La madrugada del viernes inició el operativo Alcoholímetro Colegiado del Ayuntamiento capitalino, en el que estuvieron presentes el presidente municipal, Eduardo Rivera Pérez; el secretario de Seguridad Pública, Felipe Lara Terrón, y el síndico municipal, Ernesto Bojalil Andrade, además de personal de la Comisión de Derechos Humanos.

Alcoholímetro Colegiado se realizó desde la media noche hasta las 3 horas del sábado, implementándose en la avenida Juárez y calle 29 Sur, contando con la presencia de personal de la SSPyTM, Sindicatura, Contraloría, jurídico, así como de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, Consejos Ciudadanos y la agrupación Justicia Ciudadana.

De igual forma, se puso en marcha el Juzgado Calificador Itinerante para facilitar a los infractores el cumplimiento de sus responsabilidades sin generar condiciones favorables para la corrupción, pues se eliminan traslados, se reducen significativamente tiempos para el pago de sus sanciones administrativas y se publican los montos de las mismas.

Por instrucciones de Lara Terrón, durante el operativo los elementos tienen prohibido hacer alguna otra revisión del vehículo que implique una falta, como conducir sin licencia o que ésta se encuentre vencida, verificación, entre otras, a fin de evitar la corrupción.

Empezó la noche

El operativo inició a la media noche; no habían pasado ni 30 minutos cuando fue sorprendida la primera de 12 personas que conducían en primer grado de intoxicación etílica. Se trató de un joven que conducía su camioneta en primer grado de alcoholismo; al pasar por el retén de la Policía Municipal se le practicó la prueba para determinar los grados de alcohol en la sangre y rebasó los 0.49 permitidos, por lo que fue remitido al juzgado calificador.

Se va, se va, se fue

La rutina fue la misma: se le marcaba el alto a un conductor, si tenía aliento alcohólico pasaba por la prueba para determinar el grado de alcohol en la sangre, y si el dictamen era apto seguía con su camino o directo al juzgado calificador.

Sin embargo, el conductor de un Bora negro decidió brincarse los pasos y huyó frente a la mirada extrañada del presidente municipal Eduardo Rivera Pérez; del secretario de Seguridad Pública, Amadeo Lara Terrón, y del director del CERI, Eduardo Vázquez Rossainz, quien ni con sus sistemas de cámaras pudo detectar por dónde se fue el sujeto, que hasta el momento no ha sido detenido.

Parecía ebrio

Después de varias horas seguían pasando conductores. Cerca de las 2 horas se le pidió al conductor de un Audi que bajara de su vehículo para que se le realizara la prueba respectiva, pero se negó; los elementos tomaron sus precauciones y cerraron la calle para evitar otra fuga.

Después de un intercambio de palabras el hombre descendió del lujoso automóvil y los elementos le explicaron cómo se llevaría a cabo la prueba: “Va a soplar fuerte por este tubo hasta que yo le indique”.

Los problemas comenzaron: el hombre que se identificó como Napoleón Álvarez no soplaba, al tiempo que los uniformados le exigían que lo hiciera: “No está soplando, señor”, le decían. “Sí estoy soplando”, replicaba.

Como no permitió que se le realizara la prueba, le pidieron que hiciera algunas actividades físicas para determinar que no estaba en estado de ebriedad. Éstas las superó -aun cuando tenía una lesión en la rodilla-, por lo que pedía retirarse, pero no era posible dado que insistía en no llevar a cabo la prueba para medir el alcohol en la sangre.

Cansado, el médico de la Policía informó a los elementos: “Está en primer grado, que se proceda”. El hombre se negó a abordar la patrulla y pidió al elemento a cargo que le dejaran hacer la prueba nuevamente, “que lo apoyara”.

“Está bien, pero debes cooperar”, le refutó el policía, pero otra vez el hombre hacía gesto de que soplaba, pero no lo hacía y exigía que le presentaran la documentación de la Secretaría de Salud que avalara el buen funcionamiento del aparato.

Minutos después la esposa del hombre intervino y dispuesta a terminar de tajo con el problema, llamó por teléfono a quien podría salvarlos del incidente. La voz detrás del teléfono pidió hablar con el responsable; el director de Tránsito municipal, Gustavo Loyola Juárez, pasaba cerca y la mujer le dio el teléfono.

Loyola Juárez escuchó a quien se identificó como comandante: “Ella no tiene ningún problema, pero el conductor está ebrio y se pondrá a disposición del juez Calificador”.

La mujer nuevamente intentó salvar a su esposo: “Bueno, entonces yo le soplo y yo manejo”, pero tal estrategia tampoco funcionó.

Casi media hora después, un joven fue detectado con aliento alcohólico. Le pidieron que se hiciera la prueba, lo que probaría que el aparato funcionaba. Así, el joven sopló fuerte y el aparato midió que era apto para conducir, y lo dejaron seguir su camino. De esta manera las autoridades pudieron confirmar que el aparato no se había descompuesto.

Ya había pasado media hora y más de siete pruebas tiradas cuando el hombre accedió a realizarla, esta vez sí sopló y el aparato le dio el resultado que sorprendió a todos los presentes: “Menos de 0.49 de aliento alcohólico, puede conducir”.

En ese momento empezaron los gritos del hombre, que exigía una disculpa pública. Arguyó que no había bebido, que pasó las pruebas a pesar de la lesión en la rodilla y que sus hijos estaban solos en casa, mientras los uniformados le quitaban el tiempo. Incluso amenazó a los elementos para que no se diera a conocer su nombre ni las placas de su automóvil.

NUMERALIA

Grados de intoxicación etílica

Aliento alcohólico 0 a 0.49

Primer nivel de intoxicación 0.50 a 0.99

Segundo nivel de intoxicación 1.00 a 1.49

Tercer nivel de intoxicación + de 150

Saldo del operativo

Aliento alcohólico 24 personas

Primer nivel de intoxicación 10 personas

Segundo nivel de intoxicación 2 personas

Tercer nivel de intoxicación 0 personas