Las medidas tomadas en cuenta se refieren a las personas que beben diariamente y, además, que una vez o más a la semana tienen un consumo “alto” de cinco copas o más.

En el documento “El consumo de alcohol en las entidades del norte de México; ¿Un problema de salud pública en los estados fronterizos?”, en la población de 12 a 65 años, el consumo diario en la entidad se ubicó en un 1.6 por ciento de la población total, es decir, 38 mil 797 consumidores, lo que duplicó al promedio nacional y fronterizo, de 0.8 por ciento.

El porcentaje de varones que se encontraron en el nivel de consumo consuetudinario es de 16.2, lo que representó a 190 mil 179 bebedores, lo cual ubicó a Chihuahua casi siete puntos por encima del promedio nacional (9.3%) y 5.2 por ciento por encima del promedio de la frontera (11%).

Aunado a ello, el documento dado a conocer en febrero y elaborado con datos de la Encuesta Nacional de Adicciones 2008, advirtió que en la población de mujeres y hombres de entre 12 y 17 años, Chihuahua también tuvo los mayores porcentajes de consumidores de alcohol consuetudinarios, pues el consumo en este rango fue de 2.8%, el doble que el del país (1.5%) y más alto que el promedio de la frontera (1.7%).

El miércoles pasado la Dirección de Gobernación estatal autorizó la ampliación de horario para la venta de cerveza y licor, pese a que su titular advirtió hace unos días que esta medida implica mayor inseguridad para Ciudad Juárez, y a que diversas organizaciones de la sociedad fronteriza se manifestaron en contra y pidieron que el permiso fuera sometido a consulta. El Diario dio a conocer que el subdirector de Gobernación, Ángel Olivas Rico, informó que la aprobación consiste en extender una hora más al horario normal durante jueves, viernes y sábados de los próximos tres fines de semana.

Además, en días pasados, representantes de organizaciones expusieron que la ampliación de horario para la venta de bebidas alcohólicas representa un retroceso en materia de seguridad pública y no ayuda a la reconstrucción del tejido social.

De manera general, explicó Salvador Ponce Serrano, académico e investigador encargado del análisis estadístico, “en la población de 12 a 17 años los indicadores de los estados de la frontera norte son más bajos en comparación con los promedios nacionales, pero Coahuila y Chihuahua se distinguen por sus mayores índices en población masculina y Chihuahua y Baja California por sus mayores índices en jovencitas de 12 a 17 años”.

Además, advirtió, “el análisis del consumo excesivo de alcohol entre las mujeres de la frontera norte fue de 14.5 por ciento, siendo mayor el del ámbito nacional, con 18.6 por ciento. Ningún estado de la frontera norte rebasa los promedios nacionales y Chihuahua es el estado con el indicador más alto”.

Precisó que la frecuencia de consumo excesivo encontrada en la población de la frontera norte fue 60.6 hombres y 14.5 mujeres por cada 100 personas, en edades de 12 a 65 años.

Aunque el consumo consuetudinario es más típico de la región que en el resto del país, predomina el consumo alto, sobre todo en cuatro estados: Sonora, Chihuahua, Tamaulipas y Nuevo León.

En tanto, en la categoría de bebedoras consuetudinarias, la población femenina juvenil de la frontera norte tuvo mayor proporción que las del ámbito nacional: 0.9 por ciento contra 0.7 por ciento.

“Baja California tiene el indicador más alto (1.4 por ciento), doble al del promedio fronterizo. Las cifras del Abuso/dependencia, en jovencitas, nacional y por estado de la frontera norte muestran una mayor proporción en la población nacional que en la frontera. Sólo un estado, Tamaulipas, tiene un indicador mayor al promedio fronterizo pero que es menor que el nacional”, afirmó.

En este sentido, alertó Ponce Serrano, América Latina y México son las áreas donde con mayor frecuencia ocurren daños por el consumo nocivo de alcohol en el mundo. El peso de la enfermedad causada por el uso del alcohol varía de 4 a 11 por ciento según países. En México, se ha estimado que el abuso de alcohol representa el 9 por ciento del peso de la enfermedad.

“Si bien los daños y riesgos asociados al consumo de alcohol se presentan más en las personas con dependencia al alcohol, también aparecen en personas que no son dependientes”, advirtió.

Por ello, dijo, las políticas preventivas para el consumo de alcohol deben tener como meta principal disminuir la prevalencia de todos los problemas relacionados con el consumo de alcohol.

“Estos se presentan en los dominios de lo físico, lo psicológico y lo sociocultural, abarcando así tanto los daños a la salud del bebedor como los que se producen en su familia y en la sociedad. Para esto es necesario realizar múltiples actividades y acciones, una de éstas es tener datos que permitan ir vigilando la evolución del problema por lo cual se recomienda no dejar de monitorear estos fenómenos y que en los estados a su vez se realicen encuestas como estas para identificar localidades o grupos con mayores necesidades”, consideró el académico.

Si bien las medidas preventivas de un programa efectivo deben abarcar a la totalidad de quienes ingieren bebidas alcohólicas y no concentrarse sólo en aquellos que pueden ser clasificados como bebedores excesivos o verdaderos dependientes del alcohol, reconoció, el análisis de ellos a distintos niveles permite adecuar las otras acciones y actividades.

“Los datos obtenidos de ésta y otras anteriores encuestas nacionales muestran que el consumo de bebidas alcohólicas continúa como una práctica característica de la población masculina, la presencia de un alto número de dependientes que requieren atención y que se debe considerar particularizar acciones en los estados donde se observó la afectación mayor de las mujeres y adolescentes”, concluyó.