Somos una bodega marcada por la historia, poseemos un prestigio sustentado en añadas espectaculares y vinos míticos en la crónica de la enología. Sin embargo ahora estamos en un nuevo periodo. A partir de la adquisición realizada por la familia Frey, Paul Jaboulet reafirma su tradición, pero implica en el proceso factores como cultivos orgánicos y biodinámica", advierte en entrevista Christophe Brunet, director de Exportaciones de la empresa fundada en 1834 por Antoine Jaboulet, en el valle francés del Ródano.

En 2006, la familia Frey, productora en la Champagne y propietaria de Cháteau La Lagune, en Bordeaux, adquirió el feudo de la familia Jaboulet. La enóloga Carolina Frey, catalogada entre los mejores de Francia, y Frédéric Mairesse, nuevo director de la empresa, mantienen el prestigio de la firma.

"No ha sido algo fácil, pero 2007 fue un año importante en la historia de Jaboulet, después de periodos de incertidumbre y ajuste. Algún crítico dijo incluso que estábamos manejando un estilo bórdales. Fue algo que llamó la atención y que también nos puso a reflexionar; fue una especie de serial de alarma.

"Por otro lado, hubo una fuerte inversión, alrededor de un millón de euros, y una drástica reducción en el volumen de producción. Es algo que tal vez se dice fácil, pero implica decisiones fuertes. Afortunadamente estamos viendo excelentes resultados. Los avances nos muestran tintos elegantes, con suavidad, pero con carácter, frescos. En el caso de los blancos hay estupendos avances, mostrándose como nuestras piezas fuertes. Solía ocurrir que los buenos vinos de cata no eran precisamente los más idoneos para disfrutarse", refiere Brunet.

En la tierra de la Syrah, en tintos; y de la Marsanne, la Rous sanne y la Viognier, en blancos, Paul Jaboulet tiene un estilo propio. Paraliéle 45, como lo define el especialista, es "un vino de batalla" con amplia aceptación en los mercados internacionales y aceptable jerarquía en el panorama francés. Su nombre se debe precisamente a que este paralelo corre a dos kilómetros de la bodega.

EMBLEMA MUNDIAL

La Chapelle es la joya de la casa Jaboulet. Se cuenta que en el siglo XIII, el caballero Gaspard de Sterimberg se establedó en las colinas de Tain rermitage tras regresar de las Cruzadas. Buscaba tranquilidad en una ermita que terminó por dar nombre a la apeladón; Hermitage, donde construyó una capilla desde la que se domina el valle del Ródano.

"En 1919, La Chapelle pasó a ser parte de la propiedad de Paul Jaboulet, convirtiéndose además en símbolo de uno de sus vinos emblemáticos, resultado de una mezcla de terroirs, incluyendo las prestigiadas colinas de Méal y Bessards. Cada una provee sus propias caracteristicas aromáticas y elementos que dan por resultado una elegante estructura tánica. Es cuestión de estilos. Chapoutler, por ejemplo, recurre a uvas de una sola zona; en nuestro caso podemos contar con productos de seis puntos diferentes. Esa diversidad es uno de los puntos que más valoramos.

"A partir de la añada 1961, Hermitage La Chapelle fue calificado como uno de los 12 vinos míticos del siglo XX. Esto ha hecho de la marca una leyenda", explica Brunet.

Residente en Barcelona, y con antecedentes profesionales en la empresa de Miguel Torres, Brunet tiene una vasta percepción del mercado hispanoamericano, además del asiático, donde ha promocionado los vinos de Paul Jaboulet.

"La Syrah es una cepa que tiene un enorme potencial, al igual que los vinos del Ródano. Hay un mundo increíble de en cuentros con los sabores de otras latitudes. La experiencia en Vietnam o en Macao, con chefs como Alain Passard y Sergi Aróla, nos ha dado resultados espectaculares en cuanto a sus posibilidades en la mesa", finaliza.

Rubén Hernández.