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Última actualización [20/09/2004]



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Mensaje En Una Botella

Luis Gutiérrez

¿Han pensado alguna vez en la cantidad de información que nos proporciona el mero hecho de ver una botella de vino? Y no hablamos de ver la etiqueta. Tan sólo el tamaño y la forma de la botella nos proporcionan pistas. Por ello en muchas catas a ciegas se han decantado previamente los vinos a un decantador, o a otras botellas, todas iguales a ser posible, y de las más corrientes. O se tapan éstas de manera que no se puede apreciar la silueta ni la altura, ni el grosor... Pero ¿qué significa la forma de cada botella? ¿Y el color? ¿Y el tamaño? Lean, lean el mensaje que lleva una simple botella.
Al principio casi todas las botellas eran iguales. Panzudas y de forma achatada, como una enorme cebolla aplastada. Al irse perfeccionando e industrializando la producción de estas, llegamos a la botella de vino como ahora conocemos, de unas cuantas formas y colores, y en general con un contenido de 75 cl. Unas teorías dicen que el tamaño era la capacidad pulmonar de la persona que las hacía, y otras, que era un quinto de un galón, cantidad ideal para una hombre ("cuando los hombres eran hombres", hemos leído en alguna parte). En cualquier caso, lo que una persona podía ''soplar''... Aunque de los tamaños ya hablaremos un poco más adelante.

Las formas

Inicialmente, las zonas ''clásicas'' de producción, el llamado ''viejo mundo'', que si lo pensamos bien podríamos llamar Europa y nos entenderíamos todos mejor, definieron una botella diferenciadora de los vinos que contenían. Surgieron así las más conocidas botellas bordelesas y borgoñonas. La bordelesa, recta y austera, de hombros rectos, y la borgoñona, un poco más redondeada y sensual. Como los vinos mismos, vaya. En Alsacia y Alemania se adoptó una botella sin hombros, más alargada, de forma tirando a cónica. En Provenza se eligió una extraña forma que recuerda a las curvas de una mujer mirándola bien, y a la botella de Coca-Cola si se mira mal. En el Ródano se optó por la botella tipo Borgoña, aunque en algunas denominaciones se utilicen botellas especiales, como la de Châteauneuf-du-Pape, con el símbolo papal en relieve (botella horrible, todo sea dicho...).

Por alguna razón nos han gustado siempre las botellas borgoñonas. Tampoco es que podamos esconder nuestra adicción al Ródano y la Borgoña, claro... El principal problema de la botella alsaciana o Rhin, es que se apila fatal. Lo mejor es meterlas en botelleros individualizados. Si se meten apiladas, en cuanto las miras, empiezan a deslizarse, y es fácil que se caigan. La verdad es que éste es el mayor inconveniente que encontramos en esos rieslings que tanto nos gustan...

Una vez fijadas estas zonas ''clásicas'', los vinos de otros lugares tienen tendencia a adoptar la botella de una de éstas, dependiendo de las castas:

- Cabernet, merlot, etcétera: botella bordelesa
- pinot noir y chardonnay: botella borgoñona
- syrah, viognier, garnacha, etcétera: botella borgoñona al estilo del Ródano
- riesling, gewürztraminer, pinot gris: botella Rhin

En España se impuso la botella bordelesa para la mayoría de los vinos tintos: Rioja y Ribera del Duero, con notables excepciones, como la conocida botella borgoñona de Faustino con su esmerilado y sus caras de Rembrandt, y las clásicas borgoñonas de los riojas ''potentes'': Monte Real, Viña Pomal, Viña Bosconia, Prado Enea... En Galicia hay división entre Rhin y bordelesa para los albariños y ribeiros. En Penèdes un mega-mix (igual que los vinos), aunque más tirando a la bordelesa. Y en La Mancha normalmente la más barata que se encontrase.

Y después llegaron nuestros amigos italianos, con su afición por el diseño, y lo cambiaron todo. Botellas más altas, más estilizadas, de hombros anchos, troncocónicas,... Estas botellas se suelen llamar ''italianas'', por razones obvias. A más ambiciosa y pesada la botella, más ambicioso (y caro) el vino que contiene. Hasta el punto de que cuando catas de una botella enorme, ya te empieza a entrar miedo: las posibilidades de encontrar un monstruo sobreextraído, sobremacerado, de fruta sobremadura, agresivo y abrasado por la madera, empiezan a ser demasiado altas.

En los años 80 Robert Mondavi, buscaba una manera de destacar frente al resto de productores. Para ello, ideo la botella ''flange'', esa cuyo gollete está justo en la boca, haciéndola más ancha, y que por lo tanto no se adapta bien a la cápsula: dichas botellas suelen ir sin ella, con el corcho al descubierto, o bien con una gota de lacre o plástico, a modo de sello. Han pasado a ser equivalentes de vino barato, ya que al final resultan más económicas, y se encuentra en las gamas de vinos de supermercado de gran parte de productores del ''nuevo mundo'', especialmente California y Australia.

Una aportación española es la botella jerezana. Es similar a una botella bordelesa, tal vez un tanto convexa en vez de recta, y el cuello presenta un abombamiento, y un gollete particular, como en dos fases. Ha sido adoptada también por los productores de Oporto, y algunos otros vinos tranquilos (tintos y blancos), aunque es una sensación extraña el servir uno de estos vinos de dicha botella: se esperan los transparentes colores de una manzanilla o un fino, o los intensos ambarinos de un oloroso o palo cortado. Es extraño ver salir de ésta un tinto de color violeta profundo. Es el hombre animal de costumbres, ciertamente...

Algunas bodegas están recurriendo a la botella personalizada, como elemento distintivo, o simple y llanamente como un elemento más para la lucha contra el fraude. Es más fácil falsificar una botella normal que una ''personalizada'': normalmente con un escudo o motivo alusivo a la bodega en relieve sobre la etiqueta frontal. Para falsificar una de éstas hay que procurarse al menos una botella vacía de la propia casa, no vale ya una cualquiera... El uso de estas botellas requiere de una etiquetadora especial, que centre la botella, pues la etiqueta no puede ir ya en cualquier parte. Para ello se utilizan unas muescas, que se suelen encontrar en la parte inferior trasera, normalmente un par de hendiduras rectangulares. Dado el coste más elevado de estas botellas, pensamos que algunas bodegas harían mejor en gastarse un poco más de dinero en poner mejores corchos que en botellas personalizadas...

En varias ocasiones se ha hablado de la botella más fea del mundo, y nuestro voto va por la utilizada por el Château de la Gardine en Châteauneuf-du-Pape en el Ródano. De forma abombada e irregular, no cabe en ningún botellero ni en ningún sitio, y además ¡es feísima! Nos tememos que alguna otra bodega ha empezado a utilizar esta misma botella...

El color

En cuanto al color, es principalmente oscuro, variando generalmente entre una gama de verdes oscuros a marrones tirando a negros. El objetivo de esto no es ni más ni menos que proteger al vino de los rayos solares que puedan perjudicarlo. Por supuesto que hay algunas excepciones, incluyendo botellas claras, para algunos blancos, normalmente de consumo rápido, o la famosa del Roederer Cristal, uno de los champañas más exclusivos. Sin embargo, al ser el Champaña más delicado, se venden las botellas envueltas en un papel celofán que hace las labores de protección contra la dañina luz. Y otros más estrambóticos, como azules chillones (bastante feas, según nuestro gusto... ¿quién dijo que de gustos no hay nada escrito?), amarillos, ...

El tamaño

Aparte del tamaño ''standard'' de 75 cl. (ó 750 ml. según los americanos: fíjense que una manera de distinguir las botellas destinadas al mercado americano es que tiene que especificar 750 ml, y no 75 cl.), como habrán notado, hay otros muchos, no todas las botellas son iguales. Las hay ''dobles'', ''medias'', etcétera Pero todas estas tienen nombres propios por los que se las conoce. Y son:

1.5 litros = 2 botellas -> Magnum
3 litros = 4 botellas -> Doble magnum o Jéroboam en Borgoña
4.5 litros = 6 botellas -> Jéroboam en Burdeos o Rehoboam en Borgoña
6 litros = 8 botellas -> Imperial en Burdeos, o Mathusalem en Borgoña
9 litros = 12 botellas -> Salmanazar
12 litros =16 botellas -> Baltasar
15 litros = 20 botellas -> Nabucodonosor
Algunos tamaños mayores existen, aunque son extremadamente raros, por ejemplo:
20 litros = 28 botellas -> Solomon
27 litros = 36 botellas -> Primat

Según cuentan, estos nombres se eligieron por lo pomposos que son, por los productores de Champaña a finales del siglo XIX, deseosos de asociar el ''glamour'' a sus vinos. La verdad es que tampoco fueron a elegir demasiado bien...

Hablando de Champaña, las botellas de Champaña y otros espumosos tienen unos requerimientos especiales, debido a la presión que tienen que soportar: hasta seis atmósferas, con lo que el grosor del cristal tiene que ser mayor. Los corchos también tienen que ser más resistentes, y además están sujetos por algún tipo de artilugio. Para eso sirve el gollete. Originalmente, para sujetar el tapón, del tipo que fuera, a la botella. En la actualidad sólo cumple ese cometido en las botellas de espumosos. En el resto es un elemento meramente decorativo.

En los tamaños más pequeños (muy usuales en vinos dulces, por razones obvias), la botella de medio litro está sustituyendo en buena parte a la de 37.5 cl. Es un buen tamaño para una persona. Estas botellas - o los tamaños todavía inferiores utilizados en las líneas aéreas o los ''benjamines'' de espumoso - suelen emplearse para vinos de consumo casi inmediato. A mayor tamaño de recipiente, más lenta es la evolución del vino. Es generalmente aceptado que el tamaño perfecto para la conservación de los vinos, dentro de un equilibrio de un tamaño realista, es el magnum. Algunos recomiendan comprar un magnum por cada seis botellas de vino (de guarda, se sobreentiende) que se compren.

Y... ¡el precio!

Los precios aproximados de las botellas actualmente son de unas 25 a 35 pesetas por una botella ''normal''. Si nos vamos ya a una tipo ''troncocónica'', el precio se dispara a 100 pesetas, que viene a ser más o menos el coste de un magnum ''normal''. Y 125 para un magnum ''especial''.

Estos son los tamaños ''realistas'', los que se utilizan de verdad. Pasando de aquí, al ser producciones mucho más bajas - incluso fabricadas a medida y bajo pedido - una botella de tres litros se pone en unas 550, y la de 6 pasa de las 1100... El problema con estos tamaños - además del servicio - es también el corcho. Un corcho para 3 litros sale por unas 200 pesetas, el doble que el corcho más ''fetén'' que puedas encontrar para una botella normal. Y unas 300 para el caso de 6 litros...

Este tipo de botellas suelen ser para regalos, decoraciones, promociones, etcétera, muchas veces llenadas con vino corriente o sencillamente con agua coloreada. Como se pueden imaginar, servir una copa de una de estas botellas no es labor fácil... Los botellones de 15 ó 18 litros alcanzan unos precios de unas 9.000 pesetas. En los tamaños realmente extravagantes, como los botellones de 27 litros, el precio se dispara ya hasta cantidades de unas 20.000 pesetas. Lo que no tenemos muy claro es, si en caso de beberse uno el botellón, se puede devolver el casco...
Fecha de publicación: 11.07.2001

FUENTE: El Mundo Vino/Reportajes/Historia del Vino/Noticias
http://elmundovino.elmundo.es/elmundovino/noticia.html?vi_seccion=6&vs_fecha=200107&vs_noticia=994802673