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Thomas McLellan: "La guerra vs las drogas es una manera simple de pensar. Pero está equivocada"
12/10/2009
Roberta Garza
¿Como médico usted ve y trata la adicción como una enfermedad crónica. Pero la química cerebral, la compulsión hacia la sustancia, sigue allí. ¿Se puede romper el ciclo de obsesión-compulsión que provoca la adicción o se va a seguir tratando siempre como un problema crónico pero sin cura?

El director de la Oficina de la Casa Blanca para el Control de Drogas habla en exclusiva para M Semanal.

RG: Doctor, ¿qué lo trae a México?

TM: Vengo por varias razones. Tuve la oportunidad de hablar en el 11 aniversario del Grupo de Expertos en Reducción de la Demanda de Drogas convocado en México por la OEA, que involucra a 31 países del hemisferio en torno a la adicción y reducción de la demanda. Pero la principal razón de mi visita fue tomarme la oportunidad de reconocer los muchos éxitos mexicanos no sólo en cuanto a los esfuerzos policiales destinados a combatir la delincuencia, sino también para lograr acotar la demanda.

RG: Es interesante escuchar eso ya que la percepción es que los esfuerzos mundiales se han basado en combatir la oferta sobre la demanda, más en acciones policiales que en prevención. Y usted es médico, e investigador de los tratamientos contra las adicciones; no precisamente el perfil habitual en un segundo de a bordo de lo que se conoce como la guerra contra las drogas.

TM: La guerra contra las drogas... es una manera linda y simple de pensar. Pero está equivocada. La guerra contra las drogas comienza con la premisa de que los estadunidenses son inocentes, que somos inocentes y que hay países productores que son malos, y que si dejaran de producir y de introducir sus drogas, sus venenos en nuestro suelo podríamos regresar a la vida bucólica de antes. Esto es falso. La realidad es mucho más compleja. Nuestra secretaria de Estado (Hillary Clinton) ha dicho que en Estados Unidos (EU) hay una insaciable demanda por las drogas y que somos líderes mundiales en consumo. Y parte de cualquier estrategia de reducción pasa por reducir la demanda.

Desafortunadamente me parece que México está ya en nuestra misma situación: producen drogas, éstas son transportadas por su país y sus ciudadanos han comenzado a usarlas y a ser dependientes. Esto no es mera jerga política: México y EU tienen qué trabajar juntos porque tenemos los mismos problemas.

RG: El enfoque es muy distinto al de la anterior administración.

TM: ¡Muchas gracias!

RG: Creo que lo agradecemos todos. Pero esto señala a las adicciones como desórdenes o cuando menos responsabilidades sociales, una perspectiva mucho más difícil de abordar y de vender a la opinión pública que la opción policial. ¿Cómo se traduce esta nueva visión en políticas públicas?

TM: Sigo tratando de entender a cabalidad mi trabajo pero lo primero que hay que hacer es esclarecer los términos. El tráfico y la venta de drogas son actividades criminales que deben ser abordadas a través del activo cumplimiento de la ley. Pero el consumo es un comportamiento prevenible donde las comunidades, escuelas, familias y sistemas de salud pueden ayudar a reducir en número de consumidores o retrasar la edad de inicio del consumo. Porque lo que le pasa a la gente que consume es la enfermedad de la adicción. Es una enfermedad. Una enfermedad tratable pero crónica. No hay cura, pero hay maneras muy eficaces de controlar la adicción al alcohol, al tabaco, a la cocaína y a las metanfetaminas.

RG: ¿Cómo es que algunas sustancias son social y legalmente aceptadas y otras no? Últimamente se habla de la posibilidad de legalizar la marihuana en EU...

TM: Sí, y creo que es una acción equivocada. Podemos aprender de la experiencia con las llamadas drogas legales. El alcohol es legal, se cobran impuestos por él. Pero estos impuestos ni remotamente pagan los problemas sociales y de salud causados por el alcohol. No todos los consumidores son alcohólicos, pero muchos de ellos manejan ebrios.

Un caso interesante de una sustancia que se está volviendo ilegal son los cigarrillos; mira las películas de los cincuenta y sesenta: todos fuman, fuman todo el tiempo y en todos lados. Ahora sabemos que el humo es carcinógeno. Tu problema con el tabaco se convierte en mi problema cuando fumas cerca de mí. Ahora las leyes son cada vez más restrictivas y el resultado es una dramática reducción no sólo en el uso sino en los problemas relacionados a la morbilidad y mortandad asociadas al cigarro. Me parece interesante que en el mismo país y al mismo tiempo se debata la legalización de otro tipo de cigarrillo, el de marihuana.

RG: ¿Cuál sería el límite de tolerancia? ¿La adicción o la toxicidad? El tabaco es mucho más adictivo, pero la marihuana es, como el alcohol, una sustancia que altera la conciencia...

TM: Me estás haciendo la pregunta más difícil en términos de política pública. Comencemos por los hechos: la marihuana no es buena. Tampoco lo son los cigarrillos. Puedes decirme que la nicotina tiene algo de valor medicinal y es cierto, al igual que varios componentes de la marihuana. Podrán ser medicinales, pero nunca en su forma inhalada: son carcinógenos, de dosis a dosis varía la potencia y se desconoce su pureza y esa no es manera de tomar un medicamento: si fumas la corteza del sauce se te quita el dolor de cabeza porque tiene ácido acetilsalicílico, conocido como aspirina, pero no vas a andar fumando cortezas si tienes un extracto seguro, dosificado y puro. Así es como se hacen los medicamentos.

Lo pongo en claro: no recomendamos el uso de marihuana porque no es buena para nadie. No es una postura moral; simplemente no es buena. Ahora bien, ¿cómo hacer para evitar el consumo? Podríamos encerrar a todos los fumadores y el presidente de EU no sería presidente hoy. No es una buena idea. O podríamos hacerla legal, lo cual tampoco creo sea una buena idea.

RG: ¿Entonces?, ¿cuál debe ser el límite de tolerancia?

TM: No lo sé. Estamos luchando con esa definición. Debo decir que están sucediendo muchos experimentos interesantes en nuestro país. California no es muy diferente de los Países Bajos en cuanto a la disponibilidad de marihuana. Otros estados están considerando entregar vales de consumo y otros hablan de gravarla. No sabemos qué es lo apropiado y qué va a funcionar. Estamos trabajando duro en eso.

RG: ¿Cuándo creen tener lineamientos al respecto?

TM: Nuestro problema es que es muy fácil elaborar lineamientos o políticas públicas con base en alguna ideología. Es más difícil hacerlo sobre la evidencia dura. Y no hay mucha evidencia dura. Vamos a ver qué pasa en California. Si más niños comienzan a dejar la escuela, si registramos más accidentes y más ingresos hospitalarios por consumo de marihuana ya veremos qué hacemos. Y eso mismo es mi consejo para México: es interesante y a la vez preocupante el que hayan despenalizado ciertas drogas en dosis menores. Me preocupan las consecuencias; lo que hay qué hacer es seguir evaluando y ver qué pasa.

RG: ¿Cómo reconcilia la perspectiva científica de este complejo problema social con la perspectiva religiosa o ideológica del gran público que puede detener o rechazar políticas públicas basadas en evidencia dura? EU es un caso interesante por sus extremos y contrastes...

TM: Cierto. Me parece... lo que ha pasado en EU es que hemos invertido mucho dinero en ciencia y los descubrimientos científicos hacen difícil sostener las posturas ideológicas. Está claro que en términos de la enfermedad de la adicción, no del consumo del tabaco, alcohol, cocaína u opiáceas sino de la enfermedad en sí, la genética es casi idéntica a la de la hipertensión, la diabetes o el asma. Eso te habla de que no es sólo fuerza de voluntad o una postura moral. No es un asunto moral sino biológico y parte de la respuesta es abordarlo desde la salud pública.

RG: Pero, ¿cómo se comunica eso? En una democracia deciden las mayorías, no los expertos.

TM: Sí, pero yo creo en el valor de la verdad. Probablemente suene como un eslogan político pero cuando la gente se entera de la verdad, cuando los padres entienden los hechos comienzan a ver las cosas de diferente manera. Perdí a mi hijo a causa de las drogas y he hablado con muchos grupos de padres, muchos de los cuales también han perdido a sus hijos por ese motivo. Cuando les hablo de la genética de la adicción casi inmediatamente el cuarto entero estalla en llanto, y me dicen “no teníamos idea, nuestros familiares nos decían que la razón por la cual Juanito o Pedrito se volvieron adictos es porque no habíamos sido lo suficientemente duros, o porque lo habíamos sido demasiado”. Todos pensaban que era su culpa. Ojalá con estos datos en la mano se pueda llegar a una discusión verdaderamente significativa.

RG: ¿Cómo lo van a comunicar al gran público?

TM: Soy un científico que renuentemente ha entrado en un puesto político, pero antes que nada soy un investigador. Vamos a liberar datos, tratamientos nuevos y medicamentos; mi apuesta es que eso ayudará.

RG: ¿Cuánto del presupuesto se va al combate y cuánto a la prevención de la drogadicción?

TM: Casi seguramente me voy a equivocar en la respuesta. Depende cómo calcules el asunto: he oído 70-30 oferta y demanda, he oído 60-40. Yo no pido se reduzca el presupuesto al combate a la oferta. No pido eso. Lo que pido es que seamos vistos como iguales, como una fuerza igualmente poderosa en la solución al problema de la droga.

RG: En el combate a la droga EU ha sido generoso con México en ayuda militar y económica, pero muy escaso en ayuda social o médica.

TM:: Vamos a cambiar eso. Déjame ser muy claro: no empujamos a México hacia uno u otro método. Por la inversión tan longeva en la ciencia de las adicciones hemos aprendido mucho y con la ayuda del Departamento de Estado vamos a traducir esto al español y si los oficiales mexicanos solicitan la evidencia que hay sobre tratamientos, terapias o medicamentos, la tendrán.

TM: Me hiciste la pregunta más difícil en cuanto a política pública y ahora la más difícil desde el punto de vista científico. También de las más interesantes. Una mexicana, Nora Volkov, ahora directora del Instituto Nacional de Abuso de Drogas, está muy interesada en el tema. ¿Será posible que la obesidad, la incapacidad de controlar la ingesta de comida, el sexo, los videojuegos, etcétera, tengan una fuerza central, una causa central? Sí, es posible. Pero no lo sabemos a cabalidad. Ella sabe más que yo del tema porque ha trabajado en química y cambios cerebrales. Nora está interesada en la química del placer, de la recompensa y en la pérdida del control de impulsos. Apenas estamos aprendiendo sobre esto, pero mentiría, vaya, estaría especulando si dijera algo más allá.

Fuente: Milenio Semanal    
Categoría: PROGRAMAS DE PREVENCION    





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