De hecho, si los legisladores siguieran los tiempos usuales, el jueves 11 de noviembre quedaría listo.

La razón es que la última sesión ordinaria del pleno antes del término del plazo legal es el próximo jueves.

Pero si le aplican a la discusión presupuestal el mismo tratamiento que se le ha dado a la designación de los nuevos consejeros del IFE, entonces vaya usted a saber cuándo quede listo.

Y, además, la realidad es que no pasa nada cuando se aprueba después del plazo legal.

Tal vez recuerde usted las historias de los presupuestos que salían adelante el día 1 de enero y los relojes del Congreso se detenían exactamente a la medianoche del 31 de diciembre.

Todo indica que este año no será así, pero también hay indicios de que el presupuesto del año siguiente no va a cambiar prácticamente nada sustancial y la discusión va a ser un jaloneo por la cobija que representan decenas de miles de millones de pesos, que en términos absolutos son muchos, pero que en proporción al total llegan apenas a algunos puntos porcentuales.

El procedimiento que se sigue en México es aprobar primero la Ley de Ingresos, con lo que se fija un techo presupuestal que incluye los ingresos regulares y el endeudamiento que es autorizado. Para el año 2011 fue de 3.4 billones de pesos.

Lo que sigue es discutir cómo se van a asignar esos recursos.

Sin embargo, la estructura legal que tenemos en México condiciona una parte muy importante del presupuesto.

Por ejemplo, todo lo que se va a participaciones de los estados está fijado en ley y no está sujeto a modificaciones presupuestales. Para el 2011 es algo así como 500 mil millones de pesos y hay otro tanto de aportaciones federales, que también tienen reglas de operación específicas.

Así que de entrada quite 1 billón de pesos sobre los cuales prácticamente no puede discutirse.

Adicionalmente, el Gobierno también tiene costos financieros que no dependen de decisiones presupuestales, así como adeudos de ejercicios anteriores que deben liquidarse.

En conjunto, estos rubros representan otros 336 mil millones de pesos.

Como el presupuesto que habrá de repartirse es de 3.4 billones, aparentemente quedarían cerca de 2 billones de pesos a asignar.

La realidad es que el billón y medio del gasto corriente restante está fuertemente condicionado por los compromisos contractuales.

Por ejemplo, las provisiones a la Seguridad Social, aún sin considerar aportaciones adicionales por la crisis que tienen los institutos de este ramo, son de 330 mil millones de pesos.

El gasto total en servicios personales, es decir, nómina del sector público, asciende a 850 mil millones de pesos. Así que vaya restando otro billón 180 mil millones.

No entro a todos los detalles, pero lo realmente asignable en gasto corriente es tal vez el 7 u 8 por ciento del total de esta partida.

Y luego están cerca de 550 mil millones de pesos de inversiones.

Sin embargo, en este caso también hay fuertes condicionamientos a inversiones en curso o a proyectos que ya han sido aprobados.

Total, la discusión real que veremos esta semana es por los retazos presupuestales que poco cambiarán la economía, pero van a ser oro molido para el complejo año político-electoral del 2011.

La estructura del Presupuesto en México

(% de cada peso presupuestado para 2011)

Servicios personales 24.9%

Inversión 15.8

Participaciones a estados y municipios 14.4

Aportaciones federales 14.5

Costo financiero de deuda 9.3

Seguridad social 9.7

Subsidios 9.4

Otros 2.0

Fuente: SHCP