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COORDENADAS Rechazar la mediocridad.
15/12/2009
Enrique Quintana
Uno de los problemas graves que nos puede dejar esta crisis es conformarnos con poco y estar contentos con nuestra mediocridad.

Conformarnos con ella es estar contentos porque no nos quitaron el grado de inversión, aunque nos hayan

bajado la nota.

Otro ejemplo es darnos por satisfechos porque el empleo formal ya sólo cae a una tasa de 2.2 por ciento en

noviembre; o, porque la economía va a crecer al 3 por ciento en el 2010; o porque los mercados financieros

ya no se deterioran más.

Pareciera explicable que cuando hemos tenido una caída de 7 por ciento, crecer al 3 por ciento nos suene

maravilloso.

Pero precisamente por eso hay que vacunarnos en contra del conformismo a la mediocridad.

Si las inercias siguen, a todo lo que podemos aspirar es a que en diciembre de 2012, cuando termine este

sexenio, hayamos apenas regresado al ingreso per cápita que teníamos antes de que estallara la crisis.

Y si la economía creciera por 20 años a una tasa promedio de 3.5 por ciento, que hoy nos puede parecer

magnífico, y por lo tanto el ingreso por persona lo hiciera a 2.6 por ciento, aspiraríamos a que en el año 2030

tuviéramos un ingreso por persona equivalente a 17 mil 430 dólares, lo que equivale al 55 por ciento del nivel

de vida que tiene hoy España y sería apenas equivalente a lo que hoy tiene Corea del Sur.

Una explicación del porqué una tasa de crecimiento del 3 por ciento nos parece muy buena es porque al

volver la vista hacia el pasado encontramos que en los últimos 20 años el PIB por persona creció en México

en 25.5 por ciento, lo que significa apenas un crecimiento anual de 1.1 por ciento en promedio.

Por esa razón es que pareciera que un 2.6 por ciento per cápita es fabuloso, cuando en verdad es una cifra

mediocre para un país subdesarrollado.

Para salir de esa visión requerimos tener algún objetivo ambicioso, que logre movilizar las energías del País.

Si nuestro objetivo fuera, por ejemplo, alcanzar el nivel de desarrollo que actualmente tiene España, en un

plazo de 30 años, se requeriría que el PIB por persona creciera a una tasa media anual de 4.5 por ciento.

Suponiendo que el crecimiento natural de la población sigue como ahora, en 0.9 por ciento anual,

necesitaríamos un crecimiento promedio de 5.4 por ciento al año.

Lo que hoy puede parecer tan lejano, en realidad es algo que ya vivió la economía mexicana y por un

periodo muy largo.

Si consideramos el lapso que corre entre 1950 y 1980, encontramos que el crecimiento económico promedio

de nuestro País alcanzó el 6.4 por ciento anual.

Es cierto que en los 70 se dieron bases para la quiebra de este esquema, pero también que tuvimos

probablemente dos generaciones, todos los que nacieron de los 40 hasta finales de los 60, que crecieron en

una economía que se expandía.

Nos hacen falta esas figuras que eran los flechadores del sol, que lanzaban al cielo flechas que ni por asomo

iban a acercarse siquiera al astro. Pero que, en los intentos de conseguirlo disparaban más y más alto.

Lo peor que nos puede pasar como nación es creernos que somos incapaces hoy de hacer lo que hicieron

nuestros padres o lo que en este momento están realizando los pueblos de otras latitudes.

Si nos lo creemos, estaremos de antemano condenados a la mediocridad

Fuente: Reforma    
Categoría: INDICADORES ECONOMICOS Y PROSPECTIVA    





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