
La reforma fiscal del PRI, ¿y si no alcanza?
28/01/2011
Enrique Campos Suárez
Enrique Campos Suárez
La jugada está muy bien pensada. Dar al gobierno una alternativa de algo que ha pedido desde el principio: una reforma fiscal en forma.
Eso es precisamente lo que tiene pensado hacer la bancada tricolor en el Senado, presentar hoy una propuesta que se convierta en iniciativa para cambiar radicalmente la forma de cobrar dos impuestos: el Impuesto al Valor Agregado (IVA) y el Impuesto Sobre la Renta (ISR). Los dos ejes del sistema tributario mexicano.
La propuesta llevará en la carátula el logotipo del PRI en el Congreso, pero no necesariamente contará con el respaldo de todos los priístas, porque modificar el IVA para cobrarlo de manera general es mucho para un número importante de los militantes de ese partido.
Del perredismo lo único que se pueden esperar son negativas, porque políticamente vive de eso.
Y en el partido del Presidente esta iniciativa priísta debería encontrar una aceptación inmediata. Pero puede no ser así.
La razón, más allá de la política y el sospechosismo con el que se tiene que ver una iniciativa que emane de Manlio Fabio Beltrones, tiene que explicarse en las matemáticas fiscales.
Simplemente, bajar la tasa de 16% actual a 12% propuesto -y a pesar de su generalización- podría no ser suficiente para cubrir los mismos niveles de recaudación.
Y mucho menos si se pretende al mismo tiempo reducir drásticamente la tasa del ISR.
El alto nivel de informalidad de la economía mexicana podría ser un impedimento muy claro para bajar tanto las tasas impositivas. Porque lo triste de este país es que unos pocos pagamos los impuestos que sirven para dotar de servicios a toda la población.
Y aunque el argumento es que todos consumen alimentos y medicinas, también es un hecho que hay cadenas de distribución de ambos grupos que viven en la informalidad absoluta.
Si las cuentas de Hacienda no cuadran, simplemente no pasa.
Pero, incluso en esa posibilidad, el PRI ya ganó. Porque puede presumir que hicieron lo correcto, hicieron lo que tanto quería el gobierno. Hicieron algo en beneficio de la sociedad y el contradictorio panismo lo rechazó.
El PAN lo podría dejar pasar en el entendido de que la peor factura le tocaría a la siguiente administración. Pero si la aplicación de una baja tan drástica se da para el 2012, los costos serían para este gobierno y en año electoral.
Una salida para tratar de salvar la propuesta implicaría un revire del blanquiazul proponiendo una tasa mayor del IVA. No 12% propuesto por el PRI, pero sí 13 o 14 por ciento. Eso, a pesar de darle viabilidad, le pega políticamente al PAN.
Mismo caso con el ISR en su proceso de homologación de reglas con el Impuesto Empresarial a Tasa Única (IETU). Que el PAN proponga una tasa superior a la iniciativa le cuesta políticamente a ese partido.
El IETU fue creado como resultado de la incapacidad política de taparle al impuesto directo vigente todos los enormes boquetes causados por la política, básicamente por las enormes concesiones que dieron los gobierno priístas a grupos políticos de presión.
Para mover el ISR tendrían que cerrarse las enormes avenidas de evasión que por años se le han creado. Y eso suena muy complicado.
Si se logra un consenso entre el PRI y el PAN para elaborar esta reforma tan importante, ganan los tricolores con finanzas más sanas para su posible futura administración. Y si no se logra un acuerdo y todo queda igual, los priístas ganan por quedar como los reformadores rechazados.
El PRD, como ya lo adelantó Encinas, dirá que no. Nada raro. Y en su tradicional intransigencia ganan entre su clientela habitual. Pero de ahí no pasan.
La carambola priísta es de tres bandas y muestra el colmillo largo y retorcido del senador Beltrones. Que está, de paso, posicionando su nombre con miras al 2012, por si se ofrece.
Fuente: El Economista
Categoría: FISCAL
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