Desde entonces y hasta hoy, 12 años después, esta joven ha tenido distintas experiencias con su consumo, que la han llevado desde una simple "cruda" hasta un accidente automovilístico.

No ha dejado de tomar, pero asegura que sabe cuáles son los riesgos y consecuencias.

"Mi encuentro con el alcohol se dio aproximadamente cuando tenía 14 años. Todo empezó de manera muy casual, con las amigas de la secundaria, yo iba en una escuela de puras niñas y es la edad justo en la que empezábamos a salir a tardeadas y reuniones caseras.

"La verdad es que el ambiente era muy sano, pero una de las 'tradiciones', por así decirlo, era ir los viernes por la tarde a comer pizza al lugar de moda de la colonia. Ahí pedíamos nuestra pizza acompañada de unas famosísimas yardas. Sólo bebíamos un tarro cada quién, que yo recuerde nunca nadie se puso mal", cuenta.

Al paso del tiempo, cambió amistades y hábitos en la bebida.

Sin embargo, fuera del círculo en el que habitualmente interactuaba -las niñas de la escuela-, sus amigos tenían otro estilo de vida, más cercano al alcohol, con el que empezó a tener una relación más común. Con uno de aquellos jóvenes tuvo su primer noviazgo, y la primera experiencia negativa con la bebida.

"Los amigos que había hecho fuera de la escuela sí eran muy nocivos, fue ahí donde conocí a mi primer novio, quien atravesó un problema serio de alcoholismo, el cual a mis 17 años me tocó vivir muy de cerca y fueron episodios muy tormentosos", dice Ale.

Volvió a beber más frecuentemente con sus compañeros de la universidad. Bajo el estrés de la nueva vida universitaria, llegaban las borracheras más fuertes. En una de éstas, Ale chocó.

"Salíamos de cenar. Después de bebernos varias botellas de vino tinto, cuando inconscientemente tomé el volante y fui a repartir amigos a sus casas; una vez que los dejé, pisé el acelerador de mi auto nuevo y perdí la noción de la velocidad, el resultado: choqué en contra de un árbol, afortunadamente me salvó el cinturón de seguridad", cuenta.

A pesar de este accidente, la vida de Ale cambió... para mal. Su salud y relaciones personales comenzaron a deteriorarse, y conforme sus amistades le hicieron ver que se estaba dañando, fue como dejó de tomar durante cinco meses.

"Mis amigos notaron los estragos en mí. Mi cuerpo estaba bastante hinchado, mi reputación hasta el suelo, había dejado de hacer ejercicio y no sólo eso, reprobé un semestre completo de la carrera", relata.