José Hernández visitó ayer al presidente Calderón, con quien luego pasó el día en Michoacán

MÉXICO <10

Lo agasajan en la Tierra por lo que hizo en el espacio El astronauta mexicano José Hernández probó el reconocimiento que da la política mexicana

Jorge Ramos Pérez Enviado El Universal Jueves 19 de noviembre de 2009 jorge.ramos@elunviersal.com.mx TICUITACO, La Piedad, Mic.— José Hernández Moreno tuvo ayer su día. Desde el alcalde de este municipio, de donde es originario, Ricardo Guzmán, el gobernador de la entidad, Leonel Godoy, y el presidente Felipe Calderón se desvivieron por él en elogios y para presentarlo como un ejemplo a seguir. Del espacio en septiembre a la residencia oficial de Los Pinos ayer. De aventón en el helicóptero presidencial, el cosmonauta regresó a oler la tierra que conoció y aró de niño, pero lo hizo como invitado estrella de Calderón a una gira para inaugurar una escuela secundaria, un libramiento carretero y la plaza que lleva su nombre aquí. José trabajó de pequeño en el campo. Sus padres, don Salvador y doña Julia, iban y venían con él de mojados para trabajar en los campos de California, Estados Unidos. Una adversidad durísima. Hasta que una maestra visionaria de Ticuitaco les dijo: “Quédense allá para que José vaya a la escuela”. Y el niño que soñaba con viajar al espacio hoy es astronauta de la NASA. José es sencillo. Sonríe. Se deja abrazar por la gente que, como don Luis Espinosa, un campesino que dejó su vida abriendo surcos, se acerca a abrazarlo y decirle: “Bienvenido, eres de una pieza, muchacho”. La tibia tarde de ayer, José estuvo a punto de llorar. “Qué bonito es estar uno en su tierra de nuevo”, dijo antes de colocar la primera piedra de lo que será la plaza que lleva su nombre. “Denle a sus hijos la oportunidad de obtener una buena educación. Reten a sus hijos y ellos responden; siéntense con ellos a hacer la tarea. No nada más es ir a la tiendita y a tomar cerveza con los amigos; no nada más es encender la televisión y ver la novela y dejar que los hijos hagan la tarea”, aconsejó Hernández, profeta en su tierra. La plaza, dijo José, debe servir como ejemplo para padres y jóvenes de que “hay que soñar lo imposible, que con estudios, perseverancia y preparación todo es posible”. El astronauta que dio 217 vueltas a la Tierra en septiembre, abordo del Discovery, vivió la política a la mexicana para aquellos que como él dejan marca universal: lo apapacharon, lo presentaron como héroe, inauguró plazas y lo invitaron a comer lo que detentan el poder. “En Ticuitaco le bajan la maleta al astronauta. Ahí se queda”, dijo un empleado de la Presidencia. José ahí se quedó.