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Tintero Económico / El enredo fiscal
23/09/2009
Alejandro Villagómez
Muchas de ellas poco informadas, repitiendo ideas o frases, mitad verdad, mitad mentira, pero que de tanto mencionarlas terminan siendo aceptadas como verdades absolutas.
/// Es dudosa la aseveración de que el mayor impuesto a la cerveza o al tabaco afectará su mercado. Estos productos suelen tener demandas muy poco sensibles a la variación en precios, lo que hace que en la mayoría de los países del mundo sean fuentes de importantes recursos fiscales, independientemente de los motivos de salud ahora esgrimidos.

Alejandro Villagómez Tal como era previsible, desde de la presentación de la propuesta del paquete fiscal por parte del Ejecutivo hemos venido oyendo comentarios, críticas, explicaciones y justificaciones de todo tipo.

Muchas de ellas poco informadas, repitiendo ideas o frases, mitad verdad, mitad mentira, pero que de tanto mencionarlas terminan siendo aceptadas como verdades absolutas. Pero como lo expliqué la semana pasada, todo esto forma parte del mismo proceso de economía política que enmarca este tipo de discusiones. Sin embargo, valdría la pena revisar algunas de estas ideas. Por ejemplo, en el tema del aumento de impuestos a las empresas se da como un hecho el que perderán competitividad, ahuyentarán a futuras inversiones o que estos mayores impuestos serán traspasados completamente a precios. En realidad intervienen muchos más factores que explican y determinan a estos elementos, sin olvidar las particularidades de cada empresa y el tipo de estructura de mercado en la que participa. Por ejemplo, en el caso del impuesto a la telefonía no es claro que éste debería trasladarse a los consumidores, ya que el tipo particular de estructura de mercado en nuestro país sugiere que al menos una parte importante debiera ser absorbida por las empresas. Tampoco es claro que esto le reste competitividad. De hecho, es un sector que ha mostrado alto dinamismo en los últimos años, y que ciertos segmentos han gozado de enormes rentas monopólicas. Es previsible que una vez que la economía se recupere, su capacidad de expansión será alta, al igual que sus perspectivas de rentabilidad, aún en un entorno de mayor competencia como sería deseable. La variable impositiva es sólo un componente que afecta las decisiones de inversión y la competitividad. De la investigación empírica sobre el tema, hasta donde conozco, no existe ningún resultado concluyente sobre la sensibilidad de la inversión a cambios en las tasas impositivas. Hay otros factores de igual o mayor peso como serían la disponibilidad y acceso a créditos, el marco de la regulación, las condiciones del mercado laboral o la disponibilidad de infraestructura, por mencionar algunos. En este sentido es dudosa la aseveración de que el mayor impuesto a la cerveza o al tabaco afectará su mercado. Estos productos suelen tener demandas muy poco sensibles a la variación en precios, lo que hace que en la mayoría de los países del mundo sean fuentes de importantes recursos fiscales, independientemente de los motivos de salud ahora esgrimidos. Desde luego que esto no quiere decir que introducir o aumentar un impuesto sea una acción "inofensiva". Creo que por definición todos los impuestos generan distorsiones. Lo que quiero enfatizar es que la magnitud de éstas es un asunto que hay que evaluar empíricamente, y por desgracia este tipo de información y estudios no son abundantes en nuestro país. Dicho lo anterior, también es justo valorar el argumento de por qué aumentar impuestos si buena parte de estos recursos son utilizados de manera ineficiente, lo que nos lleva a la discusión sobre la estructura, eficiencia e incidencia del gasto público. El haber suprimido tres secretarías, que no necesariamente sus funciones centrales, fue una acción en el sentido correcto. Sin embargo, esto no resuelve los problemas por el lado del gasto. Seguramente existe mucha tela de donde cortar, aunque también seguramente el costo político debe ser muy alto. En cuanto al impuesto sobre ingresos de las personas, un argumento importante es su progresividad. Pero en este caso, ¿por que no abrir más el abanico y poner una mayor tasa al pico de la pirámide de altos ingresos, cuya porción más visible son los distinguidos miembros de las listas de Forbes? En todo caso, un problema es que dada la base de recaudación, esta medida implica exprimir más a los contribuyentes cautivos. Otro problema es que aún entre estos contribuyentes, es probable que una porción no despreciable muestre una mayor sensibilidad en su consumo a cambios en su ingreso disponible (por ejemplo debido a que presentan lo que en economía llamamos restricciones de liquidez), por lo que esto conducirá a un menor consumo en momentos que la economía esta tratando de salir de una profunda recesión. Finalmente, esta el tema del nuevo impuesto de 2%. El gran problema en este caso es que su tratamiento se ha politizado a tal grado que es prácticamente imposible realizar una discusión seria sobre sus ventajas y desventajas, porque existen ambas, así como la mejor forma de implementarlo para minimizar sus efectos indeseables. Este tema, por sí solo da para mayor discusión pero mi espacio se ha acabado. Por lo pronto espero que estas reflexiones, seguramente incompletas, puedan ser útiles a algunos lectores para normar criterios sobre el debate actual. Investigador del CIDE y de la EGAP-ITESM-CCM alejandro.villagomez@cide.edu http://wwwtinteroeconomico.blogspot.com/

Fuente: El Universal    
Categoría: FISCAL    





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