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Última actualización [04/05/2010]



Fiestas de la Vendimia en el Valle de Guadalupe (Baja California)


MEXICO

Ha llegado el cálido mes de agosto, el viento sopla alegre más allá del mar y el sol brilla en lo más alto del cielo. Es época de abundancia en el Valle de Guadalupe, Baja California. Los viñedos lucen frondosos, cargados de racimos bien maduros, anunciando que ha llegado el tiempo de cosechar una de las frutas más veneradas por el hombre: la uva.

 

Antes de comenzar el otoño, vinicultores y campesinos inician el proceso de la pizca. Llenos de ilusiones recogen esta generosa fruta para culminar un ciclo de esperanzas y dar inicio a uno de pasiones. Es el tiempo de cosechar las bondades de la tierra, de recuperar el tiempo dejado sobre los surcos, de sentir orgullo por la vid que se siembra, y de soñar con vinos generosos.

 

Pero este romántico ciclo no puede terminar sin una celebración digna para dar gracias a esta buena tierra; y no puede terminar así, porque la gente que trabaja y vive del campo sabe de sacrificios, de levantarse horas antes del amanecer y sudar de sol a sol; sabe del dolor y del placer que se siente al perder o lograr una buena cosecha; gente que sabe dar gracias por un año más.

 

Éste es momento de celebrar y compartir la vendimia, unos cuantos días en que se olvidan las duras jornadas del ayer y los propósitos del mañana para disfrutar que en el día de hoy todo tiene sentido. Es algo que habla de la tradición, de una cultura del vino que en México, poco a poco, va creciendo.

 

Para entender esta añeja celebración se debe trabajar con orgullo, sentir que la sangre que corre por las venas es la misma que brota de las entrañas de la tierra -algo que viene de generaciones-. Sin embargo, para disfrutarla sólo es necesario estar dispuesto a brindar con una copa llena y gozar de esta buena vida.

 

La celebración de la vendimia se vive con los sentidos y con el corazón. Escuchar la pasión con que se habla de un buen vino, oler y sentir las bondades de la vid y, claro, paladear las mejores reservas. Aquí, en el Valle de Guadalupe, se abre un espacio al romanticismo, ese que nos invita a recorrer los viñedos durante el crepúsculo, a caminar y respirar profundamente bajo un cielo abierto, al deleite de estar realmente vivos.

 

La Celebración del Placer

El origen de la vendimia viene de la Grecia antigua, en donde la cosecha de la uva era motivo de gran algarabía. Entonces eran celebradas las fiestas dionisíacas, como un rito de paz y placer para venerar a la deidad de Dioniso -conocido en la cultura latina como Baco-, al que se le rendía tributo durante cinco días. Esta gran fiesta era considerada como una de las más importantes de todo el imperio.

 

Desde entonces, esta festiva ceremonia es celebrada, en forma similar, por los productores de vino de todo el mundo. En México, las Fiestas de la Vendimia se realizan desde hace poco más de una década, tratando de mezclar la antigua tradición vinicultora y el colorido folclor nacional.

 

A principios de agosto, la región se entrega a sus invitados para ofrecer los mejores caldos. Durante diez días, las casas vinícolas que forman la Asociación de Vinicultores de Baja California se unen para organizar y celebrar eventos alusivos a la vendimia: degustaciones, catas, conciertos y verbenas.

 

La vendimia es para todos, lo mismo si uno es residente que visitante. De lo que se trata es de mostrar júbilo porque las uvas están bien jugosas.

 

Algunos de los eventos realizados en los diferentes viñedos y bodegas son muy costosos para el público general, lo que hace perder un poco el motivo festivo -pensando que el fin no es de lucro-; sin embargo, hay vinícolas que aún siguen conservando la tradición popular.

 

El evento más alegre y concurrido de las fiestas se realiza en las calles de Ensenada. La avenida Miramar, justo frente a las Bodegas de Santo Tomás, se cierra para celebrar la verbena popular. Cada rincón de la calle se vuelve un foro cultural, en donde se realizan espectáculos de danza y variados conciertos musicales.

 

Cada evento tiene su magia, su propia personalidad, una deliciosa muestra de la gastronomía regional y definitivamente los mejores vinos de la casa.

 

Pero no todo queda entre los grandes nombres, la vendimia también se vive entre la gente que hace de esta tierra su hogar. La pequeña vinícola de la señora Lupita Wilson es uno de esos lugares que encierran toda la magia y hospitalidad, sin olvidar sus famosos pasteles y mermeladas de uva. Aquí no hay miles de botellas ni barricas de roble francés, sino que más bien se trata de ese contacto humano que tiene un sabor mucho más profundo.

 

Es una historia de esas que vemos en las novelas. Las grandes compañías andan en busca de tierras para aumentar sus producciones, y aunque aquí no hay tanto drama, siempre se busca hacer más y mejor vino. Pero los tiempos cambian y hoy muchos propietarios que durante años sólo vendían el mosto, han tomado el reto de producir sus propios vinos, y le aseguro que se sorprenderá de la excelente producción casera de la región.

 

Para cerrar las fiestas se organiza un concurso de paellas. Éste reúne a cientos de equipos que buscan ganar un reconocimiento al mejor sazón. En realidad es un evento para celebrar la vida y las buenas amistades. El ambiente es fabuloso, especialmente después de la primera copa.

 

Todos los participantes tienen un tiempo determinado para preparar su obra maestra, pues el selecto grupo de jueces califica la sazón y la presentación. Puede parecer increíble, pero este concurso se ha convertido en una verdadera obsesión para todos aquellos que "tiran la casa por la ventana" cuando se trata de preparar la mejor paella.

 

Platones con todo tipo de viandas pasan de un lado a otro, combinaciones de tierra y mar, tradicionales y campiranas en este concurso que resulta un verdadero espacio a la creatividad culinaria. Los fuegos se preparan con cuidado, pues, según dicen, ahí está el secreto. Al final del día todo es una excusa perfecta para convivir con los amigos y beber los buenos vinos del Valle de Guadalupe.

 

Aquí se come, se bebe y se disfruta sin límites. La música en vivo suena durante toda la fiesta y el baile no termina hasta que se apaga la luz, lo que no sucede hasta bien entrada la madrugada.

 

Hay una magia en esta vendimia, en su música, en el intenso color de las uvas y el olor de las barricas de roble blanco en las que se madura el vino. Magia que, quizá, sólo es entendida por los que conocen de vinos, pero que puede ser apreciada por cualquiera que se deje llevar por el suave ritmo de esta alegre celebración.

 

Historia del vino en México

Se cuenta en los relatos de la colonización que la primera vez que se bebió vino en México fue el 24 de junio de 1517, durante una comida que ofreció Juan de Grijalva a los representantes de Moctezuma, entonces señor de Tenochtitlan. Este acto fue bien celebrado en la Nueva España, pues para el pueblo español el vino era complemento indispensable de su dieta.

 

El impulso de la vinicultura en nuestro país llegó con los misioneros españoles. Para ellos, el vino era necesario durante la celebración de la misa. El cultivo de la vid era imprescindible para satisfacer las necesidades de los conquistadores.

 

Durante este proceso se descubrieron algunas variedades de uvas silvestres, pero ninguna tan dulce como la vinis vinifera -especie europea-, utilizada para la elaboración del vino. Decidido a solucionar el problema, Hernán Cortés promovió el cultivo de la vinis vinifera. En 1539, en la Hacienda de Santa María de Parras, Coahuila, se funda la primera bodega vinícola de la Nueva España.

 

Las casas vinicultoras se expandieron por el territorio nacional, pero no fue sino hasta 1769 que fray Junípero Serra llevó algunas vides a Baja California.

 

Esta región de clima desértico rápidamente se convirtió en la más importante del país, en especial lo que ahora se conoce como los valles de Guadalupe, Santo Tomás y San Vicente, donde hoy se producen los mejores vinos mexicanos.

 

Para aprender sobre Vinos

Durante las fiestas de la vendimia la Asociación de Vinicultores de Baja California ofrece visitas enológicas guiadas por los viñedos y bodegas de las diferentes vinícolas de la región, las cuales son una magnífica oportunidad para apreciar el proceso de elaboración de estos deliciosos caldos. En otras épocas del año se ofrecen visitas a las salas de degustación, pero el paseo por los viñedos es exclusivo de agosto.

 

Cada viñedo tiene su encanto, así como cada vinícola su reserva especial, y ahí queda un espacio para el gusto de cada cual. Lo mejor es visitar y probar de todos.

 

En estos paseos se puede romper esa imagen romántica de la película Un paseo por las nubes, pues las bodegas donde se elabora el vino -en cantidades industriales-, han perdido el sabor de las antiguas haciendas. La tecnología sigue su interminable carrera y la vinicultura no escapa, aunque quedan esos maravillosos rincones llenos del encanto original.

 

Además de ser un viaje enogastronómico para el deleite de todos los visitantes, las catas y concursos de vinos son una excelente oportunidad para iniciarse dentro de esta deliciosa cultura del vino.

 

FUENTE:
 México Desconocido

http://www.mexicodesconocido.com.mx/notas/6161-Fiestas-de-la-Vendimia-en-el-Valle-de-Guadalupe-%28Baja-California%29