
COORDENADAS
Miopía empresarial
12/04/2010
Enrique Quintana
Enrique Quintana
Si el sector empresarial ve sólo el corto plazo, se arriesga a volver a alimentar el populismo.
Hace 3 años, en los primeros meses del 2007, muchos empresarios apenas respiraban liberados, luego de que empezaba a funcionar el Gobierno de Felipe Calderón.
Meses antes se tenía la impresión de que podría haber una gran dificultad para que el nuevo Gobierno operara y existía nerviosismo respecto al futuro inmediato. Eran los tiempos del plantón en el Zócalo y Reforma en la Ciudad de México, luego de las controvertidas elecciones de aquel año.
Algunos empresarios decían: el tiro pasó muy cerca, refiriéndose a la cerrada victoria de Calderón sobre López Obrador. Y señalaban la necesidad de acreditar el modelo de economía de mercado como opción para el crecimiento y el bienestar si se quería evitar el riesgo de que alguna vez el populismo regresara por sus fueros.
Y una de las condiciones para ello era precisamente el inducir una más intensa competencia en todos los sectores, con el objetivo de que la gente percibiera claramente que un sistema económico de libre competencia era el que permitiría mejorar en mayor grado el nivel de vida de las mayorías.
Pero, al paso de los días, la amenaza de López Obrador y todo lo que representaba fue quedando atrás y los empresarios empezaron a cambiar sus perspectivas, como si nunca hubiera existido la posibilidad de que AMLO ganara la Presidencia.
Cada uno de los grandes grupos empresariales del País volvió a buscar su ventaja.
Total, ahora el que se ve como el político más popular entre los que se perfilan al 2012, Enrique Peña, está aparentemente alejado de las posiciones que algún día planteó AMLO.
Y en ese ambiente en el que ya no se percibe la amenaza se han lanzado duro en contra de las modificaciones a la ley de competencia económica.
Más allá de que les asista o no la razón en algunos temas específicos de la propuesta de reforma, pareciera que lo que hoy domina es la visión inmediatista dictada por el hecho de que ya salimos de la crisis y ya no hay amenaza de un personaje como lo era AMLO.
Así que, hay la tendencia a volver a lo de siempre, y por lo tanto, la traducción del crecimiento de las empresas en el nivel de vida está lejos, lejos.
Por ejemplo, en el 2009, una muestra de poco más de 100 empresas inscritas en la Bolsa logró un incremento de las utilidades netas reales cercano a 30 por ciento y, en contraste, el salario real del sector moderno industrial apenas quedó tablas el año pasado.
Si en un plazo de unos cuantos años no se acredita a la economía de mercado como la opción que representa el mayor incremento del nivel de vida del grueso de la población, las fuerzas de AMLO o cualquier otro personaje van a tender a resucitar la visión populista con una amplia posibilidad de ganar la Presidencia.
Es un asunto de racionalidad económica. Si las reglas vigentes no dan resultado, los electores van a buscar otras opciones, y no van a hacerse eco a quienes dicen -con razón- que en realidad ni siquiera tenemos una verdadera economía de mercado en México.
Si el sector empresarial no abandona su miopía aceptando incluso pérdidas de poder e influencia para asegurar que la competencia permita incrementos de productividad, empleo y mejoría de las condiciones de vida de la mayoría, podría hacerse más daño de lo que imagina.
Fuente: Reforma
Categoría: INDICADORES ECONOMICOS Y PROSPECTIVA
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