Cuando he preguntado a diferentes jóvenes universitarios, si es posible acudir a una fiesta en la que no se consuma alcohol, la respuesta frecuente es que tal hecho es francamente imposible; festejar sin alcohol, es como besarse sin intercambio de saliva, según expresan. La personalidad adolescente convierte a los jóvenes en sujetos sumamente susceptibles de beber sin moderación alguna, aunque decir que esto sólo les sucede a los adolescentes sería un error, porque también algunos adultos beben sin moderación, mostrando con esto un patrón de conducta que probablemente se repetirá en los hogares.

Es característico de la personalidad adolescente vivir probando límites y rebasándolos, estar en un constante reto a las diferentes autoridades (paternas, escolares, sociales, etc.), asumirse con una fuerza física capaz de todo, que busque el experimentar y probar las situaciones que le son llamativas, como el alcohol.

El alcohol es una sustancia depresora que contiene etanol, como uno de sus principales elementos y que dependiendo de la edad, el peso corporal, los estados emocionales y las cantidades consumidas, determinará su grado de intensidad. Bajo los estados del alcohol, los jóvenes se sienten eufóricos, hablan mucho cambiando de tema constantemente, se vuelven muy sociables y desinhibidos. Pasan por fases de excitación que pueden llegar a la pérdida del juicio, desconectarse de lo que sucede a su alrededor, etc.

La pérdida de conciencia sobre lo que pasa y ocurre a su alrededor, conlleva a que pongan en peligro su vida y la de terceros ya que son incapaces de reconocer los límites. Las emociones dejan de ser constantes, se pasa de la euforia a la tristeza y de ésta a la agresión, puede haber una pérdida del control de los movimientos. A niveles altos de ingesta, disminuye la temperatura del cuerpo y se cae en estados de inconsciencia total.

Imaginemos a un adolescente en ese estado -ahora al volante de un auto- las consecuencias pueden resultar graves e incluso fatales; jóvenes muertos, mutilados o lisiados dejan huellas emocionales indelebles en las familias. Conocer casos de adolescentes y jóvenes viviendo con alguna secuela derivada del alcoholismo, nos hace preguntarnos: ¿qué pasa con toda esa información? ¿qué sucede con las campañas de prevención? ¿qué es lo que hace falta para que los jóvenes entiendan las consecuencias?

Ahora bien, es importante mencionar que el alcoholismo en la adolescencia solo puede ser el primer paso de una vida entera con esta enfermedad. Justamente, el patrón para ser alcohólico se establece y define desde los años de la juventud. El joven adolescente alcohólico tiene muchas probabilidades de continuar en ese camino, donde las repercusiones las sufrirán la familia, la pareja y los hijos por lo que es un buen momento para reflexionar: ¿Qué tipo de futuro quieres para ti joven adolescente? … Línea UAM. www.lineauam.uam.mx Consulta en nuestra página web: ¿Soy un alcohólico? Próximamente podrás seguirnos por Facebook y Twitter. Estén pendientes.