Días atrás, el Gobierno había informado que en abril se crearon poco más de 92 mil plazas formales.

Y, el martes por la mañana, Javier Lozano, Secretario de Trabajo, y Daniel Karam, director del IMSS adelantaron que en los primeros 15 días de mayo se sumaron otros 21 mil 579 puestos.

Esto ha creado confusión, sobre todo porque Lozano afirmó que mientras los datos del IMSS tienen un nombre y apellido para cada nuevo empleo, los datos del Inegi son meras estimaciones derivadas de una encuesta.

Tiene razón el Secretario del Trabajo. Las cifras del Inegi derivan de una encuesta, como la mayor parte de las cifras económicas que genera ese Instituto.

Pero eso no les quita validez alguna. De hecho, los datos trimestrales de la población total del País que se estiman sobre la base de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo son válidos por ley como indicadores usados para el reparto de las participaciones federales a las entidades.

No es que las estadísticas basadas en registros sean las buenas y las de las encuestas sean malas. Si ese fuera el caso, más nos valdría deshacernos de gran parte de los indicadores económicos oficiales en México.

El contraste de tendencias entre las cifras de creación de empleo formal, según el IMSS, y desempleo, según el Inegi, tiene otra explicación, la que conoce perfectamente el Secretario Lozano, pero que seguramente se le "olvidó" cuando hizo sus comentarios.

La explicación de por qué creció el empleo formal al mismo tiempo que la tasa de desempleo tiene que ver con las cosas singulares que suceden en nuestro mercado laboral y que van a seguir pasando mientras no tengamos una reforma laboral profunda.

Resulta que la tasa de desempleo se calcula como una proporción de la llamada población económicamente activa, es decir, la población que tiene edad para trabajar y que además o está ocupada o está buscando trabajo de manera activa.

La tasa de desempleo es un quebrado en el cual el numerador es el número de desempleados y el denominador es el total de la población económicamente activa.

Si las leyes de la aritmética no han cambiado con esta crisis, el valor de un quebrado (en este caso, la tasa de desempleo) puede subir sea porque aumente el valor del numerador o porque baje el valor del denominador.

En las crisis, hay personas que dejan de buscar trabajo porque creen que no lo van a encontrar, o bien porque las remuneraciones que se les ofrecen no les parecen suficientes y regresan a su hogar, a estudiar o simplemente a no hacer nada.

Este hecho se refleja en una reducción de la PEA.

De hecho, entre el cuarto trimestre del año pasado y el primero de este año, el número absoluto de desempleados se redujo (el numerador) en 47 mil 894 personas. Pero resulta que la PEA (el denominador) se redujo más, en 949 mil 449 personas.

Por aritmética entonces, la tasa de desempleo (el valor del quebrado) sube, a pesar de que baje el número de desempleados y de que se generen empleos formales. No porque la encuesta sea incorrecta.

Todo esto lo entiende muy bien Javier Lozano, pero el exceso de preocupaciones y de trabajo a veces causa amnesia.