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Última actualización [02/03/2010]



Relaciones y reacciones familiares y consumo de alcohol y tabaco en adolescentes en población rural


ESPAÑA

Existe un amplio consenso en considerar a la familia como el principal agente modulador del riesgo/protección del consumo de drogas en edades tempranas. La influencia de la familia en la transmisión de valores y adquisición de conductas es indiscutible, y por lo tanto es objeto de numerosas intervenciones preventivas. Objetivo: En la presente investigación se analiza la relación de tres variables de índole familiar y el consumo de alcohol y tabaco en los hijos, estas son: el control parental, la actitud parental ante el consumo de alcohol, y la disponibilidad de dinero. Método: Estudiantes de 3er y 4º curso de ESO respondieron a una batería de tests sobre factores de riesgo y consumo de drogas. Se identificaron dos grupos: consumidores de alcohol y tabaco (n=70) y no consumidores (n=46). La media de edad es de 14,17. Resultados: Los resultados muestran una clara relación entre consumo y actitud parental. Los jóvenes que reportaron no consumir, percibían actitudes parentales más contrarias al abuso de alcohol. De igual manera se constata una relación directa entre disponibilidad económica y consumo de alcohol y tabaco. No obstante, no se encontraron diferencias entre ambos grupos en la percepción del control parental.

Introducción

Los cambios económicos y sociales, nos han obligado poco a poco a redefinir nuestros hogares, nuestras pautas de trabajo o de ocio y también el modo de relacionarnos con nuestra red social. Como no podía ser de otro modo, el modelo de familia no ha permanecido ajeno a todos esos cambios. Sin embargo, dicho esto y teniendo en cuenta todos los condicionantes, la familia sigue siendo la principal, o al menos la primera, generadora y transmisora de valores, actitudes, creencias, estilos de vida y comportamientos, que contribuyen de forma importante a determinar el modo en que los hijos se relacionan con las drogas.

 

Muchos investigadores (Hawkins, Catalano y Miller, 1992; Alonso y del Barrio, 1994; Merikangas, Dierker y Fenton, 1998; Kumpfer, Olds, Alexander, Zucker y Gary, 1998; Muñoz-Rivas y Graña, 2001) han tratado definir qué áreas o qué factores concretos, desde el ámbito de la familia, incrementan el riesgo de consumo o por el contrario, pueden contribuir a proteger a los menores, evitando o retrasando su implicación con el consumo de drogas. Entendemos como factores de riesgo, todas aquellas circunstancias o características personales o ambientales que, combinadas entre sí, podrían resultar predisponentes o facilitadoras para el inicio o mantenimiento del uso y abuso de drogas. Los factores de protección, se definen como aquellas variables que contribuyen a modular o limitar el uso de drogas (Secades y Fernández-Hermida, 2001). Conocer estos factores nos permite diseñar actividades o programas más eficaces y ajustados a las necesidades de la población objeto de intervención.

 

Esta necesidad de abordar la prevención de las drogodependencias desde el marco familiar, teniendo en cuenta el modelo de factores de protección/factores de riesgo, ya quedaba reflejada en la anterior "Estrategia Nacional sobre Drogas 2000-2008", que se marcaba como objetivo al finalizar este periodo, el que todos los programas, tanto de prevención escolar como comunitaria, habrían de incorporar intervenciones dirigidas específicamente a la familia.

En espera de los resultados de la evaluación de dicha estrategia, realizada por el Plan Nacional sobre Drogas en el año 2008, ya contamos con la aprobación de una nueva "Estrategia Nacional sobre Drogas" para el periodo 2009-2016 que enfatiza el papel de la familia en la prevención de las drogodependencias, reforzando los objetivos de la anterior estrategia en este ámbito, al definir la familia como un elemento clave en el proceso de socialización. Se plantean desde esta estrategia, medidas que mejoren la competencia educativa, la gestión familiar y la cohesión como factores protectores frente a las drogas y promotores de actitudes contrarias al consumo. En este sentido, se promoverá la participación social de las familias, el refuerzo de las redes informales existentes entre ellas y su papel como agentes activos en los centros educativos.

A nivel comunitario, la "Estrategia europea en materia de lucha contra la droga" (2005-2012), también coincide en señalar como ámbito prioritario de actuación en el área de reducción de la demanda, la prevención a nivel familiar y comunitario.

A este respecto, el Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías en su informe de 2007, apuntaba que las intervenciones que los países están llevando a cabo en el ámbito de la familia como estrategias de prevención universal, consisten básicamente en la realización de reuniones de padres o la adopción de enfoques informativos, siendo menos frecuente la organización de cursos de formación intensiva para los padres.

 

En cuanto a las acciones de prevención selectiva, el informe destaca que algunos nuevos Estados miembros (Bulgaria, Hungría, Lituania, Polonia y Rumanía) informan sobre un nutrido número de intervenciones dirigidas a familias vulnerables. En general, se puede decir que la mayoría de Estados miembros se centra en el consumo de sustancias dentro de la familia, aunque algunos países como Grecia, Lituania, Hungría y Reino Unido, han adoptado un enfoque más amplio, dirigido a todas las familias socialmente desfavorecidas.

 

Merikangas, Dierker y Fenton (1998), hablan de dos tipos de factores a tener en cuenta, en lo referente a la familia: factores específicos del consumo de drogas y factores generales de un número amplio de conductas problemáticas en la adolescencia.

 

Entre los factores específicos del consumo de drogas en la adolescencia se  encuentran; la exposición a las drogas, los modelados negativos de uso de drogas por parte de los padres y las actitudes de los padres ante las drogas. En cuanto a los factores no específicos, podemos decir que son aquellos que incrementan la vulnerabilidad general a problemas de conducta en la adolescencia. Básicamente se refieren a aspectos relacionados con la estructuración familiar como son la expresión emocional, el grado de conflicto familiar, el estilo educativo o la exposición a estrés.

 

Centrándonos en el primer tipo de factores, Becoña (2001) expone que la presencia de alcoholismo paterno o materno, el uso de drogas ilegales por parte de los miembros de la familia y/o actitudes favorables, condescendientes o tolerantes con el consumo de drogas, suponen un incremento en la probabilidad de consumo en los hijos adolescentes. En este punto, Muñoz-Rivas y Graña (2001) hacen una consideración importante como resultado de su trabajo, y es que mientras que el hecho de que los padres hagan patentes sus actitudes contrarias a la bebida o al tabaco, actúa protegiendo a sus hijos de la implicación en el uso de las mismas, el que éstos establezcan normas claras de convivencia con respecto al rechazo del consumo de otras drogas no convencionales, incita al adolescente a beber o fumar, interpretando quizás, que este tipo de sustancias son menos peligrosas o menos dañinas, al no ser expresamente rechazadas por sus padres.

 

Por otra parte y en referencia a los factores generales que citábamos anteriormente, Hawkins, Catalano y Miller (1992) inciden en la importancia que tiene el "manejo familiar" en la probabilidad del consumo de drogas de los hijos. Este término hace referencia a las habilidades que tienen que desplegar los padres para el control de la conducta de los hijos, mediante la supervisión, el establecimiento de normas/límites, la construcción de relaciones entre los miembros de la familia, y la aplicación de la disciplina a través de la negociación, el refuerzo positivo y el castigo. Los resultados del estudio de Secades y Fernández-Hermida (2001) corroboran estas afirmaciones, al establecer que los sujetos consumidores apreciaban estar menos sometidos a las normas familiares que los no consumidores.

Otro factor importante dentro de este segundo grupo, es el grado de conflicto familiar. La relación con los padres ejerce una importante influencia en el consumo de drogas, y en este sentido, la existencia de buenas relaciones entre padres e hijos/as puede servir como un factor de protección, capaz de reducir la influencia de los iguales en el consumo (Cantón y Cortés, 2000). De acuerdo con esto, el trabajo de Sanz et al. (2004) concluye en sus resultados, que la presencia de conflicto entre los padres se asociaba a una mayor presencia de consumo de sustancias entre los/as hijos/as. En todos los indicadores de consumo, las variables asociadas a la valoración del conflicto marital, resultaron en mayor o menor medida asociadas a la mayor frecuencia de consumo en los hijos.

En referencia al funcionamiento familiar valorado por los/as hijos/as, la cohesión y adaptabilidad, se mostraron como factores protectores sobre la probabilidad de consumir sustancias.

En referencia al estilo educativo parental, también como importante factor de riesgo/protección, Becoña (2001) encuadra a los padres en tres categorías: el estilo autoritario, autoritativo y permisivo. La ausencia de normas en el estilo permisivo, puede conllevar un riesgo elevado de experimentación con drogas o la presencia de una conducta desviada que facilite el acceso a las mismas. Por otra parte, el comportamiento resultante de una crianza "autoritaria" puede ser de extrema "dependencia" con poca interiorización de normas, lo que hace al sujeto extremadamente vulnerable en el caso de que el control disminuya o desparezca. El estilo autoritativo, por el contrario, es el que se muestra más adecuado ya que, fomenta la autonomía sin renunciar a un estricto control externo, lo que favorece la formación de conductas adaptadas en condiciones de control cambiantes.

Se anexa estudio completo en pdf.

FUENTE:
Health and addiction

http://www.haaj.org/es/relaciones-y-reacciones-familiares-y-consumo-de-alcohol-y-tabaco-en-adolescentes-en-poblacion-rural