Entre el primer semestre de 2000 e igual periodo del 2009 el gasto público creció 6.9 por ciento mientras que la economía lo hizo sólo en 1.8 por ciento promedio anual en ambos casos, según cifras del Inegi y de la Secretaría de Hacienda.

Esto significa que cada año, el gasto del sector público crece 5 puntos porcentuales más promedio real, que el Producto Interno Bruto (PIB) del País.

El caso extremo se presentó durante la primera mitad del presente año, cuando el gasto público avanzó 5.7 por ciento real y la economía se desplomó 9.2 por ciento, lo que produjo una diferencia de casi 15 puntos porcentuales en la evolución de ambas variables.

Alfredo Coutiño, director para América Latina de Moody's Economy.com, destacó que la brecha entre el crecimiento del PIB y el gasto del sector público implica que la política fiscal expansiva de los últimos años no necesariamente contribuyó al crecimiento de la economía.

Esto quiere decir que el avance en la erogación de recursos tuvo que ver más con el gasto corriente, que con inversión productiva, señaló.

En el periodo de análisis, otros renglones con fuerte aumento en el gasto fueron los Adeudos de Ejercicios Fiscales Anteriores (Adefas), con 46.6 por ciento promedio por año; ayudas y subsidios, con 14.9; y otros gasto de operación, con 10.6 por ciento.

También observaron una tasa de crecimiento mayor que la del PIB participaciones a entidades federativas y la nómina de la burocracia, con 5 y 4.5 por ciento, respectivamente.

Pero la dinámica del gasto no se hubiera dado sin los ingresos extras derivados del crudo.

Raúl Feliz, del Centro de Investigación y Docencia Económicas, afirmó que la bonanza petrolera por los altos precios del crudo fue el pivote que impulsó el crecimiento del gasto público.

El experto denunció que el Gobierno se gastó los excedentes petroleros, razón por la cual el Estado mexicano carece de ahorros.

Sergio Aguayo, profesor del Colegio de México, coincidió, y agregó que uno de los renglones más beneficiados por el petróleo fueron los estados y municipios, vía mayores participaciones u otro tipo de transferencias.

Aguayo opinó que las tendencias han sido claras: el aumento de los ingresos en los últimos años se dedicó a sufragar gasto corriente y a transferencias de los gobiernos estatales y municipales.

En cuanto al gasto corriente, gran parte de los gobiernos estatales y municipales replicó el comportamiento registrado a nivel federal, y la excepción entre los gobiernos locales ha sido el Distrito Federal, en donde se instrumentó una reducción del gasto salarial en su burocracia, dijo Aguayo.