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Última actualización [08/03/2009]





Alcohol-historia

El alcohol cuenta con una larga historia, estando presente en nuestra cultura durante muchos siglos. Las bebidas alcohólicas han sido conocidas y utilizadas por el hombre desde tiempos inmemoriales. La llamada hidromiel, mezcla fermentada de agua y miel, y la cerveza se han consumido de forma casi universal hace miles de años. La mayoría de las religiones, como el budismo, islamismo, etc., menosprecian el alcohol. El vino sólo logró un alto respeto en la religión judía, utilizándolo en ceremonias sociales. El cristianismo lo elevó a sangre de Cristo.

 

Se conservan restos del año 2200 a. J. C. que evidencian cómo se recomendaba la cerveza a mujeres en estado de lactancia. El código del rey babilonio Hamurabi amparaba a los bebedores de cerveza y vino de palma, y hacía ejecutar a la tabernera que rebajara la calidad de la bebida.

 

Los griegos rendían culto a Dionisio y ofrecían bebidas alcohólicas a sus dioses y a los soldados antes de que estos entraran en combate; también las utilizaban para facilitar sus relaciones constituyendo el eje de los denominados symposia (banquetes celebrados con fines recreativos en los que intercambiaban ideas filosóficas, políticas, etc. mientras ingerían vino, cerveza e hidromiel). Opuestos al empleo femenino del alcohol, los griegos entendían que hasta la segunda edad resultaba absolutamente intolerable la embriaguez, y solían beber vino aguado. Atribuían sus efectos relajantes a Dionisio, dios de la vegetación y el esperma, preconizando un empleo cada vez más generoso de esta sustancia a partir de los cuarenta años. Celtas, romanos, escitas y otros pueblos antiguos no excluían a las mujeres del consumo, y algunos permitían beber desde la adolescencia.

 

Los romanos apreciaban el vino y contribuyeron a la difusión de la vid por toda Europa, así como a afianzar la reglamentación de la viticultura. La expansión del Imperio Romano significó la primera oleada de alcoholización de la humanidad. El alcohol pronto dejó de significar algo mágico o ritual, obligando a regular su uso en distintas civilizaciones

 

Las referencias bíblicas al vino son muy numerosas. "Parece imposible cumplir la Ley siendo abstemio, pues en todas las ocasiones de señalada importancia social (circuncisión, fiestas, matrimonios, banquetes por el alma de los difuntos,) es correcto apurar al menos un vaso".

 

También América conoce fermentaciones alcohólicas de escasa graduación desde tiempos remotos: el pulque y la chicha gozaron de amplia aceptación entre los pueblos aborígenes, quienes les atribuían un significado religioso, curativo y mágico.

 

El consumo de bebidas alcohólicas se asoció durante la Edad Media con salud y bienestar. De hecho, el alcohol adoptó ese nombre a finales del siglo XVI pues hasta entonces se le conocía con el apelativo de aqua vital o agua de la vida. Durante este periodo de tiempo, apareció la técnica de destilación en Europa de mano de los árabes, lo que supuso la posibilidad de tener bebidas alcohólicas de mayor concentración y de efectos intoxicantes muy rápidos. Los alquimistas supusieron que el alcohol era el buscado elixir de la vida. Por ello se le consideró un remedio para muchas enfermedades, como lo indica el término whisky (del gaélico usquebaugh, "agua de la vida"). El proceso de destilación pronto se expandió y supuso la segunda epidemia de alcoholización.

 

En los siglos XVII, XVIII y XIX se desarrollaron los procedimientos de la crianza de los vinos y licores y la aplicación de las técnicas científicas culminaron con Pasteur al descubrir la intimidad del proceso de fermentación, iniciándose la llamada enología científica.

 

A lo largo del siglo XIX, la medicina se interesó por los efectos del alcohol y entre los primeros problemas médicos abordados desde ese planteamiento estaba el abuso del alcohol. Debemos a dos médicos formados en Edimburgo, Thomas Trotter y Benjamin Rush, la primera aportación importante; consideraron el alcoholismo como una enfermedad crónica y una amenaza para la vida. Los estudios clínicos del siglo XIX perfilaron el cuadro clínico y la base patológica del abuso del alcohol. Así, se comenzó a hablar de que el consumo habitual y continuo de bebidas alcohólicas dañaba el hígado y producía disfunciones mentales. Las exposiciones de Rush al respecto y, teniendo en cuenta que era un personaje público y signatario de la Declaración de Independencia, ayudaron a llevar a cabo la Prohibición Americana, que se extendió desde 1919 hasta 1933.

 

Fue a partir de la Revolución Industrial del siglo XIX cuando el consumo de esta sustancia alcanzó niveles hasta entonces desconocidos, que se vieron incrementados desde la segunda mitad de esta centuria, con la masificación de las ciudades, produciéndose una demanda generalizada de alcohol, dando lugar a la tercera oleada de alcoholización y, según algunos autores, la existencia del alcoholismo como problema social.

 

A partir de mediados del siglo XX se puede diferenciar una cuarta oleada de alcoholización. Las causas pueden ser los movimientos migratorios, los medios de comunicación de masas, la explosión consumista, el "estrés", etc. En la actualidad se reconoce que el valor terapéutico del etanol es relativamente limitado y que su ingestión crónica en cantidades excesivas es un problema social y médico de primer orden. No obstante, la sociedad y la ciencia están buscando estrategias tanto farmacológicas como comportamentales para combatir el alcoholismo.

 

 FUENTE: SCA Centre Mèdic/Alcohol/Historia

http://www.sca-centremedic.com/cast/alcohol_historia.html