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COORDENADAS El drama del desempleo.
02/03/2010
Enrique Quintana
Carecer de trabajo a pesar de estarlo buscando es de las cosas más dolorosas que les pueden pasar a las personas.

Y en las crisis son millones quienes sufren esa circunstancia. Más allá de cualquier cuenta, la suma de las frustraciones, desencantos y tragedias asociados con el desempleo es uno de los costos más grandes de las caídas económicas como las que hemos tenido.

Por eso ha sido muy mala noticia el aumento del desempleo en enero.

Las cifras a las que se les eliminan las distorsiones de la estacionalidad indican que la tasa fue de 5.56 por ciento. Las cifras originales marcan un 5.89 por ciento.

Lo más importante de todo fue el hecho de que aun considerando los datos desestacionalizados, hay un aumento de la tasa por primera vez desde septiembre.

En los discursos de los funcionarios públicos escuchamos con frecuencia que en enero se crearon casi 70 mil nuevas fuentes de trabajo, lo que es cierto.

Lo que no oímos es que al mismo tiempo aumentó el número de personas que buscan trabajo sin encontrarlo y que llegan a poco más de 2.55 millones en todo el País.

Este hecho puede ser la confirmación de algo de lo que se habla en todo el mundo: la recuperación de la economía no va a coincidir con la del empleo.

En México, el jalón económico provendrá sobre todo del sector manufacturero exportador, que tiende a ser muy intensivo en capital y, por tanto, es probable que genere pocos puestos de trabajo adicionales.

Claro que habrá un impacto indirecto en los servicios que las empresas requieren, pero en cualquier caso será limitado.

Ya le hemos comentado en diversas ocasiones que la rigidez de las estructuras laborales en México impidió que hubiera una caída del empleo más fuerte. Pero esa misma rigidez también evitará que haya una recuperación rápida.

Pero quizá lo más preocupante es la enorme suma de personas que en otras condiciones estarían buscando empleo, pero debido a la expectativa de no encontrarlo ya ni siquiera lo hacen. Se evitan la frustración de verse rechazados o el desencanto de tener sólo opciones en las que la paga está muy por debajo de sus necesidades.

Se trata de la parte de la llamada población no económicamente activa que se encuentra disponible para laborar y que llega a 5.8 millones de personas, lo que implicó un aumento de 515 mil personas el año pasado.

Si ese grupo de personas saliera a buscar empleo, la tasa de desempleo en el País llegaría a 18.7 por ciento, lo que está un poco más cerca de nuestra realidad laboral.

El número de personas que está en edad y disposición de trabajar aumentó en promedio en 1 millón 282 mil personas cada año en el último lustro, pero lo hizo en 2.4 millones el último año.

Esto implica que la PEA ocupada, es decir, la generación de puestos y ocupaciones, tendría que crecer a una tasa anual de 5.4 por ciento para evitar más desempleo real en México.

Por esa razón es que no es aceptable pensar que la tasa promedio de la economía en los próximos tres lustros puede ser del 2.7 por ciento.

No puede ser justificación para hacer ese cálculo que en los 15 años anteriores hayamos tenido un ritmo de crecimiento de apenas un 2.05 por ciento.

Por el contrario, se trata de la señal de que hay cosas que hemos estado haciendo mal en México y que requerimos arreglar si queremos que el drama del desempleo no se convierta en parte de nuestra experiencia cotidiana.

Fuente: Reforma    
Categoría: INDICADORES ECONOMICOS Y PROSPECTIVA    





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