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COORDENADAS / La nueva oleada de la crisis.
13/09/2011
Enrique Quintana
Ciudad de México.- Cuando se presentan condiciones como las que hoy tenemos en la economía mundial y los mercados financieros, en realidad se entrelazan procesos que tienen ritmos y tiempos diferentes.

Ciudad de México.- En la actualidad hay al menos dos que conviene separar: el primero es el lastre que genera para el crecimiento mundial el proceso de desendeudamiento tanto en el ámbito público como privado. El segundo tiene que ver con las volátiles expectativas financieras que amenazan, con recurrencia, con precipitar una nueva crisis, ahora por las nuevas dudas que han surgido respecto a las deudas en Europa, pero que ya nos ha pegado, sobre todo en el mercado cambiario, con los altos niveles a los que llegó el dólar el día de ayer.

Veamos el primer factor.

Tras el reventón financiero de 2008 y la caída que tuvo lugar en 2009, comenzó un proceso de desendeudamiento de familias y empresas, sobre todo en los Estados Unidos.

Cuando el sector privado comenzó de nuevo gradualmente a gastar, se empujó la recuperación del año pasado.

Pero resulta que ahora quienes tienen que emprender este proceso de desendeudamiento son los gobiernos y esto va a representar una carga a la economía probablemente por varios años.

Digamos que será casi imposible que Europa y Estados Unidos vayan a crecer a tasas elevadas en el próximo lustro al menos.

Ese hecho genera un lastre sobre el conjunto de la economía mundial, que gravita ante todo en países como el nuestro, altamente dependiente a una de esas dos zonas: Estados Unidos.

El otro asunto de la inestabilidad financiera tiene que ver con los procesos de erosión de la confianza en las soluciones que se han dado a los diferentes eventos críticos que hemos visto, como puede ser la situación de Grecia o las dudas respecto a la verdadera exposición que tienen los bancos europeos a los bonos griegos e italianos.

Mientras no haya una solución de fondo, y hasta ahora no la habido ni se vislumbra en el horizonte, serán recurrentes estas situaciones de inestabilidad, como la que hemos vivido en los últimos días.

Sea por el juicio de una calificadora -como fue el caso de S&P en EU- o por la percepción de que ocurra la temida y anticipada suspensión de pagos por parte de Grecia, seguramente veremos episodios más a lo largo, por lo menos, de todo este año.

Lo peor es que la inestabilidad persistente con un sesgo de caída en los mercados bursátiles también contribuye a la baja en la actividad económica por dos vías.

Por una parte, aumenta la desconfianza de consumidores y empresarios, que empiezan a posponer sus decisiones de gasto e inversión a la espera de contar con una perspectiva más clara.

Por otra, al reducir el valor de los activos de muchas personas físicas, induce a que la gente se sienta más pobre y, por lo menos, ajuste a la baja sus decisiones de gasto, al menos en las naciones en las que hay amplios segmentos de la población que tienen inversiones en bolsa a través de fondos de pensiones.

No nos engañemos, la situación no se va a componer sola. Hay que analizar las implicaciones que tiene para México. Esto lo haremos en un próximo artículo.

Fuente: Reforma    
Categoría: INDICADORES ECONOMICOS Y PROSPECTIVA    





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