Y las tortas tendrán ímpuesto de 2 porciento, pregunta Rosendo a su esposa, aunque ya deslavada, la bandera tricolor en las mejillas. El Grito fue el martes, pero ayer continuaban el festejo. Comen tortas a un costado de la Alameda Central, fuera de la mirada de Agustín Carstens. Hay miles en la calle.

La cuenta por cinco tortas, porque uno repitió, y cuatro refrescos, fue de 153 pesos. Casi tres salarios mínimos de 54.80 pesos.

"Casi y no nos alcanza..." dijo la madre.

"Es el inicio de algo... la lucha armada por la Independencia de México, pero vale para pura... ¿cuál Independencia Estamos pobres. Para venir aquí al parque traje 200 pesos y ya se acabaron, ¿qué hago ", dice un hombre que porta un sombrerote patrio con la frase "¡Viva México cabrones!".

El sujeto tiene cara de crudo. Día feriado. De retozo y gozo. De gastos extra. De echar la carne al asador.

Los mexicanos que no salen en las fotos de los salones de Palacio Nacional salieron a las calles a pasear. Fueron a las alamedas, parques, plazas y al Zócalo capitalino.

Los de a pie comieron tortas en el jardín de la Solidaridad, gorditas de chicharrón a 10 pesos y refrescos del mismo precio, así como tortillas de maíz quebrado con nopales muy babosos, frijoles y queso rallado.

Y uno que otro pambazos, pozole y demás...

Son los mexicanos a los que va dirigido el impuestote de 2 por ciento en alimentos y medicinas. Ellos son los personajes que los políticos incluyen en sus discursos.

Son los que estuvieron en Palacio Nacional, sí, pero afuerita, bajo el agua, comiendo elotes y aguas de dudosa procedencia.

Sobre Eje 2 Norte, a las 2 y media de la tarde, los muchachos jugaban fútbol sobre el asfalto.

Sudaban la cruda y burlaban restos de artefactos pirotécnicos.

Dudan sobre sus actividades después de la cascarita, pues no tienen "lana".

Uno de ellos bebe de su cerveza, a pesar de que frente a él tiene a unos policías haciendo rondín.

Es la policía que permite que el ambulantaje invada calles, lá que tenemos, "¿pero será la que merecemos ", preguntó el joven, tras darle otro sorbo a su chela.

En el sur de la ciudad, los elotes valen 15 pesos. Una familia de cinco integrantes gasta 75 pesos para degustar el maíz asado con chile y limón o desgranado con un poco de mayonesa.

El antojo equivale al salario mínimo de un día.

No obstante, las familias retozan, y tuercen la boca. Unos en bancas y oíros en prados, mientras los chamacos pasean en coches y triciclos, cuyo alquiler cuesta 30 pesos la hora, previo requisito de presentar la credencial de elector, por aquello de que rebasen la frontera de la Alameda Sur.

"Los políticos se dicen patriotas, pero quieren gravar con 2 por ciento los alimentos. Dudo que se ganen ese adjetivo", cuestiona un hombre de 68 años. "Es una pendejada", espeta. Después de embriaguez patriotera, mañana la cruda realidad.