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Última actualización [05/04/2010]



Embotellado: la fase crítica del vino


Tras el embotellado se da una crisis en los olores adquiridos en la barrica que no se supera hasta que pasan los primeros meses.

La transición del vino de la barrica a la botella es un momento delicado.

Es un período que tiene una duración variable y depende de las características con las que se le quiera dotar: dentro del cristal los vinos tintos con madera seguirán modificando sus características organolépticas (propiedades de los cuerpos que se pueden percibir a través de los sentidos) y, de esta manera, decidir cuando su crianza se dará por completada.

El acierto de una bodega con el embotellado de sus vinos es fundamental.

El vino se prepara mediante acciones como la clarificación (eliminar sustancias sólidas suspendidas) o la estabilización (añadir productos para liberarlo de elementos que lo podrían perjudicar durante el envejecimiento).

El equilibrio entre estabilidad y calidad es fundamental, por lo que son preferibles las prácticas que conservan mayor complejidad de olores y sabores aunque ello suponga asumir más riesgo. Si su mala realización lleva a la existencia de diferentes tipos de posos y precipitaciones, un exceso merma el resultado de los caldos. Básico es también la asepsia, que debe ser total para evitar en cada una de las acciones del embotellado las contaminaciones de microorganismos que puedan afectar al vino.

 El reposo conlleva cambios

La vida del vino describe una línea trapezoidal. Una primera fase en la que incluye tanto la estancia en barrica como su crianza en botella, van aumentando y mejorando hasta alcanzar un máximo que durante un largo período se mantendrá perfectamente estable.

Sólo al final de este espacio se empezará a manifestar una pérdida de valores que provocará aromas a rancio, colores amarillos y que el líquido se muestre turbio.

En el interior de la botella, en la penumbra de la bodega donde perfectamente el vino se dejará reposar unos meses, se producirán algunos cambios importantes en su estructura.


Pasado el embotellado se produce la fase crítica en los olores adquiridos en la barrica que no se supera hasta que pasa un breve tiempo. A partir de entonces se suavizan las notas aromáticas, potenciándose el carácter frutal de la variedad. Añadimos a esto, la carencia de oxígeno que el vino encuentra dentro del cristal que favorece la aparición de ciertos aromas, o las sustancias responsables de la coloración que también se verán alterados. El comportamientos de estas moléculas se acentúan en el ambiente reductor de la botella, donde sin el aporte tánico de la madera se producirá un envejecimiento del color del vino. Que todo esto suceda más o menos rápido depende de la materia prima utilizada en la elaboración.

Existen variedades de la uva como la garnacha, que tienden a una polimerización (proceso químico por el cual mediante el calor, la luz o un catalizador, se unen varias moléculas de un compuesto para formar una cadena de múltiples eslabones de estos y obtener una macromolécula) acelerada y, por tanto, a envejecer muy rápido, mientras que en la tinta fina es mucho más lento.

FUENTE:
Turismo en Internet

http://www.turispain.com/Embotellado:-la-fase-cr%EDtica-del-vino.html?doc337