Julio Serrano Es Navidad, época para celebrar. ¿Y por qué no celebrar medidas atinadas del gobierno que, aunque a veces parezca que no existan, las hay? En esta ocasión el acierto que quiero resaltar proviene del Gobierno del Distrito Federal y se trata del alcoholímetro. Instituido hace seis años por Manuel Mondragón, actual Secretario de Seguridad Pública del DF, el programa ha demostrado ser un éxito. Su objetivo principal, el de salvaguardar la integridad física de los conductores y sus acompañantes, se ha cumplido a creces. De acuerdo a cifras oficiales, el número de percances vinculados al consumo de bebidas embriagantes se ha reducido en 20% desde que inició el alcoholímetro. Más de un millón de evaluaciones de alcoholemia se han aplicado desde 2003 de las cuales casi 50 mil no fueron aprobadas. De los infractores un buen número acabó en la cárcel, eliminando así un peligro para el resto de los conductores metropolitanos y para los propios infractores (el alcohol tiene relación con el 40% de los accidentes vehiculares en el DF).Más importante que los arrestos es el cambio de actitud de los conductores en la zona metropolitana. El alcoholímetro ya forma parte de la conciencia capitalina. Saber que existen varios puntos de revisión a lo largo de la ciudad y que manejar en estado de ebriedad puede desembocar en un arresto ha hecho que los conductores la piensen dos veces antes de mezclar el alcohol con el volante. Es cierto que con todo y lo que parecería ser un alto índice de evaluaciones realizadas la probabilidad de ser aprehendido conduciendo cuete es muy baja. Hay mucha más gente manejando todos los días con alcohol en la sangre que puntos de revisión capaces de detectarla. Pero la buena noticia es que gracias al alcoholímetro el estigma popular en contra de conducir en estado de ebriedad se ha incrementado sustancialmente. El arresto de algunos famosos por reprobar la prueba de alcoholemia sólo ha ayudado a darle mayor difusión a las posibles consecuencias de tomar y manejar. Y cuando la gente ve que uno de sus artistas favoritos está tras las rejas por conducir con algunas copas encima entonces va a estar más consciente de no hacerlo él mismo. Debo decir que el alcoholímetro tiene su lado negativo. La crítica principal es que viola los derechos de los ciudadanos de libertad de tránsito plasmados en la Constitución. También se critica la intromisión del gobierno en la vida de los ciudadanos y el peligro de que ésta desemboque en una especie de Big Brother que se inmiscuya en cualquier faceta de nuestras vidas privadas. Ambas objeciones son válidas. Pero considero que al lado de los claros beneficios que ha aportado el alcoholímetro no justifican eliminarlo. juliose28@hotmail.com