Por principio de cuentas el Ejecutivo Federal (Calderón y Cordero) señalaron que sería “irresponsable” y dañino para las finanzas públicas una disminución en los impuestos federales, mientras que en San Lázaro, días después han comenzado los dimes y diretes sobre la disminución del IVA para regresar a su tasa del 15 por ciento.

La discusión resulta irrelevante si bajan o no el gravamen en cuestión. Ambas partes (Ejecutivo y Legislativo) han resultado inoperantes en la refundación de las finanzas públicas para que el Estado cuente con los recursos necesarios para forjar un país como menores asimetrías sociales y en algún momento arribar a la élite de países con alto desempeño económico y social.

La politiquería sigue dañando el desarrollo nacional y las elecciones del 2012 deberán de forjar un parteaguas para México, si los contribuyentes siguen esperando movimientos pendulares cada año para conocer los impuestos que habrán de ser vigentes para el año siguiente.

Si los impuestos suben deben trazar una mejoría para los contribuyentes en el mediano plazo, resulta ilógico que las mejorías se puedan ver a un año o dos, pero sí existe la capacidad para señalar que los impuestos deben ser utilizados para conseguir una mejoría en la vida de las mayorías y no de unos cuantos como se ha manifestado en los gobiernos federales de los últimos años.

México sigue a la espera de una verdadera clase política y gobernante que decida trazar las directrices que debe seguir nuestro país para mejorar en todos los sentidos, de manera real y no discursiva. Si se aumentan los impuestos que digan en qué tiempo mejorará la calidad de vida de los mexicanos. La reforma fiscal sigue en el último cajón.