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Por qué los adolescentes toman riesgos sin pensar en las consecuencias
20/10/2011
Elizabeth Landau
El cerebro adolescente en busca de recompensa puede conducir a los jóvenes a experimentar con sustancias que inducen como las drogas y el alcohol, las cuales son especialmente peligrosas para este grupo etario, dicen los científicos.

Eran las tres de la madrugada en un pequeño pueblo de Carolina del Norte, estaba caluroso y no un grupo de adolescentes no tenía mucho qué hacer.

Así que Hillary Tillotson, su hermano y otros tres chicos saltaron una cerca para nadar en una piscina privada, una cuadra abajo de donde se encontraban. Solo Tillotson y su novio se quedaron con la ropa puesta, dice.

Dos días después, un policía se presentó en la casa de Hillary. Algunos de los cómplices adolescentes estuvieron presumiendo sobre su aventura de nadar desnudos, y alguien los acusó por entrar en una propiedad privada. Ella y su hermano tuvieron que ir a la corte, su madre pagó la multa.

“Algunas veces me pregunto dónde tienen el cerebro”, dice Lori Lee, la madre de Tillotson, cuando habla de sus hijos. “Hacen cosas tan impulsivas…algunas veces creo que no están pensando”.

Los neurocientíficos confirman que los adolescentes tienen cerebro, pero están conectados de una forma distinta al de los adultos.

¿Por qué los adolescentes buscan emociones, romper las reglas y parecen indiferentes a su propia seguridad?

Es una pregunta que los científicos estudiosos del cerebro han intentado responder en las últimas dos décadas. Los investigadores utilizan la imagen de resonancia magnética para ver la actividad cerebral.

Un nuevo estudio publicado en la revista Nature reveló que los cambios estructurales en el cerebro de los adolescentes corresponden a las fluctuaciones en el coeficiente intelectual a través del tiempo, algunas veces mejorando y otras retrocediendo.

Los adolescentes mejoran en estas pruebas a diferentes velocidades, y es difícil saber los resultados que obtendrán pocos años después de la primera prueba, dice la coautora del estudio, Cathy Price, del Wellcome Trust Center for Neuroimagining.

Todavía no está claro si las fluctuaciones que se ven en el estudio son exclusivas para este grupo, o si son similares a lo largo de la vida.

Los científicos normalmente se refieren al “cerebro adolescente” en personas entre 13 y 17 años, pero eso no quiere decir que los estudiantes universitarios ya sean totalmente adultos.

De hecho, una investigación del Instituto Nacional de la Salud mostro que la corteza prefrontal, una región del cerebro asociada con la inhibición del comportamiento de riesgo, no se desarrolla completamente hasta cumplir los 25 años.

Las conexiones entre la corteza prefrontal y otras áreas del cerebro también están en desarrollo en los adolescentes.

Y una serie de estructuras profundas en el cerebro están influenciadas por los cambios hormonales, que podrían conducir a emociones más exaltadas.

La forma en que las regiones del cerebro se comunican entre sí en los adolescentes podría explicar su comportamiento a veces confuso, dicen los científicos.

Incluso en la mitad de la adolescencia, pueden tomar decisiones rápidas, eficientes y correctas. Sin embargo, en el calor del momento, los profundos centros de las emociones del cerebro se impondrán sobre la razón.

“No es que estas partes del cerebro no estén ahí. Es la forma en cómo se conectan y se ponen en sintonía con las experiencias”, dice BJ Casey, director del Instituto Sackler de la Escuela de Medicina de la Universidad de Cornell.

Obtienen lo que quieren

Los adolescentes son más sensibles que los adultos a las recompensas en las situaciones o en las actividades, y son menos sensibles a los riegos, según muestran las imágenes cerebrales.

Laurence Steinberg, profesor de psicología de la Universidad de Temple, y autor de You and Your Adolescent: The Essential Guide for Ages 10 to 25 (Tú y tu adolescente: una guía esencial para las edades de 10 a 25), realiza investigaciones en ésta área.

Él descubrió que cuando los adolescentes están ante la presencia de sus amigos, el sistema de recompensas se excita todavía más.

“No es que los adolescentes no comprendan el riesgo. Lo entienden a la perfección”, dice Beatriz Luna, neuróloga de la Universidad de Pittsburgh.

“Simplemente encuentran más gratificante impresionar a sus compañeros, y cosas por el estilo, que el riego que involucra para su supervivencia. Simplemente es lo que valoran en ese punto”.

Esto ayudaría a explicar por qué los adolescentes ceden a la presión más fácilmente que los adultos (y por lo tanto pueden violar la ley para saltar a una piscina en medio de la noche).

“No soy alguien que comenta grandes errores como ese. Normalmente soy la bien portada de la familia”, dice Tillotson, de 19 años.

Su hermana Tessa Lee, de 15 años, es la rebelde de la familia, dice su madre. No es raro que ella se escabulla y vaya al parque. “No me gusta que mi mamá diga que no”, dice Tessa.

Hay una explicación evolutiva para este comportamiento: en la mayoría de los mamíferos, la adolescencia es el periodo en el que los individuos abandonan el ambiente familiar, dice Steinberg.

La búsqueda de sensaciones hace que criaturas púberes busquen parejas sexuales y una estructura social fuera de casa. Necesitan ser independientes de sus padres y adaptarse al nuevo entorno.

Aventurarse a lo desconocido y abandonar la seguridad de los padres es arriesgado, así que debe existir un mecanismo biológico para ignorar los peligros potenciales en la naturaleza, razonan los científicos.

“Si no fuera así, no abandonaríamos el hogar y no podríamos reproducirnos”, explica Steinberg.

Y lo que quieren puede ser peligroso

El cerebro adolescente en busca de recompensa puede conducir a los jóvenes a experimentar con sustancias que inducen como las drogas y el alcohol, las cuales son especialmente peligrosas para este grupo etario, dicen los científicos.

Dado a que las estructuras vitales del cerebro adolescente aún están desarrollándose, son más propensos a sufrir lesiones cerebrales por las sustancias y el alcohol.

En una investigación se mostró que los adolescentes que beben en exceso tendrán un mayor daño cerebral que los adultos. Además, son más vulnerables al estrés, lo que los podría conducir a un mayor riesgo de depresión en el futuro.

La marihuana puede permanecer en el sistema de los adolescentes durante días, por lo que afecta las etapas del aprendizaje y la memoria.

El coeficiente intelectual de los adolescentes que consumen marihuana regularmente puede disminuir de manera permanente, según la investigación.

El lado positivo es que los adolescentes aprenden rápido, pues sus cerebros aún están en desarrollo.

Pero eso también significa que se vuelven “adictos más rápido, por más tiempo y de una forma más fuerte”, dijo la doctora Frances Jensen en TEDMED en 2010.

Eso es porque la adicción se relaciona con el aprendizaje y la memoria; los adolescentes pueden ser capaces de aprender un idioma más rápido que un adulto, pero también pueden desarrollar hábitos peligrosos con mayor facilidad.

Ser padre de un cerebro adolescente

Entonces, ¿qué pueden hacer los padres?

Steinberg dice que es mucho más difícil cambiar la búsqueda de recompensas que reestructurar el entorno de una manera más segura.

Los padres deben asegurarse de que sus hijos no pasen mucho tiempo sin supervisión.

Por lo tanto, los pueden inscribir en saludables programas después de la escuela, donde haya adultos.

Como sociedad, aumentar el precio de sustancias como el alcohol y los cigarrillos puede evitar el consumo en los jóvenes.

Esto generaría un mayor cambio en el comportamiento, que los programas de educación, según la investigación.

Eso no quiere decir que los chicos no aprendan de sus errores. Existe un amplio espectro en la búsqueda de sensaciones y la tolerancia al riesgo en este grupo etario, así que algunos no se meterán en tantos problemas como otros.

No sólo es cuestión de biología

Los padres también pueden ayudar a recompensar el buen comportamiento, en lugar de centrarse en los castigos por la conducta negativa, dice Steinberg.

Encuentra un incentivo que motive a tus hijos. Por ejemplo, dales un extra en el dinero para gastar cuando él o ella hagan algo bueno, en lugar de quitárselos como castigo.

Después del incidente de la piscina, Tillotson tuvo que realizar 40 horas de servicio comunitario para el jefe de la policía, y estuvo en libertad condicional durante seis meses.

Su madre hizo que Hillary y su hermano, quién es mayor y ya no vive en la misma casa, ganaran dinero para reembolsarle las multas que pagó por ellos.

“Creo que esta es una de las mejores decisiones que un padre puede hacer por sus hijos: hacer que sean responsables por sus acciones”, dice su madre, Lori Lee.

Una fase que termina con la responsabilidad

En cuanto los jóvenes pasan la adolescencia y tienen más responsabilidades, tienden a inclinarse menos a tomar riesgos, dice Luna.

Tillotson se sentía culpable por el incidente de la piscina, pero desde entonces, volvió a ganarse la confianza de su madre.

Ahora toma decisiones maduras: va a la universidad, trabaja como anfitriona en un restaurante y aplazó sus planes para participar en un concurso de belleza para centrarse en sus estudios.

También intenta animar a su hermana Tessa, quien se mete en muchos problemas, a pensar antes de actuar.

“Todos los adolescentes actúan por impulso, solo por instinto”, dice Tillotson. “Es como arrancarte una venda, sólo quieres hacerlo rápido, no piensas en ello. Pero no te das cuenta de que te puedes arrancar la piel. Sí hay consecuencias”.

Fuente: CNN México    
Categoría: INVESTIGACIONES    





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