El día en que Tlacaél el les dijo a sus mujeres y hombres de confianza que la vida tenía otras dimensiones, no entendieron. Así lo registran la poesía antigua, los códices precolombinos hermosísimos como el Borgia, que indebida, injustificada e ilegalmente, permanece en el Vaticano sin devolverlo a México; o el Vidobonensis, que sólo Dios sabe de qué pie cojea.

El hecho es que la humanidad siempre le ha "pegado" al alucinógeno, sea hongo, peyote, cáñamo, fermentados o alguna inhalación y yerbas variopintas, pero nunca le había dañado tanto. ¿Por qué, si el afán escapista sigue siendo el mismo, si la elusión deliberada y el enaltecimiento artificial o la euforia preconcebida obedecen a las mismas motivaciones antropológicas desde el periodo Post Neanderthel, ahora causan tal demolición y repulsión societaria?.

Los gobiernos se ven en la necesidad de atacar las causas y los efectos, los procesos de comercialización, por la simple premisa de que si se permite que se destruya a un individuo, de facto se está abriendo la llave para derruir a multitudes.

El producto orgasmigénico que ahora les dan a las cuarentonas como Arginina, Sucralosa y Multi "O" combinado con taurina, cafeína y saborizantes, no es, ni más ni menos, que lo que los rancheros le daban a las vacas el siglo pasado con el nombre de Yo-

himbinas; las diferencias estriban en que ahora lo regalan en la ¡¡¡Cruz Roja!!! de Cuantía y de otros lados, sin que el país se entere. Nadie controla a la Cruz Roja, ni a los laboratorios farmacéuticos, ni a fuente alguna de deterioro social. Simplemente no hay gobiemo.

Ni siquiera el tabaco era para toda la población antes de la llegada de los españoles, mucho menos el neutle o pulque o cualquier tipo de estimulantes o estupefacientes. El error de los narcotraficantes, entre muchos que cometen diariamente, como el de violentizar la sociedad y atraer a todas las policías del mundo tras de sí, es el de "democratizar" el acceso a las drogas.

A ningún dirigente en la historia se le ocurrió tal barbaridad. A los fabricantes de whisky, incluso hoy en que después de siglos lograron su legalización, no se les ocurre ponerlo al acceso del grueso poblacional; seleccionan por la vía del precio, de los lugares de venta y de la cualificación o control de calidad de los ingredientes, lo que se evidencia en el 'hang over,' la resaca, la goma o la cruda.

Los que se dedican al negocio o al delito de las drogas o narcóticos han cavado su propia timida: causar desasosiego a la sociedad. La historia demuestra que en cualquier actividad de la vida, pero sobre todo en las ilícitas, lo mejor es no hacer ruido, causar escándalo o agitar.

El narcotráfico se volvió enemigo declarado de la sociedad, de los gobiernos e instituciones, de los organismos internacionales, de las familias de los traficantes que viven de el pavor y la zozobra, de los académicos que ya no encuentran asidero para justificarlos cuando se matan cruelmente entre ellos por un Fistful of Dollars como dijera mi compadre Clint Eastwood, hijo de ima parte del binomio de el Gordo y el Flaco: Óliver Hardy y Stan Laurel. Stan, el Flaco, era su padre, y su madre una artista inglesa de calidad, pero de poca forman le heredó su talento histriónico.

Los narcotraficantes están (lesapareciendo y diluyéndose no sólo por su falta de capacidad empresarial, sino por su miopía sociológica. Ya pueden matar a cincuenta personas diarias, que entre más despachen,'aunque sean de los de otros cárteles diversos al suyo, la sociedad anota: "otro menos' Ellos nos han enseñado que no hay uno mejor que el otro, que todos son iguales, como si fueran partidos polítícos en tiempo electoral. El gobierno, los gobiemos, ya podrían guardar sus aperos; ellos solitos se están aniquilando por su inculmra y su ambición.

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