La industria cervecera se unió ayer al reclamo que hicieran otros capitanes de empresa contra la iniciativa fiscal del presidente Calderón bajo el argumento de que "afecta a los más pobres". Sin ánimo de poner en duda la sentida preocupación de los hombres de negocio por los desfavorecidos, es un hecho que la iniciativa de eliminar mecanismos, hoy legales, que permiten la elusión de varios miles de millones de pesos en impuestos anuales también les genera molestia. Las bebidas acohólicas y el tabaco tienen una demanda inelástica; es decir, su consumo varía poco en relación con el precio del producto. Por tanto, los bebedores y los fumadores seguirán consumiendo sin importar si el valor de estos bienes aumenta 2, 4 o 6%. Los impuestos especiales tienden a ser virtuosos a diferencia del IVA generalizado que sí incrementa el valor de los artículos necesarios para la mínima subsistencia. Más bien habríamos de interpretar el desacuerdo empresarial por el cambio que propone el gobierno al regimen de consolidacion, que en este momento le permite a un consorcio deducir las pérdidas fiscales de una de sus empresas contra las utilidades de otra, con lo cual terminan pagando cantidades minúsculas al fisco. Los más pobres no necesitan servir ahora de argumento para legitimar a los empresarios en su inconformidad. Sólo eso nos faltaba. Si no quieren un incremento en los IEPS que se animen a proponer otra solución. Ya basta de vivir en una sociedad donde sólo a unos les tocan las responsabilidades, mientras el resto se arroja a la indolencia frente a la penosa realidad por la que todos estamos atravesando.