En toda la primera parte de su presentación hace una apología de las acciones de Gobierno en muy diferentes ámbitos, y al terminar de escuchar esa parte, uno queda con la idea de que no ha existido ninguna falla en lo que se ha hecho en casi 3 años.

Pero resulta que con el pretexto del centenario y bicentenario de la Revolución e Independencia, respectivamente, nos ofrece una agenda en la que implícitamente critica lo que no se ha hecho en estos años, algo de lo que no dijo una palabra en la parte inicial del discurso.

Y entonces nos ofrece una agenda de 10 puntos que parece constituirse en una especie de programa de gobierno que tiene como eje filosófico el cambio.

La lógica me dice que si a un país o a una organización se le va a proponer una agenda de cambio, se requiere plantear antes un diagnóstico que sustente la necesidad de ese cambio.

Por ejemplo, si el Presidente hubiera hablado del crecimiento de la pobreza en México, sobre la base de lo que las propias estadísticas oficiales reconocieron, sería más que justificado el primer punto de su agenda que apunta a concentrar los recursos presupuestales en el combate a la pobreza.

Si se hubiera referido al retroceso que México ha tenido en las mediciones internacionales de la competitividad, el punto cinco de la agenda, a propósito de una reforma económica a fondo, saltaría de manera natural.

Y así en todos los casos.

Ya sé que es casi imposible que un gobernante se suba a una tribuna y diga que lo lamenta pero que se han hecho las cosas mal y pida una segunda oportunidad para rectificar y entonces hacerlas bien. Pero en cierto sentido es lo que implica el discurso que ayer pronunció Felipe Calderón.

Bueno, lo importante, más allá de la posible incongruencia del discurso, es la real posibilidad de que se concrete el decálogo.

Hay cinco puntos específicos que se refieren a la economía.

Veámoslos.

1.- Una reforma de las finanzas públicas. Aquí la clave es hasta dónde está dispuesto a ir el Gobierno al redimensionar su estructura. Si el cambio es menor, poco va a ayudar. Si va al fondo y toca intereses, como los de los sindicatos del sector público, podría ser una reforma muy profunda.

2.- Una reforma económica para la competitividad que incluya la apertura a la competencia del sector energético. El problema con este punto es que no se ve cómo pueda pasar por el Congreso, pues apenas se intentó hace un par de años y fracasó.

3.- Una reforma de las telecomunicaciones para propiciar también una mayor competencia. En este caso, los problemas tienen nombre y apellido. Habría que afectar los intereses de Slim, así como los de las dos televisoras. ¿Se atreverá Calderón? Hasta ahora no lo parece.

4.- Una reforma laboral. En este caso sobran los proyectos, que se han debatido y que incluso han llegado a la Cámara. El tema es que los sindicatos se han apuesto a ello, y con el poder que hoy tiene el PRI parece difícil salvar ese obstáculo.

5.- Una reforma regulatoria de fondo, para partir de cero en la materia. En este ámbito se requiere afectar los intereses de la burocracia que, en la mayoría de las dependencias, es la que tiene realmente el poder. ¿Se podrá? Pues hasta ahora no se ha podido, pero hay que conceder el beneficio de la duda.

Hacer que el discurso de Calderón sea más que un discurso va a ser bastante complicado.

De nuevo le comento: ojalá me equivoque, pero creo que se quedará en buenos deseos.

Principales obstáculos al crecimiento

(Porcentaje de respuestas entre expertos)

08* 09*

Economía mundial débil 25% 23%

Ausencia de cambios estructurales 19 22

Debilidad del mercado interno 6 11

Incertidumbre interna 4 7

Política fiscal 1 7

Inseguridad pública 10 5

Incertidumbre cambiaria 0 5

Otros 35 20

*Sondeo realizado en los últimos días de agosto. Fuente: sondeo mensual de especialistas en economía del sector privado por parte de Banco de México.