La Comisión acertó al prohibir la venta de bebidas energizantes mezcladas con alcohol, pues esta medida salvará la vida de muchos jóvenes, consideró el académico de la Maestría en Nutriología Aplicada.

La minuta estipula que las etiquetas, empaques y publicidad deberán cumplir con especificaciones jurídicas y los establecimientos no deberán vender la mezcla, ya que provoca trastornos como arritmia cardiaca y deshidratación, entre otros.

Subrayó que aunque su consumo no se pueda controlar al cien por ciento, la información sobre los perjuicios de ingerir bebidas estimulantes mezcladas con depresoras del sistema nervioso central debe llegar principalmente a los jóvenes, porque son ellos quienes las consumen con mayor frecuencia, en fiestas, “noches de copas” o antros, para mantenerse despiertos y retardar la aparición de la fatiga que produce el alcohol, comentó.

Monroy explicó que las bebidas estimulantes del sistema nervioso central contienen cafeína, que se elimina del cuerpo después de dos a cuatro horas, aproximadamente, en contraste con el alcohol, que dura más tiempo alojado en el organismo, dependiendo de la dosis.

Cuando pasa el efecto de la cafeína, la concentración de alcohol es la misma, se haya tomado o no la bebida energizante, lo que provoca arritmias, vómito, deshidratación, pérdida de la conciencia e incluso infartos, alertó.

Estas bebidas, independientemente de su marca, se popularizaron en los años ochenta y noventa entre los deportistas para incrementar la resistencia física y entre los estudiantes para retardar el sueño.

Sin embargo, el investigador afirmó que las personas sensibles a la cafeína son intolerantes a estas bebidas, pues les generan reacciones secundarias como ansiedad, temor y nerviosismo.

Comentó que la cafeína como tal es un polvo blanco, fácilmente pulverizable y gracias a las técnicas químicas avanzadas, ahora es soluble, pero su interacción con bebidas depresoras es un peligro para la salud.