En el encuentro, que se desarrollará el 19 y el 20 próximo, se buscará consenso para enfrentar el avance mundial de las ENT, sobre lo cual los científicos concuerdan en la factibilidad de reducir la carga de enfermedad mediante la aplicación de medidas de prevención primaria, intervención sanitaria y mejora de la vigilancia.

La reunión de alto nivel apuntará a dar mayor prioridad en la agenda mundial a estas enfermedades e incluirlas en los Objetivos de Desarrollo del Milenio establecidos en 2000 por la ONU, con el propósito de arribar a 2015 con indicadores precisos que expresen el progreso mundial sobre este tema.

Las ENT son enfermedades que no se transmiten por medio de un proceso infeccioso y comprenden a las cardiovasculares, el cáncer, las lesiones y los accidentes.

Los factores de riesgo que influyen en las ENT son biológicos (hipertensión, aumento del colesterol, sobrepeso), conductuales (dieta, actividad física, tabaco, alcohol) y determinantes sociales (condiciones de vida, estructura de producción, legislación, ámbito socio económico y cultural).

Estas enfermedades constituyen un problema global, ya que afectan a países pobres, en vías de desarrollo y desarrollados, y causan la mitad de las muertes prematuras y discapacidad, con un 30% de decesos antes de los 60 años.

Una reciente publicación del Boletín de la Organización Mundial de la Salud (OMS) consigna en 36 millones por año el total de defunciones ocasionadas por las ENT, de las cuales 29 millones corresponden a países con ingresos bajos y medios.

Los tratamientos de estas patologías involucran un alto costo para las economías individuales, familiares y sociales, y según un trabajo del Foro Económico Mundial presentado en 2009, en Estados Unidos las enfermedades cardiovasculares y la diabetes tienen un costo de 750 billones de dólares por año.

En 2001, en Argentina se registraron 285.941 muertes, y de ellas el 52% se atribuyó a las ENT, tras lo cual el Ministerio de Salud realizó en 2005 la Primera Encuesta Nacional de Factores de Riesgo, para determinar bases en su prevención y control.

En 2009 se desarrolló la Segunda Encuesta Nacional para monitorear la evolución de los factores de riesgo y el impacto de las políticas de prevención establecidas, con el objetivo de generar una planificación y ejecución de la Estrategia Nacional de Prevención y Control de las Enfermedades No transmisibles (ECNT).

Esa estrategia se conformó con tres líneas de acción, de las cuales la primera es la promoción de la salud con intervenciones en la población, haciendo énfasis en la alimentación saludable, la actividad física y la lucha contra el tabaco, como lo contempla el Plan Nacional Argentina Saludable.

Otra fue el fortalecimiento y reorganización de servicios de salud para las enfermedades crónicas y sus factores de riesgo, mediante guías clínicas facilitadoras, y la tercera fue el fortalecimiento de la vigilancia.

Estos lineamientos se integran en la gestión de incrementar la actividad física, reducir la obesidad y la ingesta de sodio y grasas trans; incrementar el consumo de frutas y verduras; control de la hipertensión, el colesterol y la diabetes; cesación tabáquica y prevención del cáncer femenino.

Las ENT pueden ser controladas, pero no sólo como un problema técnico sino también político, por lo que gobernantes, ministros de salud y formuladores de políticas públicas deben apoyar estas iniciativas mundiales con un mayor compromiso e instalar a las ENT como tema importante en sus políticas sanitarias.

El secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, afirmó que la cumbre de septiembre en Nueva York representa nuestra oportunidad de obtener el compromiso internacional de que se asigne a las Enfermedades No Transmisibles la alta prioridad que les corresponde en el Programa Mundial de Desarrollo.