Derivado de esta labor se ha logrado identificar que el consumo de cigarro y alcohol empieza desde la primaria, lo que generalmente se convierten en adicciones a fármacos al iniciar la adolescencia.

Así lo identificó el área de Trabajo Social al detallar que la metodología de intervención consiste en un estudio médico-social que permite conocer las redes sociales y familiares del joven, para establecer las distintas problemáticas en que está inmerso. Lo que se encuentra con mayor frecuencia son problemas de sexualidad, violaciones, infecciones por agujas, embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual. Las sustancias de mayor consumo asociados a estos problemas son marihuana, cocaína, “cristal” y “éxtasis”.

Al afectado y a sus tutores se les ofrece el envío a instituciones especializadas –con las que se coordinan acciones- en el manejo de la farmacodependencia.

Este año se han enviado a cerca de 220 personas a las que se da seguimiento de la evolución; en caso de deserción, las trabajadoras sociales del IMSS vuelven a intervenir en la familia para que se reanude el tratamiento del menor.

El paciente es atendido por un equipo interdisciplinario integrado por médico, enfermera, trabajadora social, psicólogos y psiquiatras.

En forma importante, los expertos recomiendan a los padres de familia vigilar el comportamiento social de sus hijos, con énfasis en su participación en fiestas y reuniones a las que –se ha podido corroborar- ya llegan alcoholizados, con botellas o bebidas embriagantes que no se ofrecen en el evento de que se trate.