Saber del mundo

Última actualización [13/05/2007]



El consumo excesivo la acorta

Jesús Barquín

Sin dudas: el consumo moderado alarga la vida


ESPAÑA
"A quienes consumen regularmente cantidades pequeñas o moderadas de alcohol habría que animarles a que sigan haciéndolo". Semejante frase, sorprendente en estos tiempos proclives a la persecución delirante, remata uno de los más fiables trabajos científicos recientes acerca de los efectos que el consumo de bebidas alcohólicas tiene sobre la salud. Sus conclusiones: el consumo moderado de bebidas alcohólicas mejora las expectativas de longevidad de las personas, mientras que el consumo excesivo las empeora. La aseveración no es radicalmente nueva, ni en el campo científico ni en el de la sencilla inteligencia de sentido común. Ya el más clarividente de los escritores modernos lo dejó dicho:

"La abstinencia absoluta es enemiga de la parte más generosa, jovial y humana del hombre". Y sabemos ahora que también de su salud, aunque alguna señora ministra se obceque puritanamente en lo contrario.

En efecto, las personas que no beben ni una gota viven menos tiempo (en términos estadísticos) que las que beben con moderación. El máximo beneficio comparativo se obtiene para las mujeres en el entorno de 1 copa, mientras que en el de 1 a 2 copas para los hombres, cuyo metabolismo del etanol es probadamente más eficiente. El límite máximo de dicha moderación, a partir del cual se entra en el terreno del exceso perjudicial, estaría por su parte en unas 2/3 copas diarias en el caso de las mujeres, unas 3/6 copas diarias en el de los hombres, dependiendo de la zona geográfica. En Estados Unidos y otros países, la ventaja comparativa tiende a desaparecer a dosis más bajas que en Europa.

También muy relevante es la confirmación de que las expectativas de longevidad disminuyen significativamente para quienes beben cantidades por encima de tales límites: de hecho, la otra conclusión taxativa -y no menos de sentido común- del trabajo es: "A quienes beben en exceso habría que urgirles a abandonar el consumo".

Se trata de un estudio que viene a corroborar los resultados de una batería de artículos publicados en los últimos años y en los que se han venido acreditando las bondades del consumo moderado de bebidas alcohólicas frente a la puritana tolerancia cero. En este caso, el interés añadido proviene de que se trata de un meta-análisis que abarca agregadamente los datos correspondientes a más de un millón de personas, así como del hecho de que su alcance no se limita a las enfermedades cardiovasculares, materia en la que hay una amplia evidencia disponible, sino que integra todos los datos relativos a mortalidad por cualquier causa. El trabajo no deja lugar a dudas: en un balance final, los bebedores moderados tienen una vida más prolongada (hasta un 18% más larga) que el resto de la población.

Créditos
Este artículo se ha publicado en diciembre de 2006 en ''Archives of Internal Medicine'', y sus autores forman un equipo de investigadores médicos dirigido por Augusto Di Castelnuovo: además del propio Di Castelnuovo, los doctores Simona Costanzo, Vincenzo Bagnardi, Maria Benedetta Donati, Licia Iacoviello y Giovanni de Gaetano, pertenecientes a la Universidad Católica de Campobasso, excepto Bagnardi (Universidad de Milan-Bicocca). Su título es ''Alcohol Dosing and Total Mortality in Men and Women. An Updated Meta-analysis of 34 Prospective Studies'' (Arch Intern Med. 2006;166:2437-2445).

Se trata de un meta-análisis actualizado de trabajos recientes en los que se pone en relación la tasa de mortalidad con diferentes niveles de consumo habitual de bebidas alcohólicas.

Los meta-análisis son trabajos que consisten en la agregación y valoración combinada de los datos publicados en un amplio conjunto de estudios realizados por separado. Una de sus principales ventajas es que ayudan a descartar la probabilidad de anomalías estadísticas que siempre planean sobre los estudios particularizados en que el tamaño de la muestra es más pequeño. Al mismo tiempo, permiten extraer conclusiones de amplio alcance sobre datos relativos a una cuestión tratada de manera coincidente en una variedad de trabajos diferentes.

A esta categoría pertenece el artículo de Di Castelnuovo y sus colegas, que no han desarrollado en este caso un trabajo de campo original, sino que han recopilado y sistematizado los resultados de 34 estudios sobre hombres y mujeres publicados hasta diciembre de 2005. El total agregado de estos estudios alcanza a más de un millón de personas y más de noventa mil fallecimientos, datos que han sido ajustados en análisis multivariante mediante regresión logística para afinar las conclusiones y descartar la influencia colateral de otras variables diferentes del propio consumo de alcohol, tales como, por ejemplo, el que un porcentaje relevante de los abstemios pudiera corresponderse con personas en tratamiento de deshabituación o afectadas de enfermedades serias incompatibles (la enfermedad misma, o el tratamiento médico) con el alcohol, o como la influencia colateral que en los resultados pudiera ejercer el porcentaje de fumadores en cada grupo.

Cultura del vino
Los resultados del trabajo de Di Castelnuovo y sus colegas son particularmente alentadores para la cultura del vino y para quienes, siguiendo la estela del gran Robert L. Stevenson, nos oponemos por igual al aburrido puritanismo de la abstención total y a los desastrosos efectos sociales y personales del alcoholismo.

El vino en sí sale particularmente reforzado del estudio. Bien es cierto que los datos certificados por este trabajo no discriminan exactamente entre diferentes bebidas alcohólicas, de modo que las conclusiones relativas a los beneficios del consumo moderado serían por igual aplicables a todas las clases de bebidas, desde las de más baja graduación como la sidra y la cerveza, hasta los destilados de alto contenido etílico. Pero una lectura detenida sugiere que los datos de los países europeos donde el vino tiene mayor presencia en la dieta son mejores que los de otros países.

En concreto, la dosis límite para los varones en los Estados Unidos estaría ligeramente por encima de las tres copas, mientras que en Europa sería de seis, lo que se puede razonablemente atribuir (como sugieren los propios autores) al beneficioso efecto del consumo de vino en las comidas (un hábito típicamente mediterráneo), frente a una costumbre tan poco saludable (aunque cada vez más extendida entre los españoles, jóvenes y no tan jóvenes) como es la de beber grandes cantidades de alcohol a intervalos irregulares.

La cultura mediterránea ha convivido con las bebidas alcohólicas desde que existe como tal; de hecho el vino ha contribuido en no pequeña medida a forjarla. Hay un peso y un valor social histórico en el consumo moderado de bebidas alcohólicas que está fuertemente inserto en nuestra tradición desde hace siglos. Como casi todo aquello que los seres humanos tienen a su disposición para el consumo, el vino es susceptible tanto de un uso virtuoso como de uno abusivo y perjudicial. La mejor vacuna frente al exceso es el aprendizaje social y cultural del consumo moderado, el cual no sólo es fuente de placer, sino que además proporciona a los practicantes ventajas comparativas en términos de longevidad y de salud general, como el comentado estudio demuestra.

Los resultados de estudios como éste, unidos a las conocidas virtudes de la dieta mediterránea y de un estilo de vida activamente saludable, confirman de paso la convicción unánime entre los genuinos aficionados al vino de que vale mucho más calidad que cantidad. Buen momento para celebrarlo con alguna botella de garantías. Eso sí, teniendo el cuidado de dejar un resto para mañana en caso de que no se sea más de dos a la mesa...

A contracorriente
Asimismo, la apabullante evidencia científica disponible sobre la bondad (repárese bien en el detalle: bondad, y no mera "ausencia de malignidad") del consumo moderado de bebidas alcohólicas deja en evidencia las propuestas de abolición que se han avanzado recientemente desde el Ministerio de Sanidad, amparadas en una concepción hiperpaternalista del Estado. Y no menos en una inacabable campaña que publicita la fina sensibilidad de nuestros gobernantes, tan caritativos ellos que no dejan de preocuparse en ningún momento por hacernos más sanos y felices a todos. Pues bien, en esta materia se columpian.

Es posible que la señora ministra de Sanidad creyera estar dando en el clavo cuando, para subrayar la necesidad de su Anteproyecto de Ley "Antialcohol", con aire suficiente retaba a los críticos para que expliquen por qué están en contra de limitar la publicidad del alcohol, mientras que no se oponen a lo mismo en relación con el tabaco. Pues bien, la respuesta ya la habían dado por adelantado Di Castelnuovo y tantos otros investigadores: a diferencia de sustancias intrínsecamente tóxicas de las que una dosis pequeña causa poco daño mientras que una dosis alta causa mucho daño, en el caso del vino (y de otras bebidas alcohólicas), se da (¡pásmese usted!) la coincidencia de que la moderación en el consumo es mucho mejor para la salud de las personas que la radical abstención.
Con lo anterior, bastaría para zanjar la discusión. Y no hemos apenas puesto sobre la mesa los argumentos históricos, geográficos, conservacionistas, culturales, etc., que planean sobre el vino. ¿Se prohibirá la publicidad de un libro sobre antropología de la viña, de otro sobre arquitectura bodeguera, o de unas rutas turísticas por los Arribes, por el Priorato o por las recias cepas de Lanzarote?

Pero, claro, la obligación de guardar un cierto equilibrio y de manejarse en el territorio de los matices deja la pelota en el alero de los poderes públicos y de la sociedad en su conjunto, mientras que la radical prohibición tranquiliza espíritus y permite rehuir responsabilidades. Porque no nos engañemos: lo cómodo es colgar cartelitos de por aquí no se pasa porque lo digo yo. En el fondo, no deja de ser una lata esto de tener que enseñar a nuestros chavales a convivir y a sacar el mejor partido posible de las posibilidades que el mundo les brinda.
Fecha de publicación: 23.01.2007

FUENTE: El Mundo Vino/Reportejes/Consumo
http://elmundovino.elmundo.es/elmundovino/
noticia.html?vi_seccion=1&vs_fecha=200701&vs_noticia=1169582653