Expectativas, consumo de alcohol
y problemas asociados en estudiantes
universitarios de la ciudad de México
Jazmín Mora-Ríos, M. en Psic.,(1) Guillermina Natera, M. en Psic.(2)
Mora Ríos J, Natera G.
Expectativas, consumo de alcohol
y problemas asociados en estudiantes
universitarios de la ciudad de México.
Salud Publica Mex 2001;43:89-96.
El texto completo en inglés de este artículo está
disponible en: http://www.insp.mx/salud/index.html
Resumen
Objetivo. Establecer la relación entre las expectativas hacia
el consumo de alcohol, los patrones de su uso y los
problemas asociados a su consumo en una muestra de estudiantes
universitarios de la ciudad de México. Material y
métodos. Estudio transversal realizado en octubre de 1998,
en el que participaron 678 estudiantes, hombres y mujeres
entre los 17 y 25 años de edad, provenientes de universidades
públicas y privadas. En él se midieron las expectativas
a partir de un cuestionario de autorreporte, el Alcohol Expectancy
Questionnaire (AEQ), que fue adaptado a esta población
obteniendo una consistencia interna global elevada
(alpha=0.93). Resultados. Del total de los estudiantes, 31%
presentó un consumo alto (mayor a cinco copas por ocasión
de consumo en el último año), principalmente en los varones,
mientras que 17% fueron no consumidores. Mediante
un modelo estructural de ecuaciones se estudió la relación
entre las subescalas de expectativas, el patrón de consumo
y problemas asociados. El análisis de varianza mostró una
relación estadísticamente significativa entre seis subescalas
de expectativas (el alcohol como facilitador de la interacción
grupal, expresividad verbal, desinhibición, incremento
de la sexualidad, reducción de la tensión psicológica e incremento
de la agresividad) y las variables sexo, consumo
de alcohol y problemas asociados (F=5.23, gl=1, p< 0.05).
Conclusiones. De manera consistente con lo informado
en otros países, se encontró que los efectos que las personas
atribuyen al consumo de alcohol, anticipándose a la
experiencia de estar bebiendo (expectativas), están estrechamente
relacionadas con su consumo. Los resultados de
este estudio indican que los estudiantes con un consumo
alto de alcohol tuvieron mayores puntuaciones en seis de
las subescalas de expectativas, además de que éstas fueron
más elevadas entre quienes informaron que tuvieron problemas
relacionados con el consumo en el último año. Las
expectativas del alcohol como facilitador de la interacción
grupal, como reductor de la tensión psicológica y como
agente que incrementa la conducta agresiva se relacionaron
con un consumo de alcohol más alto. El texto completo
en inglés de este artículo está disponible en: http://
www.insp.mx/salud/index.html
Palabras clave: cuestionario de expectativas hacia el alcohol
(AEQ); consumo de bebidas alcohólicas; estudiantes;
México
Una de las principales aportaciones de las aproximaciones
psicosociales contemporáneas en el campo
de las adicciones ha sido el estudio de las expectativas.
Particularmente en el caso del alcohol, y con base
en una perspectiva cognitivo-conductual, los esfuerzos
teóricos y empíricos se han enfocado en la identificación
temprana de los predictores del uso y abuso de
alcohol.
Estudios de laboratorio han mostrado que las expectativas
hacia el alcohol pueden afectar la cantidad
de consumo.1,2 Por otra parte, las expectativas han sido
estudiadas mediante instrumentos de autorreporte en
investigaciones con población de estudiantes, principalmente
adolescentes y adultos.3-10
Las expectativas se definen como “la anticipación
de una relación sistemática entre eventos u objetos
en una situación futura”, es decir, si ciertos eventos
son registrados, en consecuencia, ciertos eventos son
esperados. Las expectativas pueden ser inferidas por
tener un estatus causal en las que las propias acciones
de un individuo producen una cierta consecuencia.2
En términos prácticos, las expectativas se refieren a las
creencias individuales sobre los efectos esperados del
consumo de alcohol y son un constructo teórico importante
ya que permite vincular las experiencias
tempranas con el alcohol y las decisiones que se tienen
a futuro sobre el consumo de esta sustancia y, mediante
su estudio, es posible identificar los factores sociales
y cognitivos que se relacionan con un consumo
problemático, lo que es fundamental para el desarrollo
de una teoría comprehensiva del abuso de alcohol.
Las expectativas difieren en términos del género,
la raza y la cultura de los respondientes.2,11 Se considera
que el desarrollo de las expectativas comienza
con una serie de creencias globales, difusas e indiferenciadas
sobre los efectos del alcohol, que tienden a
incrementarse con la edad, la experiencia con el alcohol
y la exposición familiar, social y cultural de las
creencias acerca del alcohol, las cuales constituyen las
fuentes primarias de aprendizaje de esta sustancia.12,13
Las expectativas intervienen en el inicio y mantenimiento
de dicho consumo durante la adolescencia14
y se correlacionan con los patrones diferenciales de
consumo no sólo en este periodo sino en adultos con
diferentes características poblacionales.15,16 Es común
que exista un incremento en el consumo de los
estudiantes al ingresar a la universidad, por lo que
es importante investigar, en este periodo, el papel
que juegan estas expectativas en la transición a los patrones
de consumo en la vida adulta.
En estudiantes universitarios se ha encontrado que
las expectativas son mejores predictores concurrentes
del comportamiento de consumo que las variables demográficas,
que son conocidas por tener un poder predictivo
sustancial.4 Las expectativas pueden variar de
acuerdo con los hábitos de consumo; por ejemplo, se
ha mostrado que los estudiantes cuyo consumo de alcohol
es moderado tienen expectativas más relacionadas
con las experiencias positivas respecto a los efectos
del consumo y el realce de los placeres sociales, en tanto
que los bebedores excesivos esperan que el alcohol
incremente sus conductas sexual y agresiva, además
de reducir la tensión a partir del consumo.3
En población universitaria se ha puesto de manifiesto
que los estudiantes esperan que otras personas
sean más fuertemente afectados por el alcohol
de lo que esperan para sí mismos, tanto en aspectos
positivos como negativos.7 La distinción entre efectos
sociales e individuales permite predecir diferentes
resultados de consumo; por ejemplo, las expectativas
sociales predicen un consumo moderado mientras
que las expectativas individuales predicen un consumo
problemático.8
En México el consumo de alcohol en estudiantes
ha generado interés desde una óptica de salud pública
por los problemas relacionados con su consumo.
En población universitaria, los resultados de las encuestas
revelan que la proporción de bebedores de
alcohol y los problemas asociados aumentan con la
edad. En 1980, el consumo alguna vez en la vida en
esta población fue de 86.4% y los problemas más frecuentemente
reportados fueron: el deseo de beber
menos (16%), los arrestos (9.8%) y los problemas familiares
(5.6%).17
De acuerdo con los datos más recientes reportados
por la Encuesta Nacional de Adicciones (1998), particularmente
en la población entre los 18 a 29 años de
edad, que habita en la ciudad de México, 78.6% de los
hombres encuestados es bebedor actual, mientras que
en las mujeres la proporción corresponde a 53.8%. Las
bebidas de mayor preferencia fueron la cerveza, los destilados
y las bebidas embotelladas preparadas como
los coolers.*,18
Las actitudes han sido una de las variables psicosociales
que más se han utilizado en la investigación
sobre adicciones en población escolar; no obstante, se
ha encontrado que las actitudes tienen escaso valor
predictivo en el consumo de alcohol, siendo más determinantes
las variables como sexo y cantidad de problemas
asociados. Aun cuando las expectativas se
relacionan con las actitudes, pero a diferencia de éstas,
son creencias que tienen un componente de causa-efecto
(por ejemplo, algunas personas consideran que beber
alcohol les ayuda a tener valor para enfrentar
situaciones difíciles). Las evidencias que sugieren su
utilidad en la explicación del uso y abuso de alcohol
están ampliamente documentadas.10,11,13,14 El estudio
de las expectativas, conjuntamente con otras variables,
como sexo, peso, talla, edad del consumidor, ocasiones
y circunstancias de consumo, puede contribuir
a un mayor conocimiento en la problemática de adicciones.
18
Con base en lo anterior, en un estudio previo,19 se
llevó a cabo la adaptación del cuestionario de expectativas
hacia el alcohol (AEQ) en población universitaria
con el objeto de identificar las diferentes áreas
que lo conforman. El propósito del presente trabajo
es establecer la relación entre las subescalas identificadas
de expectativas y el patrón diferencial de consumo
de bebidas alcohólicas reportado en el último
año en un grupo de estudiantes de universidades públicas
y privadas de la ciudad de México. Asimismo,
se incluyeron los problemas asociados al alcohol como
un indicador de consumo problemático que podría
estar relacionado con las expectativas.
Material y métodos
Se realizó un estudio transversal exposfacto; en el cual
se obtuvo un muestreo diversificado por cuotas en
universidades públicas (52.2%) y privadas (47.5%) de
ciudad de México, considerando diferentes áreas
de estudio, como ciencias biológicas (20%), artísticas
(19%), ciencias económico-administrativas (12%),
ciencias exactas (14.5%) y ciencias sociales (34%). Asimismo,
se estableció un control por sexo y tipo de universidad.
El tamaño de la muestra se calculó con base en el
número de reactivos contenidos en la versión original
del AEQ19 que se requieren para obtener la validez
factorial y confiabilidad del instrumento; se calcularon
cinco aplicaciones por reactivo incluyendo un margen
para considerar a los casos omitidos.
Participaron 678 estudiantes, de sexo masculino
femenino, cuyas edades oscilaban entre los 17 y 25
años, la edad promedio fue 20 años, (DE= 1.80) (cuadro
I).
Respecto a los instrumentos utilizados, se aplicó
un cuestionario que contenía la siguiente información:
Datos sociodemográficos. Se incluyen variables como
sexo, edad, ocupación, estado civil, semestre actual de
estudios, lugar de residencia y tipo de escuela (pública-
privada).
Cuestionario de expectativas hacia el alcohol (AEQ).3 Mide
las creencias positivas del consumo de alcohol y sus
efectos en la conducta social y emocional alrededor de
seis dimensiones: a) transforma positivamente las experiencias;
b) incrementa sexualidad; c) realza el placer
físico y social; d)aumenta la asertividad social; e) reduce
la tensión, y f) incrementa el poder y la agresión.
Estas dimensiones indagan los efectos positivos que
se espera obtener bajo el efecto de cantidades moderadas
de alcohol, por ejemplo: “unas cuantas copas”
o “un par de copas” y es respondido con base en
un formato dicotómico (cierto-falso) en función de las
Cuadro I
CARACTERÍSTICAS SOCIODEMOGRÁFICAS
DE LOS PARTICIPANTES EN EL ESTUDIO
SOBRE EXPECTATIVA Y CONSUMO DE ALCOHOL.
INSTITUTO NACIONAL DE PSIQUIATRÍA, MÉXICO, 1998
| Femenino | Masculino |
| 52 355 % f | 48 323 % f |
Edad | | |
17-19 años | 38 133 | 25 81 |
20-22 años | 54 193 | 52 168 |
23-25 años | 8 29 | 23 74 |
Universidad | | |
Pública | 53 187 | 51 166 |
Privada | 47 168 | 49 157 |
Ocupación | | |
Estudia | 83 294 | 73 237 |
Estudia y trabaja | 17 61 | 27 86 |
Semestre actual | | |
1-2 | 31 109 | 39 125 |
3-4 | 29 103 | 29 93 |
5-6 | 34 121 | 21 68 |
Otros(tesista) | 6 22 | 11 37 |
creencias personales, sentimientos y experiencias del
respondiente en relación con el alcohol.
Se utilizó la versión para adultos del AEQ y fue
adaptada en población universitaria de la ciudad de
México. Se identificaron ocho subescalas de las expectativas:
a) el alcohol facilita la interacción grupal;
b) favorece la expresividad verbal; c) desinhibe la
conducta; d) incrementa la sexualidad; e) reduce la tensión
física; f) reduce la tensión psicológica, g) incrementa
la agresión y los sentimientos de poder, y h)
propicia los cambios psicofisiológicos. La escala obtuvo
una consistencia interna global muy elevada (alpha
de Cronbach=0.93).20
Hábitos de consumo de alcohol. Se utilizaron los criterios
propuestos por la Encuesta Nacional de Adicciones20
para medir la frecuencia de consumo de diferentes
tipos de bebidas (cerveza, vino de mesa, destilados
y bebidas preparadas, como coolers y viña real). Se obtuvo
la frecuencia de consumo de las diferentes cantidades
de alcohol por ocasión de consumo en el último
mes y año. Para efectos de este estudio se obtuvo el
patrón de consumo en el último año y se dividió en las
siguientes categorías: a) no consumidores, b) consumidores
de menos de cinco copas (consumo bajo), y c)
consumidores de cinco copas o más por ocasión (consumo
alto).
Asimismo, se incluyó información de otras variables
relacionadas como lugares de consumo y problemas
asociados con el consumo (físico, accidentes de
tránsito, personales, con la policía).
Procedimiento. La aplicación del instrumento tuvo lugar
en las aulas de clase, en el transcurso de 45 minutos,
previo consentimiento de las autoridades.
Participaron cuatro entrevistadoras, pasantes de las licenciaturas
de Psicología y Sociología, previamente capacitadas
en el manejo de los instrumentos, quienes
solicitaron la colaboración voluntaria de los estudiantes
para que trataran de responder lo más sincera y
espontáneamente posible acerca de sus creencias, sentimientos
y opiniones personales hacia el alcohol. Los
estudiantes respondieron los cuestionarios individualmente
en los salones de clase. Se garantizó el anonimato
y la confidencialidad de la información.
Para el análisis de la información se utilizó un
modelo estructural de ecuaciones21 y un análisis de
varianza (Anova) contenido en el paquete estadístico
SPSS (versión 6.1.2) para windows.
Resultados
Consumo de alcohol y otras variables relacionadas. Los varones
iniciaron su consumo de alcohol en promedio a
los 14 años (DE= 2.6), mientras que en las mujeres el
inicio fue a los 15 años en promedio (DE= 2.9). Las
principales bebidas consumidas por los estudiantes
bajo la categoría de “alguna vez en la vida” fueron
los cocteles y las bebidas como viña real (86%), lo que
es de esperarse puesto que son bebidas dirigidas a los
jóvenes y son principalmente consumidas por las
mujeres; es importante enfatizar que este tipo de bebidas,
que comúnmente son consideradas como refrescantes,
también pueden producir adicción. Los
destilados (85%) y la cerveza (83%) fueron mencionados
en segundo y tercer lugar, respectivamente.
Llama la atención el uso del pulque, 31% de los
jóvenes reportaron su consumo, lo cual es elevado si
se consideran los resultados de estudios previos que
indican que el pulque no es el tipo de bebida que se
utiliza comúnmente en población juvenil urbana.
Los estudiantes de sexo masculino consumen en
mayor frecuencia y cantidad que las mujeres. Alrededor
de 30% de las mujeres bebe en promedio de una a
cuatro copas por ocasión con una frecuencia de al
menos una vez al año, mientras que 22.2% de los hombres consume entre cinco y 11 copas al menos una vez
a la semana. No obstante, no hay que menospreciar
que 7% de las jóvenes presentan un consumo mayor a
cinco copas y que lo hacen al menos una vez a la semana
y una vez al mes.
Con base en los patrones diferenciales de consumo
de alcohol informados en el último año en la población
estudiada se encontró que poco más de la mitad de
los estudiantes (52%) presenta un consumo moderado
de alcohol, menor a cinco copas por ocasión de consumo.
El 31% de los jóvenes, principalmente varones,
presenta un consumo de cinco copas o más por ocasión.
La proporción fue de tres hombres por una mujer
con consumo alto. Tan sólo 17% de los estudiantes no
consumen ningún tipo de bebida alcohólica (figura 1).
En el cuadro II se muestran los patrones de uso de
alcohol por sexo y edad. En las mujeres se observa una
mayor tendencia hacia un patrón de consumo de alcohol
moderado. Sin embargo, al considerar el consumo
alto 6% de éstas se ubica entre los 20 y 22 años de edad,
mientras que en los hombres corresponde al rango de
23 a 25 años (14%).
Respecto al patrón de consumo por tipo de escuela,
se observó un consumo ligeramente más elevado
en mujeres de universidades privadas (17.9%) que en
las jóvenes de universidades públicas (11.8%). Por otra
parte, el consumo más alto en los varones corresponde
a los estudiantes de universidades públicas en comparación
con las privadas, aunque estas diferencias no
fueron estadísticamente significativas.
En cuanto a los lugares donde beben los jóvenes,
éstos ingieren alcohol principalmente en restaurantes
(80.9%), en reuniones familiares (74.6%) y en fiestas
escolares (52%). El lugar menos habitual es en
eventos deportivos.
De los jóvenes, 26% mencionó tener problemas
asociados al consumo, principalmente los hombres
(17.9%) en comparación con 8.2% de las mujeres reportaron
estos problemas; los más importantes fueron
con las relaciones interpersonales, con la policía y
con la salud física, seguidos por los accidentes que, como
era de esperarse, en todos los casos los hombres
obtuvieron puntuaciones más altas que las mujeres. En
el cuadro III se muestra la relación entre el patrón de
consumo y los problemas asociados, hay una tendencia
a informar mayores problemas asociados al alcohol en
los jóvenes que presentan un consumo más elevado.
Expectativas y consumo de alcohol
Se utilizó un modelo estructural de ecuaciones21 con el
objeto de estudiar la relación entre las subescalas de
expectativas, el patrón de consumo y los problemas
asociados con la ingesta de alcohol en el último año.
Cuadro II
CONSUMO DE ALCOHOL EN EL ÚLTIMO AÑO
SEGÚN SEXO Y GRUPOS DE EDAD.
INSTITUTO NACIONAL DE PSIQUIATRÍA, MÉXICO, 1998
Patrón de consumo | Mujeres % | Hombres % |
| 17-19 20-22 23-25 | 17-19 20-22 23-25 |
Número de consumidores | 8 25 4 | 5 5 10 |
Menos de 5 copas | 13 32 10 | 10 21 26 |
Más de 5 copas | 1 6 1 | 10 8 14 |
n= 678
Para llevar a cabo este procedimiento se eligió únicamente
a la población de consumidores (alto-moderado)
y problemas asociados, contrastando a quienes
informaron haber tenido estos problemas en el último
año y a quienes no los tuvieron. El mejor ajuste del
modelo se obtuvo al eliminar a las subescalas de expectativas
que obtuvieron cargas factoriales muy bajas;
en este caso fueron de 0.29 para la subescala de
“cambios psicofisiológicos” y de 0.41 que correspondió
a la “tensión física”, obteniendo una X2
SB=86.44,
(gl=66), p= 0.000, RCFI (Robust Comparative Fit Index)=
0.97, RMSEA (Root Means SQ Error of App)=
0.050. Asimismo, se encontró que las expectativas sobre
“agresividad y sentimientos de poder” están muy
relacionadas con las expectativas grupales, mientras
que las expectativas sobre desinhibición están relacionadas
con las sexuales.
Por último, se llevó a cabo un análisis de varianza
con seis de las subescalas de las expectativas que se
relacionaron con el consumo (moderado vs alto) y con
Cuadro III
PATRÓN DE CONSUMO Y PROBLEMAS ASOCIADOS.
INSTITUTO NACIONAL DE PSIQUIATRÍA, MÉXICO, 1998
Tipo de problema | No consumidores | Menos de 5 copas | Más de 5 copas |
| f % | f % | f % |
Relaciones personales*** | 8 1.2 | 47 6.9 | 83 12.2 |
Problemas con la policía*** | 4 0.6 | 20 2.9 | 40 5.9 |
Salud física*** | 5 0.7 | 23 3.4 | 35 16.4 |
Accidentes*** | 2 0.3 | 15 2.2 | 29 4.3 |
* p£0.000
‡ p£0.005
los problemas asociados. La variable sexo también fue
considerada en este análisis (cuadro IV).
Se encontró una relación significativa entre las
subescalas de expectativas del AEQ “expresividad
verbal” (F=22.72, gl=1, p<0.001), “desinhibición”
(F=15.97, gl=1, p<0.001), “incremento de la sexualidad”
(F=41.42, gl=1, p<0.001), “interacción grupal” (F=69.25,
gl=1, p<0.001), “reducción de la tensión psicológica”
(F=68.82, gl=1, p<0.001), “incremento de la agresividad
y sentimientos de poder” (F=31.63, gl=1, p<0.001) y el
patrón de consumo. Los consumidores altos obtuvieron
las puntuaciones más elevadas en las subescalas
de expectativas que los moderados. En los estudiantes
que presentaron consumo alto, las principales expectativas
fueron el alcohol como facilitador de la
interacción grupal, como reductor de la tensión psicológica
y como agente que incrementa la agresión
y los sentimientos de poder.
Al considerar las diferencias por sexo, únicamente
las hubo en una subescala de expectativas, los hombres
tuvieron mayores expectativas de que el consumo
de alcohol incremente su conducta sexual que las mujeres
(F=4.70, gl=1, p<0.05). Asimismo, la interacción
entre la variable sexo y problemas asociados fue igualmente
significativa (F=5.231, gl=1, p<0.05).
De igual manera, las puntuaciones en expectativas
fueron más elevadas entre quienes señalaron
problemas asociados con el consumo de alcohol en
contraste con quienes no los reportaron, siendo las diferencias
estadísticamente significativas en las seis
subescalas referidas.
Discusión
Estudios previos sobre expectativas sugieren que los
efectos que las personas atribuyen al consumo de al-
cohol, anticipándose a la experiencia de estar bebiendo,
parecen jugar un papel central como un factor que
se encuentra estrechamente relacionado con el consumo
de alcohol.
De manera consistente con lo que se ha documentado
en otras investigaciones, los resultados de este
estudio indican que los estudiantes con un consumo
alto de alcohol y los que reportaron problemas asociados
al consumo tuvieron mayores puntuaciones en las
subescalas de expectativas, con excepción de las áreas
de reducción de la tensión física y cambios psicofisiológicos.
La principal expectativa asociada con el consumo
fue el alcohol como facilitador de la interacción social,
tanto en consumidores altos como en moderados, lo
cual tiene que ver indudablemente con la gran tolerancia
social hacia el consumo que existe en nuestra
cultura. En ese sentido, el contexto social del consumo
juega un papel significativo en las experiencias reforzadoras
del consumo de alcohol.22 Los hallazgos de
investigación en esta línea sugieren que las expectativas
sobre los efectos sociales del consumo pueden ser
importantes predictores de un consumo temprano en
los jóvenes.8
Los resultados del presente estudio indican de
manera consistente, con lo previamente informado,
que las expectativas del alcohol como reductor de la
tensión y como agente que incrementa la conducta
agresiva probablemente se relacionan con un consumo
de alcohol más problemático, tal y como se ha encontrado
en otros estudios en población alcohólica y en
consumidores excesivos.1,3
Otro aspecto importante a considerar es la manera
como las expectativas y la conducta de consumo son
moderadas por diversas variables como el género. En
el presente estudio se encontraron diferencias únicamente
en las creencias relacionadas con la sexualidad,
siendo los varones quienes esperan obtener un mejor
desempeño sexual tanto en sí mismos como en personas
del sexo opuesto a través de la ingesta de alcohol,
lo cual ha sido una tendencia que se encuentra estrechamente
relacionada con la edad; a medida que ésta
se incrementa en los consumidores disminuyen las
expectativas sexuales relacionadas con el consumo.23
Esta investigación constituye una aproximación
inicial al estudio de las expectativas y cuenta con una
serie de limitaciones que deberán ser consideradas en
futuras investigaciones. Es necesario identificar algunas
de las variables más importantes que se relacionan
con el proceso de consumo, tales como a) los
cambios en las expectativas a partir de las cantidades
de alcohol que se emplean, b) el contexto social que
refuerza el consumo;23 c) la historia familiar del uso y abuso; d) las motivaciones al consumo y razones para
seguir bebiendo;24 e) el contraste en las expectativas
en población bebedora y no bebedora, f) las expectativas
como moderadoras de estilos de enfrentamiento,
y g) la búsqueda de nuevas sensaciones y conductas
de riesgo.25
Otro reto es abordar las expectativas en población
infantil puesto que diferentes investigaciones han puesto
de manifiesto la existencia de expectativas a edades
muy tempranas, entre los 5 y 12 años.12
Leigh propone que estas creencias respecto a los
efectos del alcohol sobre el comportamiento, estado
de ánimo y emociones no deben ser vistas sólo como
mediadoras de los efectos del alcohol, sino como factores
de riesgo para la iniciación y mantenimiento del
consumo. De allí la importancia de destacar la utilidad
del cuestionario de expectativas como un instrumento
tanto clínico como de investigación sobre
alcohol.5
Las expectativas y su importancia como variables
psicosociales potencialmente modificables tienen implicaciones
en el ámbito preventivo en la población de
estudio. Es necesario dirigir la atención no sólo hacia
los estudiantes que presentan un consumo de alto
riesgo, reorientando sus cogniciones a través de información
con el objeto de canalizar sus respuestas de
enfrentamiento hacia otras acciones que no involucren
el consumo excesivo,26 sino incorporar incluso a
los jóvenes que presentan un consumo moderado, mediante
un balance más adecuado entre expectativas
positivas y negativas asociadas con el consumo de alcohol.
27
Agradecimientos
Nuestro reconocimiento a las personas que apoyaron
esta investigación, a la socióloga Rosario Villalvazo
(servicio social), a las psicólogas Aline Bocardo y Sandra
Ducoing, quienes participaron en el trabajo de campo
y al licenciado Jorge Villatoro, por la asesoría
estadística, y principalmente a los informantes por su
valiosa colaboración.
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