Saber del mundo

Última actualización [13/05/2007]



México


Historia, consumo y producción


En el México Prehispánico se ingerían licores fermentados de maíz y de diferentes frutas, además del pulque ( neutle entre los mexicas) y el jugo de agave (utilizados sobre todo para la celebración de sucesos especiales); pero una vez que los conquistadores españoles se asentaron en el nuevo mundo, comenzaron a producir sus propios alimentos y bebidas. Una de ellas fue el vino, que no podía faltar en sus mesas. Por las condiciones geográficas y climatológicas, además de existir parras silvestres donde injertaron las especies europeas, pronto el cultivo de la vid comenzó a dar sus frutos y dio tan buenos resultados que en tiempos de la Colonia el rey Felipe II tuvo que prohibir la siembra de uva y la producción vinícola pues rivalizaba con la metrópoli; sólo se autorizó al clero para su propio consumo.

En los siglos posteriores algunos gobernantes como Agustín de Iturbide, Santa Anna y Porfirio Díaz intentaron, sin resultados, impulsar la actividad vitivinícola en la República Mexicana, pero no fue hasta hace 60 años cuando algunos agricultores sustituyeron sus siembras de algodón por vides, de donde se obtienen uvas pasas, uvas de mesa y uvas para vinos y destilados. El auge verdadero ha sucedido en los últimos años, sobre todo entre los jóvenes de 20 y 25 años de edad, pese a que las cifras aún son mínimas. Se estima que en promedio consumimos al año una copa por habitante, expresa la Sommelier Claudia Altamirano, quien comenta las falsas ideas que tenemos los mexicanos con respecto a su consumo, como que no combina con nuestra cocina, que sólo es para ciertas clases sociales; “pero eso no es cierto, los platillos nacionales, por ser muy condimentados, pueden ser acompañados con vinos de carácter sin ningún problema. La base del maridaje es que siempre exista un equilibrio entre el alimento y el vino: ni que la bebida opaque el sabor de la comida, ni viceversa. La cuestión es que estamos acostumbrados a los maridajes europeos, pero el vino no está casado con ningún tipo de comida; en realidad su poco consumo en nuestro país se debe a prejuicios culturales que debemos romper y atrevernos a pedirlo cuando lleguemos a un restaurante”.

Cuesta arriba en su consumo
Esta mínima ingestión de vino per cápita se ve severamente superada por el hábito de acompañar los alimentos con refresco, del cual nuestro país ocupa el segundo lugar en consumo, apenas superado por Estados Unidos.


Alberto Cetto, presidente de la Asociación Nacional de Vitivinicultores, admite que pensar en alcanzar las cifras de los europeos (55 litros por año) no deja de ser un sueño, ya que normalmente las fechas de mayor venta se registran durante las fiestas navideñas, “esto se debe a que el vino ha sido relacionado de manera estrecha con los eventos festivos y, aunque cada día las personas van perdiendo esta noción, para muchos consumidores es la bebida exclusiva de las celebraciones”.

No obstante, la costumbre de tomar vino, dice Cetto se ha extendido de forma paulatina en los últimos siete años, con ello se ha logrado duplicar las ventas y la esperanza de que ocurra el mismo fenómeno en un periodo de cinco años no abandona a los vitivinicultores nacionales. Aunque no por esta razón el mercado se ve amenazado, ya que hoy México exporta vino a cerca de 30 países, entre los que están Inglaterra, Alemania, Francia, Holanda, España, Italia, Canadá, Estados Unidos y otros tan lejanos como Lituania, Estonia, Rusia y Polonia, situación que lo ubica dentro de los mejores del mundo.

Condiciones idóneas
Estados productores Variedades de uvas
Sonora tintas: Pinot Noir,
Baja California Sur Cabernet Sauvignon,
Baja California Norte Merlot, Garnacha, Cariñena,
Chihuahua Salvador, Alicante,
Coahuila Barbera, Zinfandel,
Zacatecas Misión, Blancas: Ungi
San Luis Potosí Blanc, Chenin Blanc,
Aguascalientes Riesling, Palomino,
Querétaro Verdona, Feher-Zagos,
Guanajuato Málaga, Colombard.


FUENTE: Revista “Muy Interesante”/Septiembre 2004/Editorial Televisa, S.A. de C.V.