Porque el acuerdo de castigar hasta con nueve años de cárcel a quienes fabriquen, adulteren, distribuyan y vendan bebidas alcohólicas adulteradas, además de que puede ser considerado el ilícito como delincuencia organizada, como establecieron los diputados federales, pareciera una puntada de humor ácido, pero nunca una solución al grave problema de los alcoholes falsos que circulan por toda la república. Peor aún es que ahora esa propuesta se va a llevar a votación general en la Cámara de Diputados para su aprobación, cuando es costumbre que los 500 legisladores estén preocupados por su futuro político, más que por un dictamen que no les afecta en su grilla y que la arrogancia les dictará que hay mayores asuntos por discutir y aprobar que lo de las bebidas chafas.

El autor de la propuesta es el diputado del PRI Arturo Zamora, quien pretendió ser gobernador de Jalisco, de quien debiera esperarse una labor más seria, ya que en su campaña tuvo acceso a información precisa sobre la industria tequilera, y ahora demuestra desprecio, cuando la actividad requiere de mayor impulso. Afortunadamente existe una opinión contraria a la propuesta de cambios de ley, la del diputado del PAN, Óscar Arce, quien participó en la discusión de esa ingeniosa propuesta y sostuvo que en el futuro se debe cuidar que no se tipifique a cualquier actividad ilícita como delincuencia organizada, debido a que se corre el riesgo de saturar de trabajo a la Procuraduría General de la República, a la vez que no se le otorga un presupuesto suficiente para combatir esos hechos.

Existen voces dentro de la industria tequilera y de otros sectores que insisten en que el problema de las bebidas falsas no debe criminalizarse. Al contrario, dicen que debe combatirse por otros medios siendo quizá el más efectivo el de una certera promoción de las buenas bebidas, de sus características de originalidad, de su certificación, del comercio en puntos de venta reconocidos, de impulsar una cultura de las buenas prácticas de consumo, para no observar en cada consumidor un presunto miembro de la delincuencia organizada y propenso a irse nueve años a la sombra.

No debe distraerse la atención de que el problema de la falsificación de las bebidas es grave, pues datos en el mercado señalan que de cada diez botellas, seis son falsas, adulteradas con productos que en muchos casos ponen en riesgo la salud de los consumidores, por lo cual se debe penetrar más en la información de quien busca las bebidas para desactivar toda una cadena de producción de artículos negros.