De acuerdo a la ley de la oferta y la demanda, el precio del agave se desplomó en un lapso de ocho años y ante el exceso de materia prima, Jalisco y Guanajuato decidieron cerrar su mercado, “no sabemos si esa conducta proteccionista y monopólica se castigue, pero hubo momentos en que quisimos colocar nuestro producto con empresas jaliscienses y nos dijeron que no, nada de agave michoacano, ese no entra.

“En un momento determinado fuimos un peligro para sus planes comerciales y con desprecio y maldad trataron de ahogarnos, posiblemente para desparecernos o quitarnos del negocio. Pero también de nuestra parte fue una mala planeación, debimos haber tenido un plan de crecimiento y prever escenarios, pero no teníamos la experiencia y creímos que se actuaría de buena fe y el gobierno del estado nos ayudaría, pero no fue así.

“Para sacar la producción de agave en puerta se ideó construir algunas tequileras para rescatar las miles de piñas en los 22 municipios que conforman la DDO, lamentablemente se empezaron a pudrir en el campo y las pocas que quedaron en una acción desesperada tuvimos que regalarlas”.

Aunque el gobierno planeó en su momento la entrada en operación de siete u ocho tequileras como una salida al problema, hasta la fecha ninguna de ellas está trabajando. “No sabemos el porqué, pero las factorías ubicadas en Santiago Tangamandapio, Sahuayo, Jiquilpan, Maravatío y Churintzio no están en operación. Pero aunque hipotéticamente trabajaran, no alcanzarían a satisfacer la demanda. Esta medida fue defectuosa y a destiempo”, consideró.

Actualmente la gran mayoría de los productores michoacanos no quiere saber nada sobre este rubro, menos los 40 o 50 agaveros de La Piedad, que se llevaron una traumática lección en este asunto.

Luis Herrera reconoce que la organización Agaveros de Michoacán no supo moverse, le faltó profesionalismo, planeación y sobre todo concretar proyectos que bien hubieran solucionado, si no todo el problema, por lo menos no se hubiera perdido todo, pero no solucionaron nada, no hubo seriedad, reconoce.

Aunque no proporciona números y cifras estadísticas que ayuden a delimitar la magnitud del problema en el estado, el agricultor nos da su experiencia personal como un ejemplo de lo que pasaron los agaveros:

“Tenía alrededor de 33 hectáreas sembradas con agave azul Tequilana Weber, la principal materia prima en la elaboración del tequila, con más de 95 mil piñas. De este número sólo comercializó alrededor de 25 viajes, de 20 toneladas cada uno a 30 centavos por kilo. En dinero representaban seis mil pesos cada viaje. Nada en comparación a 360 mil pesos por viaje cuando el precio del agave se pagaba a 18 pesos kilo”.

Reconoce que si se suma el precio de mano de obra para cuidar la planta, fertilizantes y renta de tierras (en algunos casos), el precio del agave todavía sería negocio hasta en tres pesos, pero a 30 centavos… pues mejor que se pudra y eso pasó perdimos. Hubo quien sembró hasta 150 hectáreas.

“Actualmente sólo tengo unas siete mil plantas sembradas, pero en un futuro ya no lo veré como un negocio, sino hasta como ornato, para que mis tierras no se vean olvidadas y no dejaré de sembrar porque sé que en un futuro subirá el precio del agave. La Piedad está perdiendo una oportunidad de negocio por la falta de apoyo gubernamental”.