Le refiero lo anterior porque el Presidente Calderón, en su visita a España, reiteró que mantener la disciplina fiscal fue la mejor decisión, contrastando lo hecho por México con el déficit fiscal tan elevado de algunas naciones europeas, lo que ha provocado la llamada "tragedia griega".

Creo que el discurso oficial respecto a este tema está perdiendo de vista algunos hechos fundamentales. Se los enumero.

1.- No hay prácticamente ningún país desarrollado que no haya usado la política fiscal como una herramienta para hacerle frente a la amenaza de depresión económica que pendía sobre el mundo al final de 2008 y a principios de 2009. Es muy diferente la indisciplina y el falseamiento de datos de Grecia, cuyo déficit llegó al 14 por ciento del PIB, a la situación de Alemania, que tuvo un déficit de 3.3 por ciento del PIB. No se puede condenar el déficit en general ni alabar la disciplina fiscal como lo mejor en todas las ocasiones y circunstancias.

2.- El crecimiento de la economía mexicana, del que tanto hablan ahora los funcionarios -se lo hemos comentado una y otra vez en este espacio- deriva en buena medida del buen resultado que tiene Estados Unidos, pues las exportaciones de manufacturas, y particularmente las de autos y sus partes, están siendo el remolcador de la economía. Si no tuviéramos ese motor, los resultados serían mucho más malos, pues el mercado interno aún no ha despegado. Y el despegue norteamericano en cierta medida se debe a las políticas de estímulos fiscales que aplicó el Gobierno de Obama y que tienen su déficit arriba de 11 por ciento del PIB.

3.- El costo de tener ahora unas finanzas públicas relativamente sanas es haber tenido uno de los desplomes del PIB más graves de todo el mundo. En el hemisferio occidental, la de México fue la economía que más cayó el año pasado y sólo fue superada en la violencia del desplome por algunas naciones de Europa central y del Este. Así que en los balances habría que poner también los costos de haber "hecho los deberes".

4.- Si el mundo entero hubiera seguido la filosofía del Gobierno mexicano y hubiera evitado a toda costa incurrir en déficit públicos, lo más probable es que estaríamos lidiando en este momento con una situación internacional mucho más difícil y veríamos todavía distante la recuperación. Es cierto que ahora y en adelante habrá otros problemas con las deudas de los gobiernos, pero dudo mucho que vayan a ser más grandes que los que habríamos tenido si hubiéramos caído en la pasividad.

Como le he comentado muchas veces, tal vez, más que una política de déficit fiscal, hubiera sido conveniente otra de un uso más eficaz de los recursos públicos, pero sin castigar a los contribuyentes.

En cualquier caso, resulta preocupante que haya una completa ausencia de espíritu autocrítico para valorar lo que quizá se pudo haber hecho mejor, en lugar de presumir de ser el alumno más aplicado de la clase.