Guadalajara.- Desde hace muchos años, el tequila y el arte tienen una relación cercana. Ya sea para hacer más atractivas las botellas de la bebida o para hacer más grandes las ganancias de quienes la producen, el arte y la industria tequilera han tenido una buena relación productiva. A partir del mediodía de ayer, en el municipio de Tonalá se pueden apreciar algunos objetos que así atestiguan esto, con las exposiciones “¡Tráiganme la botella! El cofre del tequila” y “La patria en el agave”.

Carlos Tomás es el responsable de una serie de fotografías de gran formato que se exhiben en el camellón de la avenida Tonaltecas con la exposición “La patria en el agave”. Se trata de un fotógrafo que lleva ya años retratando el paisaje agavero y en donde lo muestra al espectador de una manera íntima, con la gran belleza del valle de Tequila, entre un volcán y un río con la serie de cultivos de agave azul que muestran la magnificencia del lugar cuyas 34 mil 658 hectáreas fue declarado en 2006 como Paisaje Cultural en la lista de patrimonio mundial de la Organización de las Naciones Unidas para la Ciencia, la Educación y las Artes (Unesco).

“Durante estos años que llevo retratando el lugar no he dejado de maravillarme de la belleza de este lugar. Creo que tiene un gran valor en el sentido de lo bonito que es, pero también lo que representa para nuestro país, la economía que ha movido y todo lo que significa para nuestra tierra. Eso es lo que espero transmitir con las fotografías”, sentencia Carlos Tomás.

Mientras tanto, en el Museo Regional Tonallan, se exhiben más de 150 botellas hechas bajo la técnica de vidrio soplado. “La botella es el cofre donde el líquido rey del México orgulloso de sus raíces (el tequila), guarda sus olores, sabores y potencias. Es precisamente en las botellas en donde se guarda ese tesoro. Para muchos artesanos de Tonalá la convergencia de varias empresas que emplean sus servicios han resultado en verdaderas obras de arte”, sentencia el director de Cultura en Tonalá, Ricardo Duarte.

Por su parte, el poseedor del récord Guiness Hipólito Gutiérrez, cuenta que el tequila y las botellas de vidrio soplado han sido parte de su vida desde que era un niño. “Es algo a lo que me he dedicado desde siempre y me siento muy contento de que ese trabajo se reconozca y se exhiba en un museo como este”

“¡Tráiganme la botella! El cofre del tequila” y “La patria en el agave” permanecerá en exhibición durante un mes.

Una tradición de arte y utilidad

Según las crónicas el vidrio llegó a Puebla, México en 1542 con los españoles, allí se instaló la primera vidriera y poco tiempo después en Veracruz, Jalisco y ciudad de México, después llegó a Nuevo León y Durango. La mayoría del vidrio soplado en el país mantiene sus objetivos utilitarios, con él se crean botellas, vasos, botellones y desde 1722 con las nuevas aplicaciones, se comenzó a realizar la producción de vidrio plano y espejos. Fue en 1903, cuando Odilón Ávalos mantenía la fábrica en Guadalajara, cuando las tequileras comenzaron a utilizar las botellas de vidrio soplado (vidrio derretido que se toma con una caña para moldear algo soplando por ella) o con tonos nacidos del hierro, óxido de cobalto, manganeso, níquel, zinc, estaño, oro, cobre, rubí y carbón (azul, verde, amarillo, café, rojo y rosa) para envasar la bebida nacida del agave azul.