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COORDENADAS Nuestros riesgos financieros.
05/04/2011
Enrique Quintana
Los riesgos financieros no se han ido. Las finanzas del País están sólidas, pero siguen vulnerables.

Imagine usted que vivimos en la costa de una zona altamente sísmica.

Si seguimos las normas y vivimos en un país desarrollado, como Japón, seguramente reduciremos los riesgos de que un terremoto o tsunami vaya a destruir nuestra vivienda... pero no bajaremos esa posibilidad a cero.

El primer informe del Consejo de Estabilidad del Sistema Financiero, que ayer se dio a conocer, dice que hemos tomado las medidas que están en nuestras manos para dar solidez a nuestra vivienda... pero que más nos vale no perder la conciencia de que estamos en una zona sísmica, es decir, que siguen presentes riesgos de inestabilidad.

El reporte refiere tres: la posible reversión abrupta de los flujos de capital financiero; el impacto de la situación de Europa en el sistema financiero mexicano, y una desaceleración abrupta de la actividad económica global.

Vamos por partes. El factor que más se analiza y más preocupa es el tema de una posible reversión violenta de los flujos de capital.

Diversos mercados emergentes en el mundo, entre ellos México, se volvieron muy atractivos para los inversionistas que buscaban rendimientos por arriba de las casi inexistentes tasas de interés en los mercados desarrollados.

El resultado es que al mercado de dinero de México llegaron 23 mil 127 millones de dólares el año pasado, una cifra que es igual a todo lo que llegó en los pasados 5 años y medio.

Además de eso, hubo 641 millones de dólares para el mercado accionario y 13 mil 333 millones en títulos emitidos en el exterior tanto por empresas como por el Gobierno.

En suma, los flujos de capital de cartera para México o sus empresas fueron de 37 mil millones de dólares.

El riesgo estriba en que los países desarrollados retiren los estímulos monetarios con los que respondieron a la crisis y con eso eleven las tasas de interés en sus mercados. Esa circunstancia podría producir una reversión de flujos, incluso muy rápida, simplemente ante la posibilidad de que ese hecho ocurriera.

Otro imán para el dinero puede ser el crecimiento. En la medida en que las economías desarrolladas crezcan más, sus necesidades de financiamiento serán más altas y, por lo mismo, reducirá el margen para los mercados emergentes o incluso requerirán de los recursos invertidos en países como México.

Finalmente, no hay que desestimar tampoco otro episodio de inestabilidad financiera en el mundo desarrollado.

Si pasara algo de lo anterior o una combinación de esos factores, habría que olvidarse del dólar barato, así como de la estabilidad relativa del mercado de cambios, y nos subiríamos de nuevo en la resbaladilla cuya altura y pendiente dependerían de lo abrupto de los movimientos de capital.

La transmisión de la inestabilidad también llegaría a la Bolsa y a las tasas de interés.

El Gobierno mexicano se ha preparado para estos sismos financieros, de la misma manera que los japoneses lo estaban para terremotos y tsunamis.

Era poco probable que ocurriera uno como el del 11 de marzo, pero pasó.

El énfasis en lo sólidos que son nuestro sistema financiero y la disciplina de las finanzas públicas federales puede hacernos perder de vista que no nos hemos mudado: seguimos en una zona de sismos financieros que bien podrían, pese a todo, darnos un buen susto todavía.

El tema requiere más análisis.

Fuente: Reforma    
Categoría: INDICADORES ECONOMICOS Y PROSPECTIVA    





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