
Economía Informal.
07/01/2010
Macario Schettino
Macario Schettino
La oposición descalifica de todas las formas imaginables el alza: causará inflación, es una traición al Congreso, empobrecerá a la población, y ahí póngale lo que guste. Es normal, así es la política y no debería sorprendernos. Pero también se puede analizar este asunto con menos emoción y un poco de números, para ver si es tan mala como dicen.
El consumo de gasolina en México ha crecido a gran velocidad en los últimos años. De hecho, sólo China ha tenido
crecimientos similares. De 2003 a 2007, ambos años incluidos, el crecimiento en la demanda de gasolina en nuestro
país ha crecido a un ritmo promedio superior al 6% anual. Gracias a ello, pasamos de consumir 600 mil barriles diarios
en 2003 a 760 mil en 2007. Puesto que la producción nacional no se ha movido en todo ese tiempo, todo ese
incremento se ha ido a importaciones. Así, mientras que en 2003 importábamos 150 mil barriles diarios, para 2007
superábamos los 300 mil. Se duplicaron las importaciones en esos cinco años.
En 2008, el crecimiento de la demanda se moderó un poco, debido a la menor actividad económica, y apenas superó el
4%. Y en 2009, con la recesión, no hubo crecimiento. Sin embargo, tampoco se contrajo el consumo de gasolina, a
pesar de que la economía lo hizo en 6 o 7%. De enero a noviembre del año pasado, consumimos casi 790 mil barriles
diarios, lo que significa importaciones de 340 mil barriles, frente a una producción nacional de 450 mil. Más grave aún,
en octubre y noviembre de 2009 ya hay un crecimiento frente a los mismos meses del año anterior, lo que apunta a que
esperemos un incremento de cosa de 30 mil barriles diarios adicionales en este año, y muy posiblemente en el
siguiente. Falta ver si la ampliación de Minatitlán, que debería aportar 50 mil barriles diarios a la producción nacional,
finalmente entra en actividad, y con eso las importaciones dejan de crecer.
Las importaciones de gasolina son muy importantes, porque cada barril de gasolina nos cuesta cosa de 30% más de lo
que vale un barril de petróleo de mezcla mexicana de exportación. En 2006, ese sobreprecio era de 70%, y ha bajado
conforme el precio del crudo sube, porque no es fácil trasladar ese incremento a los consumidores a nivel internacional.
Dicho de otra manera, si el precio del crudo se estabiliza, el margen de la gasolina sube, de forma que para no tener
sustos, debemos imaginar que ese margen rondará, en estado estable, el 50%. Por cada barril de gasolina que
importemos, debemos exportar 1.5 barriles de crudo, pues. Haciendo la misma operación para los demás combustibles
y aceites, por cada barril de gasolina importado, hay que exportar 3 barriles de crudo. Si estamos importando 340 mil
barriles de gasolina, nada más para no tener sustos, tenemos que exportar un millón de barriles de petróleo. En eso
estamos ahora, y no hemos tenido mayores problemas porque el margen de la gasolina, como decíamos, se ha
reducido gracias a la volatilidad de los precios del crudo.
En consecuencia, elevar el precio de la gasolina tiene la ventaja de que debe, si no reducir su consumo, al menos
reducir el crecimiento en el consumo. Esto debimos hacer en 2008, en lugar de subsidiar, como lo hicimos, una
demanda excesiva de gasolina con un subsidio implícito muy elevado. Y esto nos lleva a la segunda razón por la cual el
alza en precios es conveniente. A diferencia de lo que pasa en otros países, en México la gasolina la vende una
empresa del Estado, y lo hace a un precio que se determina por cuestiones administrativas, que no tienen que ver con
lo que ocurre en el mercado. A veces, el precio internacional sube tan rápido, como entre 2006 y 2008, que el precio
administrado no alcanza a seguir, y el Estado acaba perdiendo dinero (es decir, usted, que debe subsidiar a quienes
usan la gasolina). Por el contrario, frente a caídas rápidas del precio del crudo, puede ocurrir que el Estado obtenga ingresos extraordinarios por no bajar el precio de la gasolina (algo que hace muchos años que no pasa en México).
Al elevar el precio de la gasolina, el gobierno logra dos cosas: que la demanda no crezca demasiado rápido y que sus
ingresos no se reduzcan. A cambio, tiene el costo de presionar la inflación, y sobre todo, el costo político de recibir
insultos por todas partes.
Es interesante notar que frente a un incremento muy pequeño en el precio, los insultos son de buen tamaño, lo que nos
lleva a preguntarnos, ¿por qué no subirlo más, si de cualquier manera se iban a enojar? Si es debido a las presiones
inflacionarias, tampoco parece una razón tan relevante, puesto que mantenemos todavía una inflación bastante
moderada. Esta columna hubiera preferido una mayor alza desde 2008, para evitar los grandes incrementos en la
demanda que hemos sufrido, y preferiría un mayor precio hoy, para reducir el riesgo que tenemos en las finanzas
públicas. Eso de que los impuestos se utilicen para subsidiar a quien tiene automóvil no suena a una política distributiva
muy brillante.
Como hemos ya comentado, estamos en tiempos de cambio muy profundo, aunque muchos no lo vean. Valdría la pena
que tuviésemos políticas más inteligentes, con subsidios mucho mejor dirigidos, y con incentivos claros en la dirección
que necesita el país. En el caso que nos ocupa, hacia una menor demanda de combustibles. En suma, bienvenida el
alza, y ojalá fuese mayor.
Fuente: El Universal
Categoría: INDICADORES ECONOMICOS Y PROSPECTIVA
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