiología, pero se han encontrado evidencias respecto de los papeles que desempeñan la dopamina (neurotransmisor derivado de la dopa que actúa en los ganglios básales del cerebro), el hierro y factores genéticos.
Entre los factores que generan la aparición del síndrome de tipo secundario se encuentran: enfermedad renal, diabetes mellitus, embarazo, algunos tipos de artritis, depresión, deficiencia de hierro o anemia, diálisis inadecuada, neuropatías y el consumo excesivo de alcohol, cafeína y tabaco.
De ahí la importancia de que el paciente acuda con el especialista para que le realice un diagnóstico diferencial y se conozca el origen del trastorno, así como el tratamiento adecuado.
"Las características clínicas de este padecimiento son una sensación no dolorosa de ardor o picazón en tobillos y piernas, que rara vez se presenta en manos y brazos, que por lo regular causa molestia durante el reposo o descanso y le genera al paciente una necesidad incontrolable de moverse, lo que le produce cierto alivio", resalta la especialista.
Señala que "la mayor molestia se presenta durante un vuelo de avión, una película, o cuando está descansándolo que altera su calidad de vida e incluso la relación de pareja, ya que durante el periodo de sueño la molesta sensación en las piernas los despierta y provoca que se muevan".
Elisa Otero resalta que los pacientes deben estar conscientes de que el síndrome de piernas inquietas es un problema de salud real y que puede tratarse. Asimismo, la única manera para detectar este padecimiento es que el médico conozca perfectamente a su paciente, ya que el diagnóstico es básicamente clínico y se hace mediante el interrogatorio. En algunos casos se recomienda el uso de polisomnografía del sueño, aunque el neurólogo será quien determine qué tipo de estudios se requieren para confirmar y realizar un diagnóstico diferencial.
Tratamiento del SPI
Por su parte, Gloria de Lourdes Llamosa, neuróloga del Hospital Médica Sur, advierte que existen datos que indican que los pacientes con SPI "sí acuden al médico a causa de los síntomas; sin embargo, el síndrome parece estar subdiagnosticado y deficientemente tratado. Esto puede ser causado por la dificultad que experimentan los pacientes para describir los síntomas y porque consultan a especialistas de diversos ramos".
Hay evidencia de la presencia de factores genéticos, pues estudios demuestran que entre 40 y 60% de los enfermos con este padecimiento reportan cuando menos un familiar de primer grado con esta enfermedad y los antecedentes familiares positivos son considerados un factor que refuerza el diagnóstico. Añade que "se realizan diferentes estudios para determinar cuáles son los genes involucrados en este padecimiento". En relación con el tratamiento farmacológico, la neuróloga señala que se basa en el uso de agentes dopaminérgicos: básicamente agonistas receptores de dopamina, como son el pramipexol y el ropinirol. Estos fármacos son de prescripción médica y suelen recetarse en dosis bajas, incrementándose muy lentamente para así disminuir posibles efectos secundarios, como son náuseas e hipotensión.
Cabe destacar que el ropinirol es el primer medicamento aprobado por la FDA (Agencia reguladora de alimentos y medicamentos de Estados Unidos), que ha demostrado eficacia en estudios para aliviar de manera significativa los síntomas de SPI primario de moderado a severo.
Gloria Llamosa explica que se ha estudiado un defecto en el transporte de la dopamina en relación con esta enfermedad y que sustancias como el ropinirol sirven para que la dopamina funcione mejor; en dosis muy pequeñas a veces puede ser la solución. Siempre considerando que se tiene la seguridad de que no hay ninguna otra causa que origine este malestar.
Aunado a lo anterior, se recomienda que las personas con este síndrome lleven un estilo de vida saludable, con una alimentación equilibrada, evitar el tabaquismo, el consumo excesivo de alcohol y café, así como la realización de ejercicio moderado, como caminar.
Fuente: Vértigo
Categoría: PROGRAMAS DE PREVENCION
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