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El hidrógeno como fuente de energía ¿Es el pulque una solución?
21/06/2011
Argelia Vargas Yasushiro Matsumoto/Rafael Baquero
El pobre pulque está saliendo de una etapa en la cual se le acusaba de muchos males y, en particular, de ser uno de los principales responsables del alcoholismo en México.

Pero, desde que lo pusieron en un elegante recipiente de lata (reciclable, esperamos), el pulque recibió tarjeta de presentación y entró en varios hogares, incluso muy refinados, algunos. No podemos negar, de cualquier manera, que el pulque es muy mexicano, es muy nuestro, se toma con canciones de mariachi y es fuente de alegría para muchos. Por otro lado, consumimos mucho petróleo en México como en casi todos los países del mundo. ¿Puede ser indiferente el pulque a esta situación? La respuesta es que quizás no. Veamos por qué.

El problema es que, aunque se ha encontrado formas nuevas de recuperar el petróleo que se encuentra en pozos con mucho lodo, como en los grandes yacimientos en Venezuela y en Canadá, el petróleo es un recurso no renovable y, más tarde o más temprano, se acabará. Por esta razón, buscar nuevas alternativas energéticas ha sido uno de los intereses más notorios de muchos países en época reciente. Una de las varias alternativas para sustituir el petróleo es el hidrógeno. Su combustión sólo produce agua y, por lo tanto, no contamina. En los últimos años, se ha desarrollado, de manera notoria, tecnologías para su aprovechamiento como energético, como combustible para autos, por ejemplo.

El hidrógeno se obtiene por hidrólisis, es decir, la separación del hidrógeno y del oxígeno del agua. Este proceso es caro, aunque, en algunos países se está ensayando abaratar la producción usando la energía eólica para suministrar la energía eléctrica necesaria, a más bajo costo. Este proceso puede resultar económicamente viable en zonas con mucho viento. Pero el hidrógeno se puede obtener también a partir de otros insumos primarios como energía solar y la biomasa, entre otros, que existen en México en cantidad suficiente. Se estima, por ejemplo, que en el país se obtiene 73 millones de toneladas de residuos agrícola–forestales que pueden resultar provechosos en esta dirección.

Los datos de la producción de energía muestran que, en nuestro país, seguimos dependiendo casi totalmente del petróleo y del gas natural, mucho del cual se importa de Bolivia. La Información tomada del portal http://sener.gob.mx /res/0/Politicas_Medidas _Integracion.pdf indica que sólo el 6.2 por ciento de la energía producida en México proviene de recursos renovables. La distribución de las fuentes de energía que se usan en México muestra que entre el año 2000 y 2006, esencialmente, el 70 por ciento provino del petróleo y, aunque desde ese año al 2009 este porcentaje ha venido bajando, es aun mayor al 61 por ciento. El uso de gas natural, otra fuente no-renovable, se ha venido incrementado en forma proporcional a la disminución del consumo de petróleo y llega ya a casi al 30 por ciento. El carbón, otra fuente no-renovable, contribuye con el 2 por ciento y la energía nuclear con el uno por ciento. Las energías renovables, en total, sólo proporcionan alrededor del 6 por ciento. Esta situación llama a una reflexión profunda e invita a tomar acciones sin demora.

Una, entre varias respuestas, es la bioenergía. La bioenergía se define como la manera de generar energía a partir de biomasa: “materia viva” o derivada de seres vivos. Incluye un rango amplio de productos como, por ejemplo, residuos agrícolas y pecuarios, oleaginosas, y otros varios más. La producción de biocombustibles depende sobre todo del potencial ambiental, social y económico de cada región.

En la categoría de biocombustibles entra la obtención de hidrogeno a partir de biomasa; autores como Soria F. muestran cómo se puede obtener hidrógeno a partir de biodigestores de líquidos orgánicos que producen metano y CO2; Buitron reporta el uso de aguas residuales de la industria del tequila para la producción de hidrógeno mediante procesos anaerobios sin recurrir a la formación de metano; y J.C. Vargas relata cómo se produce hidrógeno a partir del reformado de etanol, el cual es un alcohol presente en los fermentos de bebidas alcohólicas y algunos destilados.

En México existen diversas bebidas que producen etanol, metano y metanol como subproductos de sus procesos de elaboración; entre ellas el pulque, bebida que se obtiene del maguey, rica en azucares.

México es el centro de origen de la familia Agavaceae, a la cual pertenecen ocho géneros, entre ellos el género agave. De las 273 especies descritas de esta familia que se distribuye en el continente americano -desde Dakota del Norte, EU, hasta Bolivia y Paraguay- en México se encuentra la mayor diversidad con 205 especies, de las cuales 151 son endémicas. Los estados más ricos en número de especies son Oaxaca, Chihuahua, Sonora, Coahuila, Durango y Jalisco.

En los Valles Centrales de Oaxaca, en los distritos de Tlacolula, Etla, Zaachila, Zimatlán, Ejutla y Miahuatlán, crecen varias especies de agave, entre ellas A. angustifolia y A. korwinskii. La primera es la más utilizada para la elaboración de otro aguardiente muy característico de nuestro país, el mezcal.

El procedimiento de elaboración del mezcal es similar al del tequila: ambos casos incluyen cuatro procesos: cocimiento de la “piña”, su machacado, fermentación y destilación, pero el tequila se destila dos veces y el mezcal se destila solamente una.

Las especies de las cuales se obtiene el pulque son A. salmiana, A. mapisaga, A. atrovirens, que se distribuyen principalmente en el Valle de México, en los estados de México, Tlaxcala, Hidalgo y Puebla.

Al igual que el maguey mezcalero y el tequilero, el maguey pulquero requiere aproximadamente diez años para alcanzar su madurez y poder ser aprovechado. La etapa productiva de un maguey pulquero comienza cuando éste es “capado”, es decir, cuando se le corta el conjunto de pencas más tiernas del centro de la planta para que, al cabo de cuatro meses, comience a dar sus primeros litros de aguamiel. El periodo de producción del aguamiel dura generalmente de tres a cuatro meses, y rinde, en promedio, unos 300 litros por planta. De la fermentación del aguamiel, que tarda menos de 24 horas, se obtiene la bebida alcohólica que conocemos como pulque.

El contenido alcohólico depende del tiempo que haya fermentado, la concentración en grados varía entre los seis para pulques tiernos y los 20 para pulques fuertes. Por el grado de alcohol y de componentes orgánicos, el pulque es una excelente fuente para la obtención de biomasa y posterior extracción de hidrógeno por alguna de las técnicas antes mencionadas. Su estudio será una apuesta al futuro de los energéticos. Captar los gases que se producen durante la fermentación para extraer el hidrógeno no interfiere con la producción del pulque y sólo le añade valor adicional a esa industria. Por otro lado, la producción de hidrógeno por esta vía podría contribuir a la reutilización y siembra del agave pulquero en peligro de extinción, a impulsar las zonas agrícolas cercanas a los valles de Hidalgo Tlaxcala y Jalisco, y a generar nuevas industrias.

El pulque, de tan alegre tradición como bebida nacional, puede ser también, entonces, una alegre solución para incrementar nuestras fuentes no-renovables de energía. La idea merece un detallado estudio de factibilidad económica.

¡Brindemos por ello!

I Griselda Argelia Rivera Vargas es estudiante de doctorado en el programa Doctorado en Ciencia y Tecnología para la Sociedad del Cinvestav (DCTS)

II Y. Matsumoto es investigador titular del Departamento de Ingeniería Eléctrica del Cinvesav y del DCTS

III R. Baquero es investigador titular del Departamento de Física del Cinvestav y del DCTS.

Fuente: La Crónica    
Categoría: TIPOS DE PRODUCTO    





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