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El escritorio de Baco
25/09/2009
René Rentería

El escritorio de Baco

l¿Qué invocamos en cualquier brindis? El español es uno de tantos idiomas, que cuando se brinda, se levantan las copas pidiendo precisamente salud, la cual sólo valoramos cuando carecemos de ella.

El vino es sin duda, la bebida cardiosaludable por excelencia, no en balde Pasteur afirmaba que era la bebida más higiénica de la naturaleza. Durante las últimas décadas, se han encontrado numerosos beneficios adicionales que implica la gesta moderada de vino acompañado de alimentos. Ya sabemos que el vino ayuda a combatir enfermedades cardiovasculares, y a prevenir el alzheimer, pero un estudio muy reciente de la Universidad de Glasgow en Escocia, reveló que beber vino tinto puede ayudar a combatir inflamaciones graves tales como la sepsis.

Como ya lo hemos platicado en esta epicúera y saludable columna, el resveratrol, el cual es un antioxidante que se encuentra en la piel de la uvas (sobretodo tintas), aporta beneficios a la salud, al reforzar tratamientos antivíricos, previene coágulos sanguíneos, la lucha contra el cáncer y adicionalmente ayuda al antienvejecimiento.

El vino tinto tiene una mayor concentración de unos componentes llamados taninos que el vino blanco, los cuales son aportados principalmente por la cáscara de la uva, la semilla y por la barricas (cuando el vino es añejado), consecuentemente al ser el vino tinto producto de la maceración (contacto del jugo de uva con la cáscara mientras dura la fermentación) la concentración de taninos es mayor que en los blancos.

Los taninos son antioxidantes y consecuentemente de gran ayuda para el buen funcionamiento de nuestro músculo más importante, el corazón.

La ingesta inmoderada de vino lejos de ser benéfica para el corazón constituye otro riesgo ya que beber más de 3 copas de vino sube la presión arterial, riesgo evidente para un infarto.

Ahora bien, nuestros hábitos alimenticios no nos ayudan para disminuir el riesgo de infarto, sin embargo, adicionalmente al ejercicio que debemos practicar, muchas veces resulta difícil animarnos a incorporar el vino a nuestra dieta.

¿Se puede acompañar platillos como sopa de verduras, tacos de bistec, tostadas de pollo, sopes, pozole, tamales, cecina enchilada o muchos otros platillos que comemos a diario con vino?

Sí es la respuesta correcta. El problema incide en que muchos distribuidores, bodegueros extranjeros y representantes de bodegas, lejos de acercarnos al vino, nos alejan con terminología que la mayoría desconoce y afirman que el vino sólo puede acompañarse con platos tan ajenos a nuestra cultura como el jabalí, congrio o alguna carne exótica.

El estudio de la universidad de Glasgow, así como muchos otros que se han hecho en todo el mundo demuestran que la ingesta moderada de vino diario nos ayuda a tener una vida sana. Si no estamos acostumbrados a beber vino podemos empezar por vinos sencillos pero bien hechos. México ofrece una gran variedad de éstos, tales como el Blanc de Blancs de Domecq, el White de Zinfandel de LA Cetto y su rosado Primavera, o la línea ST de Bodegas de Santo Tomás. Todos estos vinos además de tener una estupenda relación precio-calidad, ser muy agradables, son también buenos compañeros de los platillos que comemos diariamente.

Decía el doctor Gregorio Marañón que vivir, es defenderse de la vida que nos va matando. En esta lucha, la eficacia del vino es incalculable.

No se olviden de beber cuatro copas de vino al día, distribuidas en el almuerzo y la cena. ¡salud!

Fuente: El Financiero    
Categoría: TIPOS DE PRODUCTO    





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