
El PRI tiene una buena oportunidad
26/10/2009
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El PRI perdió hace 12 años la mayoría en el Congreso. Hace nueve, consecuencia de su incesante erosión, perdió la Presidencia de la República.
///México en su encrucijada: las organizaciones empresariales, las clases medias, los usuarios de internet y el teléfono celular, el bebedor de cerveza reprueban la constelación de parches que aprobó la Cámara de Diputados. Recaudan sin que sepamos para qué y gravan a los mismos de siempre: los cautivos.
///México en su encrucijada: las organizaciones empresariales, las clases medias, los usuarios de internet y el teléfono celular, el bebedor de cerveza reprueban la constelación de parches que aprobó la Cámara de Diputados. Recaudan sin que sepamos para qué y gravan a los mismos de siempre: los cautivos.
El PRI perdió hace 12 años la mayoría en el Congreso. Hace nueve, consecuencia de su incesante erosión, perdió la Presidencia de la República. Sin embargo, lo que no perdió fue su trayectoria política, sin la que, con sus altas y bajas, es imposible entender el sistema político mexicano actual. Los reveses que sufrió el otrora partido de Estado, empero, no lo han cambiado, hasta ahora, de manera significativa. Conserva muchos de los rasgos autoritarios que lo caracterizaron en el pasado y no ha tenido la creatividad ni el talento para refundarse como un partido moderno, cercano a aquellas alternativas cercanas a la socialdemocracia. Lo anterior viene al caso por la reciente aprobación de la Ley de Ingresos. El PRI no quiso asumir el costo político de oponerse a una desmesura fiscal que se gestó en la Secretaría de Hacienda con el aval de Los Pinos. El PRI no demostró el músculo que consiguió en las pasadas elecciones intermedias. Tuvo que ser agraviado por el dirigente del PAN, quien lo responsabilizó de ser el responsable del alud de impuestos que aprobó la cámara baja, para que reaccionara. En esta situación tiene su oportunidad. El pésimo desempeño gubernamental de las administraciones panista es un factor que ha contribuido al robustecimiento del viejo partido. El PAN, a diferencia del PRI, no fue diseñado para gobernar; fue construido para ser oposición. En el poder ha demostrado ser un estrepitoso fracaso: así lo evidencia el sexenio de Fox y el trienio de Calderón. Las circunstancias políticas de la época condujeron a la conformación de la semilla del partido de Estado: el Partido Nacional Revolucionario (PNR) fundado en 1929. Aglutinó a todos los actores políticos y a infinidad de partidos regionales y los encapsuló dentro de una misma estructura institucional. Ese partido fue exitoso por una sola razón: las diferencias políticas se dirimían en el interior del partido. El PNR, después de nueve años se redefinió: dio a luz al Partido de la Revolución Mexicana (PRM). La diferencia con su antecesor fue que incluyó a todos los sectores sociales dentro del partido: el campesino, el obrero, el popular y, en su origen, hasta el sector militar. Se fundó 12 días después de la expropiación petrolera decretada por el presidente Cárdenas: el 30 de marzo de 1938. Ese partido sentó las bases para que se desarrollara un autoritarismo incluyente, no excluyente como fue el caso de un gran número de países latinoamericanos. El partido era la fuerza del gobierno y el eje del Estado. La época del corporativismo engendró a todos los sindicatos habidos y por haber (la CTM ya existía desde 1936) y es el padre de todas las confederaciones patronales y empresariales del país. La estabilidad política mexicana se explica, en buena medida, por el funcionamiento del partido. El Estado atendía diversas demandas de los sectores desprotegidos y cumplía, con las exigencias de las clases que se beneficiaban de la expansión económica mexicana, la que empezó a ser patente a mediados de los años 40 y se hace una realidad en las décadas siguientes: el desarrollo estabilizador. El PRI fue parte de un proyecto de nación, aunque su tinte fuera autoritario. En este 2009 el PRI ha resurgido en contra de muchas expectativas. No perdió toda su cohesión y mantuvo, en algún grado, su disciplina; tal vez el valor más emblemático de la institución. Pese a ello no juega, en los tiempos actuales, el papel protagónico que podría tener. No quiere desgastarse. Por eso aprobó, en la cámara baja, una miscelánea fiscal en contubernio con la administración que encabeza Calderón. Habría que señalar que el PRI puede hacer y ser más que esto. Puede aprovechar esta coyuntura de adversidad fiscal para emerger como un instituto político con un grado mucho mayor de legitimidad y con un respaldo mayor de la ciudadanía en la medida que atienda sus reclamos y vele por sus intereses. Vale la pena mencionar un principio, que fue una bandera fundamental de lucha política en Estados Unidos cuando era colonia inglesa, antes de su independencia en 1776. Los colonos repitieron hasta el cansancio que exigir impuestos sin representación política era una especie de tiranía. Pagar impuestos sin representación era como robar al ciudadano sin defensa alguna ("no taxation without representation"): el México de hoy. México en su encrucijada: las organizaciones empresariales, las clases medias, los usuarios de internet y el teléfono celular, el bebedor de cerveza reprueban la constelación de parches que aprobó la Cámara de Diputados. Recaudan sin que sepamos para qué y gravan a los mismos de siempre: los cautivos. El PRI tiene la oportunidad de reivindicarse ante la ciudadanía diseñando un proyecto fiscal que en verdad garantice el crecimiento y la generación de empleos. Lo sabremos por los resultados que se obtengan en el Senado. Es deseable que, en esta coyuntura, el PRI salga fortalecido y no sea comparsa de un gobierno que no tiene proyecto ni rumbo. No puede perder la oportunidad de la coyuntura le ofrece, aunque tenga que asumir costos. No es una disyuntiva electoral; es la viabilidad de la nación.
Fuente: Milenio Diario
Categoría: FISCAL
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