
El gobierno litigante.
18/11/2009
Luis Aguilar
Luis Aguilar
No todos los relámpagos y truenos anticipan tormentas calamitosas, pero con frecuencia son su preludio.
Esto puede pasarnos si la Presidencia quiere gobernar en modo de discurso más que de
acción y si su discurso tiene el estilo de relámpagos y truenos de los abogados litigantes que
intentan ganar su querella acompañando sus referencias legales con frases acusadoras y aun
intimidadoras. La semana pasada hemos observado la confrontación verbal del Presidente con
sectores económicos clave del país y hasta con nuestros socios extranjeros. La Presidencia ha
agudizado su estilo litigante, adentrándose en una zona de riesgo político que reduce aún más su
capacidad directiva y lo destina a un aislamiento indeseado. El machismo discursivo puede ser
una fórmula mediática ganadora pero es un mal instrumento directivo.
No preocupa la confrontación del gobierno con el SME y hasta estamos de su lado por las
ineficiencias evidentes de la empresa pública eléctrica, aunque después de su liquidación
fulminante no se sepa nada acerca de cuál será el futuro de la relación del gobierno con los
trabajadores, relación que es crucial para la productividad del país y la estabilidad política. En
cambio, preocupa la confrontación presidencial con núcleos del empresariado mexicano, a
quienes la Presidencia acusó de haber descalificado deliberadamente el proyecto fiscal para el
2010, y con Estados Unidos, a quien acusó públicamente en la reunión de la APEC por el
proteccionismo de tipo político que practica al mantener su prohibición a que los transportistas
mexicanos crucen la frontera. La vieja izquierda puede aplaudir que el gobierno aporree al capital
y al imperialismo, pero la situación del país puede empeorar si la Presidencia, a causa de sus
arremetidas verbales inoportunas o impertinentes, se aísla de los sectores que poseen recursos
clave para relanzar económicamente al país o de naciones que pueden colaborar para facilitar
nuestra reactivación económica y reconstruir la imagen internacional de México, que ahora es
tierra de miedo y zona de desastre.
El aislamiento político presidencial (los chiflidos futbolísticos son síntoma) se debe en mucho a
sus discursos tronantes y a su insuficiente oferta de resultados concretos. En el viejo régimen el
estilo era hacer las cosas sin decirlas o decirlas con verdades a medias, mentiras o frases
sibilinas, ahora con los nuevos gobernantes hemos ido a parar al extremo de hablar siempre y
fuerte al estilo de abogados litigantes. Alzar la voz, regañar y poner cara de enojados en las
reuniones públicas ante micrófonos y cámaras pareciera querer enviar la señal de que ellos
mandan, de que no le temen a nadie y que las cosas sucederán porque las dicen. Así encaran y
desafían a los criminales y, menos acertadamente, acusan y responsabilizan de boicot a los
grupos empresariales, decisivos para el crecimiento económico, sin preguntarse sobre las
consecuencias políticas de su sermón, reproche o admonición. Sería una terrible paradoja que el
gobierno panista, después de haber encabezado el largo camino de la democracia, regresara a la
confrontación del gobierno con el empresariado tipo LEA o JLP.
Es un error político acusar y reprochar a los opositores o discrepantes, como si éstos no fueran
actores políticamente independientes, no fueran conscientes de la importancia de sus actividades
para el desarrollo del país y estuvieran obligados a someterse a cualquier decisión gubernamental
y a cargar sus costos sin manifestar sus razones y tratar de hacerlas valer. ¡Qué obsoleto es
nuestro arte de gobernar ("vieja gobernanza"), cuando es discurso de condena de los sectores
sociales a fin de someterlos! Esto vale también para los priistas y perredistas, ahora escondidos o
con sonrisa de salvadores de la patria.
¿Sabrán ya nuestros políticos y gobernantes que carecen del poder suficiente para imponer su
voluntad a otras instituciones sociales, particularmente las empresas privadas importantes, que
son en gran medida autónomas en la gestión de sus asuntos y saben resolver sus problemas sin
necesidad del gobierno? ¿Entenderán que el gobernar está hecho hoy de interdependencias y
asociaciones público-privadas más que de dependencias imposibles? Si los legisladores gastan
tanto en viajes por el mundo, ¿se habrán dado cuenta de cuáles son las nuevas pautas del
gobernar? Los políticos no pueden ser dirigentes a menos que se coordinen con las
organizaciones empresariales y con las del trabajo y las del conocimiento, nacionales y extranjeras. Coordinar, no subordinar, es el modo como hoy se gobierna en temas de crecimiento
económico y desarrollo.
El discurso de litigio, empleado por el presidente Calderón, tiene rendimientos directivos
decrecientes y ha dejado de ser convincente y respetado por aquellos ciudadanos que con su
capital, trabajo, profesión y conocimientos saben que el país sin ellos no podrá dar el salto y que
sin ellos los políticos serán los profesionales de las promesas, pero sin capacidad para realizarlas.
Fuente: Reforma
Categoría: INDICADORES ECONOMICOS Y PROSPECTIVA
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