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Última actualización [12/02/2007]



Los cambios climáticos han comenzado a afectar la producción del vino de hielo




CANADA
Crea Canadá Vino con Climas Helados. En un campo tapizado por una fina capa de nieve, los vendimiadores recogen con cuidado uvas heladas, joyas para la base del vino canadiense helado, "oro líquido" apreciado por los estadounidenses y los asiáticos pero cuya producción está debilitada por los cambios climáticos.

La escena podría sorprender a los cultivadores franceses o italianos acostumbrados a las vendimias de fin de verano. En pleno invierno canadiense, vendimiadores abrigados recorren los cultivos para cosechar las uvas endurecidas.

"Prueben esto, es caramelo", dice Charles-Henri de Coussergues, copropietario del viñedo L''Orpailleur, en Dunham, en la ruta de los vinos de Québec, unos cien kilómetros al sudeste de Montreal.

La joya helada calienta el fondo del paladar para depositar allí aromas insospechados.

"En noviembre y diciembre, la viña está durmiendo, no aporta nada más a la uva, pero a causa de la helada y el deshielo el vino desarrolla aromas de miel, de albaricoque, de litchi", explica de Coussergues.

Las uvas son cosechadas por primera vez en otoño, y luego dispuestas sobre redes al aire libre. El agua se evapora aumentando la concentración del azúcar del fruto precioso.

Cuando la temperatura baja entre -8 y -12 grados Celsius, la uva entonces se exprime durante las siguiente 24 horas para dar vida a este oro líquido y preciado por los aficionados de los postres y el foie gras.

Producido por primera vez a mediados del siglo XVIII en Alemania, el vino de hielo, un néctar licoroso que recuerda al Sauternes o al Jurançon, tuvo un vuelo fulgurante desde la migración de productores europeos a Canadá en los años 80.

Como primer productor mundial, Canadá exporta unos 120 mil litros al años de su vino de hielo, cuyas botellas se venden a precios elevados, según datos del ministerio de la Agricultura y de la Industria agroalimentaria.

Taiwán recibe un cuarto de las exportaciones de vino canadiense, seguido de Singapur, Japón y Estados Unidos.

"Los estadounidenses están fascinados por nuestras cosechas de uva a menos de ocho grados en pleno invierno. La confección misma tiene algo romántico, salvaje, inhabitual", explica Deborah Pratt del viñedo Inniskillin, situado en Ontario, en Niagara-on-the-Lake, corazón de la industria vinícola canadiense.

Si en los mercados estadounidense y asiáticos crece la demanda de vino de hielo canadiense, Europa también se abre a este artículo de lujo que se aloja cada vez más en las maletas de los turistas junto con el tradicional jarabe de maple.

"Me fui de Francia en 1980 y ninguno de mis colegas creía que se podía hacer el vino en Quebec. Hoy, es mi venganza, tengo pedidos para vender mi vino de hielo en Francia. Esto halaga el ego del viñador", se jacta De Coussergues.

Pero los inviernos clementes registrados el año pasado y este año en el este de Canadá les da dolores de cabeza a los viñadores, porque retrasan las vendimias y la uva corre peligro de secarse.

Las cosechas generalmente se efectúan en diciembre, pero este año están previstas para mediados de enero en la península del Niágara.

"El último año nos confiamos, nos dijimos es excepcional, es un año récord.

De Coussergues "es prudente" frente a esta evolución inquietante del clima, pero reconoce que podría verse forzado desde el próximo año a pensar muy seriamente en su futuro como viñador del frío si el invierno deja de nuevo poca nieve.
Montreal, Canadá (15 enero 2007).-

FUENTE: Agence France Presse
Grupo Reforma/Suplemento/Buena Mesa
http://www.reforma.com/buenamesa/articulo/
727838/default.asp?plazaconsulta=reforma&
DirCobertura=suplementos/buenamesa