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Economía Informal / No pagar
24/09/2009
Macario Schettino
En los comentarios al artículo del martes, los lectores insistían en que no están dispuestos a pagar a un gobierno que malgasta sus recursos, al que calificaban como el más ineficiente en el mundo. Ningún lector, sin embargo, nos ha proporcionado evidencia que permita confirmar ese calificativo. Dicho de otra manera, decimos que el gobierno mexicano gasta mal, pero no lo demostramos. En el fondo, ni siquiera nos interesa saber si la afirmación es cierta. Su veracidad proviene de que no queremos pagar, y punto.

Como en todas las ocasiones que hablamos de impuestos, nadie quiere pagar

En los comentarios al artículo del martes, los lectores insistían en que no están dispuestos a pagar a un gobierno que malgasta sus recursos, al que calificaban como el más ineficiente en el mundo. Ningún lector, sin embargo, nos ha proporcionado evidencia que permita confirmar ese calificativo. Dicho de otra manera, decimos que el gobierno mexicano gasta mal, pero no lo demostramos. En el fondo, ni siquiera nos interesa saber si la afirmación es cierta. Su veracidad proviene de que no queremos pagar, y punto.

El otro gran argumento en contra del pago es que siempre nos cobran a los mismos, y que lo que se debería hacer es cobrarle a los demás, a los que no pagan. Bueno, pues precisamente eso hace la contribución de 2%: cobrarle a todos, a los que hoy pagan y a los que no pagan. Sin embargo, tampoco la contribución les gusta, porque dicen que dañará a los más pobres. Esto es totalmente falso, pero tampoco importa, se trata de tener algo que decir para no pagar.

El último de los argumentos, que se deriva del anterior, es que los que no pagan son las grandes empresas, nuevamente sin tener datos. O más bien, usando datos que no demuestran lo que se quiere, pero que siembran la duda y con eso basta y sobra. La idea de que las grandes empresas no pagan impuestos proviene de algunos estudios que infieren sus resultados, así como de filtraciones de pagos específicos de alguna empresa grande. Estas filtraciones no exigen ningún conocimiento de contabilidad, de estrategia financiera, ni de nada. Si a usted le dicen, por ejemplo, que Bimbo pagó mil pesos de impuestos o que Coca-Cola pagó quinientos, ya no se necesita hacer más. Suena totalmente incompatible el tamaño de la empresa con el monto pagado, y esa disonancia no nos hace dudar del dato, o tratar de entenderlo, sino que nos provoca enojo. Puesto que en México es malo ser rico, y las grandes empresas son todas de ricos, no se necesita hacer demasiado esfuerzo para comprobar la información. Basta con decirla para que sea creíble: los ricos son malos, son empresarios, y por lo tanto no pagan impuestos.

Hay varios problemas de lógica detrás del argumento, empezando por la incapacidad de diferenciar entre la empresa y los dueños.

Pero hay sin duda un punto relevante que deberíamos resolver. Si una empresa paga poco o mucho de impuestos no importa, lo que importa es que los accionistas de esa empresa paguen mucho por sus utilidades, si éstas son muy grandes. Y eso es un asunto totalmente diferente. De ser posible, las empresas (grandes y pequeñas) no deberían pagar nada de impuestos, porque mientras más empresas haya mejor funcionará la economía. Los que deben pagar son los dueños de las empresas, es decir, los accionistas, y a ellos deberíamos aplicarle, como a cualquier mexicano, una escala de impuesto creciente.

Si usted gana poco más de 30 mil pesos mensuales, se encuentra en la categoría más alta del ISR, compartiendo con personas que ganan 300 mil o 3 millones cada mes. Para todos, la tasa de impuesto parte de 22% rumbo al 28%. No es exactamente igual para todos, pero es prácticamente lo mismo, en porcentaje, lo que paga usted y lo que paga el ingeniero Slim, el hombre más rico de México, por poner un ejemplo.

Podríamos tener una tasa bastante más elevada para quienes tienen un ingreso elevado, si pensamos que ésa es una forma de ser más “justos”, sea esto lo que sea. Pero es a las personas a las que se debe cobrar, no a las empresas.

Reitero que el problema de fondo no es una discusión seria acerca de cuál debería ser la estructura impositiva, o de qué tipo de bienes y servicios debe proveer el gobierno. No, de lo que se trata es de no pagar, y para eso no se requiere lógica, ni datos, ni verificaciones de información. Es pura víscera.

El paquete fiscal que el gobierno ha propuesto incluye un incremento de dos puntos en el impuesto sobre la renta, una contribución de 2% en todos los bienes y servicios, y pequeños incrementos en impuestos especiales (cerveza, alcohol, tabaco), más un nuevo impuesto de 4% en telecomunicaciones. Ninguno de estos movimientos es de gran envergadura, ninguno produce un gran daño a nadie. Los costos se distribuyen razonablemente, puesto que el 2% general amplía la base, como unos piden, mientras que los dos puntos del ISR se cobran sólo a quienes ganan más de cinco salarios mínimos mensuales, evitando dañar a los más pobres. Es decir, es sólo un pequeño ajuste fiscal que apenas generará 150 mil millones de pesos, exagerando.

Las respuestas, sin embargo, son desproporcionadas: ni un peso más, no al alza de impuestos, primero que el gobierno sea eficiente, reducción del sueldo de los funcionarios, y súmele las cosas que ha oído y que no se pueden publicar. Estas respuestas, sin punto de comparación con las medidas del gobierno, son una excelente muestra de la calidad de los mexicanos, de su solidaridad, esfuerzo y unidad.

Más allá del discurso, los hechos nos revelan como somos: profundamente egoístas, terriblemente enojados, y en el fondo dispuestos a que se hunda el país, si podemos a cambio salvar nuestro pedacito de riqueza.

No es la primera vez que esto ocurre. Así fue como perdimos la mitad del territorio en la guerra de 1847. Era la primera vez que México funcionaba como una República Federal, y frente a la invasión, 12 de los 21 estados que entonces existían decidieron no aportar ejército ni recursos al gobierno federal para enfrentar a Estados Unidos. Esos 12 estados decidieron defenderse por su cuenta, para cuando los invadieran. Eso nunca ocurrió, como puede usted imaginar, porque no era necesario. Bastaba tomar la ciudad de México para forzar a este país a ceder la parte del territorio que los estadounidenses querían. De esa manera perdimos nuestro territorio, y así, parece, queremos perder nuestro futuro, defendiendo nuestras pequeñeces… será merecido.

Fuente: El Universal    
Categoría: INDICADORES ECONOMICOS Y PROSPECTIVA    





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